Sobre el ver y oír

lunes, 18 de agosto de 2008 · 01:00
MÉXICO, D F, 18 de agosto (apro)- Lic Max P Dante Presente Muy señor mío: en verdad me sorprende y me llena de estupor el que usted diga e incluso alardee de ser adicto al cine por ser el mismo una expresión de la cultura de masas ¡Qué cosa! No sé si ignora o ha olvidado que la misma, en gran medida, es producto, es alimentada y hasta manipulada por medios de comunicación ?como el cine, la radio y la televisión principalmente--, que los aspectos relevantes e, incluso, determinantes de la llamada cultura de masas, en lo que concierne a este entretenimiento, diversión y arte, es creado y fomentado por influyentes grupos de industrias con poderosos intereses comerciales; que esos influyentes grupos de industrias, como "papás cuervos" o "papás mofetas", proclaman ruidosamente la superioridad de esa cultura masiva que ellos mismos producen Si duda de lo que digo, nada más tiene que parar oreja y mirar a su alrededor para comprobarlo Pienso, en lo personal, que más allá de que sea un medio de entretenimiento; más allá de si es un arte y/o una industria; más allá de si es un espejo plano, cóncavo o convexo que nos da la imagen fiel o deformada de lo humano y de la naturaleza; más allá de que sea un camino de evasión deseada por necesaria, como usted dijo, está la cruda realidad de que el cine ?como los otros medios señalados más arriba-- es sobre todo y ante todo un negocio El cine, como negocio, también obedece a la conocida regla de oro que a la letra dice: "el que tiene el oro, manda" y, por lo general, en el negocio del cine no es el creador, el artista o el sabio el que tiene el oro, es decir, el dinero Usted, mi Lic, bien sabe, al menos que lo haya olvidado, que el negociante, por regla general, poco o nada tiene de buen samaritano, sino todo lo contrario Al respecto, bueno es recordar la conducta de los bancos en ciertos países, como México por ejemplo, en el que también y por añadidura hay compañías farmacéuticas que le vendan más caros sus productos sin que haya razones comerciales para ello, como no sean, por supuesto, las de querer mayor ganancia, el obtener más dinero A propósito, estos dos ejemplos, ¿dignifican o degradan el orgulloso, arrogante y prepotente lema que afirma: "la iniciativa privada sabe hacer más cosas y mejor"? Lema puesto en circulación por los ideólogos de esa misma iniciativa privada Insisto: ¿Esos dos ejemplos degradan, dignifican?o desnudan ese lema? Servidor nada más pregunta Usted, mi estimado Lic, puede encontrar la respuesta si ve y oye lo que se genera a su alrededor Mas volviendo a su visión sobre el cine, en la que admite, alaba y hasta defiende que el mismo sea un buen camino para la evasión, ya que con ella, según su opinión, tenemos la oportunidad de salir, de escapar de este mundo real, contradictorio, inseguro y, por lo tanto, frustrante para la mayoría de los humanos, y refugiarnos por unas horas en mundos imaginarios, en los que podemos vivir nuestros sueños, satisfacer nuestros deseos y aplacar nuestras angustias, aunque sea de manera virtual En ese punto, mi estimado Lic, estoy de acuerdo con usted, pues reconozco el enorme poder de la seductora sugestión del cine, tanto en lo emocional como en lo racional, en lo individual y en lo colectivo Lo admito, digo, pero el admitirlo no me hace optimista, como a usted Ese poder de sugestión del cine ?y de los otros medios, por supuesto-- más bien me inquieta y alarma, pues tampoco ignoro y bien sé que los hombres somos, desafortunadamente, sugestionables en grado sumo; es decir, muy accesibles a la sugestión, lo que nos hace fácil presa e, incluso, nos convierte en víctimas propiciatorias de farsantes de toda laya Por lo anterior, en contra de su muy respetable opinión ?espero que usted perdonará que discrepe de la misma--, veo y siento a esa fuga de la realidad que tan generosamente nos ofrece el cine ?y los otros medios en general? como al sonido de la flauta que liberó de los ratones a la ciudad de Hamelín, sí, pero que también les robó sus niños Y recuerde, mi estimado Lic, que la ciudad de Hamelín se convirtió en una ciudad triste y decadente, ya que sus habitantes perdieron a sus niños ?a su futuro-- por no cumplir, por no haber hecho lo que debían Sin más, con el respeto que se merece, queda de usted Juan Contreras

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