Reediciones de Octavio Paz por Era y Colmex

lunes, 7 de julio de 2008 · 01:00
México, D F, 7 de julio (apro) Apariencia Desnuda, la obra de Marcel Duchamp; La hija de Rappaccini, y Veinte Poemas, de William Carlos Williams, son las tres publicaciones coeditadas por El Colegio de México y Ediciones Era Octavio Paz, Premio Nobel mexicano, es autor de la primera, adaptador de un cuento de Nathaniel Hawthorne, y traductor en la última En Apariencia Desnuda se reflexiona sobre la obra de Marcel Duchamp, y en específico del libro El castillo de la pureza publicado en los años sesenta, del cual el poeta escribió en 1973 En 1978 realizó una versión corregida y aumentada que es la ofrecida actualmente La hija de Rappaccini es una obra teatral en un acto, de la cual Paz dijo: "Mi pieza sigue la anécdota, no el texto ni su sentido, son otras mis palabras y otra mi noción del cuerpo La fuente de Hawthorne --o la fuente de las fuentes-- está en la India" En la edición de Veinte poemas, del poeta estadunidense William Carlos Williams, considerado por Paz como "el autor de los poemas más vivos de la poesía norteamericana moderna", se reproducen algunos versos al inglés y español Contiene un total de 109 páginas, un prólogo titulado "La flor Saxífraga" escrito por Octavio Paz, y dibujos de portada e interiores del artista plástico Gunther Gerzso La historia que se desarrolla en la India trata sobre un drama político que tiene por rivalidad a dos ministros Entre las estrategias que toma uno de ellos para vencer a su oponente es el regalo de una joven llamada Beatriz, la hija de Rappaccini Lo que sigue es una parte del prólogo de Veinte Poemas: "En el primer tercio de nuestro siglo se operó un cambio en las literaturas de lengua inglesa que afectó por igual al verso y a la prosa, a la sensibilidad y a la sintaxis, a la imaginación y a la prosodia El cambio --semejante a los ocurridos hacia la misma época en otras partes de Europa y de América Latina-- fue primordialmente la obra de un puñado de poetas, casi todos norteamericanos En ese grupo de fundadores William Carlos Williams coupa un lugar a un tiempo central y singular: a diferencia de Pound y de Eliot, prefirió enterrarse en una pequeña ciudad de las afueras de Nueva York a desterrarse en Londres o en París; a diferencia de Wallace Stevens y de ee cummings (sic), que también decidieron quedarse en los Estados Unidos pero que fueron dos espíritu cosmopolitas, Williams buscó desde el principio un (norte) americanismo poético En efecto, según explica en un hermoso libro de ensayos (In the American Grain), América no es una realidad dada, sino algo que entre todos hacemos con nuestras manos, nuestros ojos, nuestro cerebro y nuestros labios La realidad de América es material, mental, visual y, sobre todo, verbal: hable castellano, inglés, portugués o francés, el hombre americano habla una lengua distinta a la europea original Más que una realidad que descubrimos o hacemos, América es una realidad que decimos "William Carlos Williams nació en Rutherford, New Jersey, en 1885 Su padre era inglés y su madre puertorriqueña Estudió medicina en la Universidad de Pensilvania Allí conoció a Pound --una amistad que duraría toda la vida-- y a la poetisa HD (Hilda Doolitle, que fascinó a los dos jóvenes poetas) Después de obtener el doctorado y de una corta temporada de estudios pediátricos en Leipzig, se instaló definitivamente en Rutherford, en 1910 Dos años más tarde se casó con Florence Herman Un matrimonio para toda la vida También para toda la vida fue su doble dedicación a la medicina y a la poesía Aunque vivió en la provincia, Williams no fue un provinciano: estuvo inmerso en las corrientes artísticas e intelectuales de nuestro siglo, viajó varias veces a Europa y fue amigo de poetas ingleses, franceses e hispanoamericanos Sus amistades y enemistades literarias fueron variadas e intensas: Pound, Marianne Moore, Wallace Stevens, Eliot (al que admiraba y reprobaba), EE Cumings y otros más jóvenes, como James Laughlin y Louis Zufosky Su influencia y amistad fueron determinantes en Allen Gingsberg y también en la poesía de Creely, Duncan y el inglés Tomlinson

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