¿Ciencia funesta?
MÉXICO, DF, 20 de agosto (apro) - Mis queridísimos lectores de la presente: ¿qué les parece que, como lo hizo un tal Carlyle, se califique de "ciencia funesta" a la economía?
En lo personal, la verdad es que, hasta que leí dicha aseveración, no tenía ni una mala ni una buena idea sobre la economía El leerla produjo en mi pensar una agitación de olas concéntricas, como las que genera una piedra en un estanque de agua Luego, luego sacudió mi estupor inicial, pensé que el tal Carlyle estaba equivocado, pero esa seguridad, con todo, me puso a pensar y en el piensa que te piensa recordé que ¿en la televisión, la radio, periódicos, revistas, libros? pero no, en libros, revistas, en periódicos no, porque esta servidora de ustedes poco dada es a la lectura Bueno, poco importa dónde, el caso es que recordé que sí me habían informado que puede haber esa "ciencia funesta", que resulta ser la economía planificada por el gobierno, dizque para beneficio de los gobernados, pero que es funesta porque puede caer y cae, en la persecución de sus objetivos, en el autoritarismo y en lo antidemocrático, polariza a la sociedad en explotados y explotadores y tiene, en no pocos casos, como motor la lucha de clases, entre otras cosas
Para mi felicidad, también recordé que esos mismos medios, los que hayan sido y como lo hayan hecho importa poco, me han informado que he tenido la suerte de nacer y vivir en una economía de libre mercado competitivo; economía donde, con eso del "adelgazamiento del Estado", para felicidad de todos limita la importancia del sector gubernamental en lo económico, hecho que, con la libre competencia del mercado, abre y consolida los procesos democráticos en lo social ¡Qué rico! ¿O no?
No lo duden, mis queridísimos lectores de la presente; tengan en cuenta que el libre mercado competitivo, en el que cada bien tiene su precio, ofrece a ustedes, a esta su servidora, a todo individuo, la libertad de comprar y vender cuanto cada quien considere oportuno y, por añadidura, no olviden que dicho mercado es también el lugar en el que aquel que, como en la parábola evangélica de los denarios, no multiplica el que o los que le hayan sido dados, sea como vendedor o como comprador, peca, tanto contra sí mismo como comete pecado contra su prójimo, pues comprobado está que quien con ambición y egoísmo satisface sus muy particulares intereses y necesidades en un libre mercado competitivo, contribuye al bien común ¡Ah! ¡Qué bonito es esto! No me digan que no es maravilloso que nuestro egoísmo fomente, alimente y robustezca el bienestar de los otros ¿A poco no?
Y eso no es todo Insisto, como ya he señalado más arriba, la práctica ha demostrado y confirma que el libre mercado y la competencia en el mismo demanda una mayor libertad política, lo que posibilita y confirma las prácticas democráticas en lo social, a lo que hay que agregar que la economía del libre mercado competitivo, al considerar el trabajo como capital humano, esto es, como capital a las capacidades productivas de los individuos, capacidades que, según no pocos economistas, van siendo cada vez más importantes que el capital físico, lo que significa, según estudiosos del fenómeno, que al estar incorporado el capital en las personas y el reconocerlo, ya no es cierto que los trabajadores no posean medios de producción Y si esto no fuera suficiente, no hay que olvidar que los trabajadores también poseen, indirectamente, parte del capital físico como se ve en sus reivindicaciones salariales, sobre los fondos de pensión y sobre las compañías de vida, hechos ambos que han convertido la lucha de clases en objeto de museo, lo mismo que sucede con la denominada "dictadura del proletariado"
Mis queridísimos: lo expuesto hasta aquí, según mi leal saber y entender y salvo su mejor opinión por supuesto, muestra, demuestra y confirma que la economía del libre mercado competitivo que conforma y encabeza la globalidad en que vivimos, en modo alguno es "una ciencia funesta", como aseveró el tal Carlyle
El que no sea perfecta, ese es otro cantar pues, como bien sabemos todos nosotros, la perfección, desafortunadamente, no es de este mundo Al respecto, como buenos hijos de la Civilización Occidental y Cristiana que somos, bueno es que recordemos que el libro de los libros, la Biblia, dice: "siempre tendréis pobres entre vosotros", y que sobre ese punto de la pobreza, de la mala distribución de la riqueza, tan debatido, no faltan estudiosos del tema que afirman, con estadísticas en mano, que los que no son capitalistas, controlan tanta riqueza como la que controlan las grandes corporaciones, tanto nacionales como transnacionales
Queridísimos lectores y lectoras de la presente: espero que la misma les sea de utilidad para despejar sus dudas y calme sus inquietudes sobre la economía en la que vivimos: la del libre mercado competitivo
Ese deseo ha motivado la escritura de la misma a este buzón
Con todo mi sincero amor
INOCENCIA PEREGRINA