Sobre las almas
MÉXICO, D F, 17 de septiembre (apro)- Atormentados, conmovedores y melancólicos cristianos: qué bueno que nuestras almas, a diferencia de las de ustedes, desaparece con nuestra muerte; bueno, por supuesto, porque ese aniquilamiento nos libra de una eternidad de tormentos en el más allá
Cristianos de las distintas iglesias, el motivo de la presente a este buzón obedece, por si lo han olvidado, recordárselos y, en el remoto caso de que lo ignoren, informarles que, según estudiosos del tema, a pesar de nuestra irracionalidad, también nosotros, los animales, tenemos un alma capaz de memoria, entendimiento y voluntad, aunque, por supuesto, en menor medida que la de ustedes, los humanos, los más nobles seres de la creación divina
Según los intérpretes de esos sus textos sagrados, el Viejo y el Nuevo Testamento, el alma de los animales, la nuestra, es una realidad que ni es cuerpo ni espíritu; es un intermedio entre el cuerpo y el espíritu que aparece con el nacimiento de cada ser de nuestras variadas especies y se extingue con la muerte del mismo También dicen esos expertos en sus libros sagrados que esa alma perecedera es el principio de vida de nuestro cuerpo, pero que depende tanto del mismo que le es imposible vivir sin él, y sin su concurso no puede producir acto alguno, a diferencia de ustedes, los humanos, que si pueden llevarlos a cabo, según dicen
Esto se debe, también según el decir de los mentados expertos, a que Dios no creó directamente nuestra alma, sino que delegó esa función a la tierra, a la que ordenó, según está asentado en el Génesis, lo siguiente: "produzca la tierra alma viviente en su género" Recuerden que, por lo contrario, la criatura humana fue creada con tierra por las mismas manos de Dios, que sopló en la misma no un alma, sino el aliento de vida Por eso el alma de ustedes es inmortal y mortal la de nosotros, los animales
Inicio la presente con esta frase que repito: qué bueno que nuestras almas mueren con la muerte de nuestro cuerpo, y sostengo lo escrito No se sorprendan Reflexionen y así comprenderán que ese precio, que debemos de pagar por ser irracionales, lo pagamos con gusto, pues él nos libra de la negra posibilidad de una eternidad de atroces tormentos después de muertos
Esto lo entendemos perfectamente, y por eso lo admitimos hasta con cierta alegría, no porque nos falte capacidad, por estupidez, sino porque es nuestro único consuelo, ya que para nosotros, los animales, no tuvo lugar el llamado Sermón de la Montaña; las bienaventuranzas a nosotros fueron prometidas Ante este hecho que su religión aclara y afirma, ¿no es como para preguntarse para qué tiene lugar, qué sentido tiene el dolor y sufrimiento de los animales? Si, como ustedes creen, sus primeros padres, Adán y Eva, introdujeron el dolor, el sufrimiento y la muerte en el mundo y por ello perdieron la gracia y Dios los castiga con tormentos en esta vida y en la otra cuando no se arrepienten y continúan pecando, esa creencia se explica por sí misma, pero sigue dejando en pie la pregunta: el dolor y el sufrimiento de nosotros, los animales, inocentes de todo pecado por irracionales, ¿a qué se debe, qué paga?
Sorprende que, ante esta realidad tan confusa y hasta contradictoria, esos sus intérpretes de los libros sagrados digan y afirmen que Dios, al crear al hombre, le dio al mismo tiempo el imperio sobre los animales ¿Y qué, eso justifica y les da licencia para que nos sometan a los más crueles y atroces tormentos? Recuerden sus peleas de perros, de peces, corridas de toros, su contrabando con especies de animales en peligro de extinción, las hecatombes de corderos, vacunos, cerdos, pollos, etcétera, que se llevan a cabo en sus siniestros mataderos? ¿Qué tienen que decir al respecto?
Nos gana el estupor cuando, entre esos sus intérpretes de lo sagrado, no faltan los que dicen y aseguran que la masa inmensa de dolor y sufrimiento de los animales, e incluso su sangre, forma parte del rescate, de la redención de ustedes, los humanos ¡Guau! ¿Esa afirmación no les huele un tanto a azufre?
Aclaración: lo expuesto en la presente no es fruto personal, sino producto de una plática habida entre animales de diversas especies; como en la misma no supimos llegar a conclusión alguna es por lo que se decidió hacer del conocimiento de ustedes, los humanos, las diversas dudas que la misma nos produjo ¿Podrá su alto saber aclararlas?
Con la esperanza que así sea, sin más y en el nombre de todos,
EL BURRO FLAUTISTA