Cuestionamiento a una defensa

domingo, 25 de octubre de 2009 · 01:00
MÉXICO, DF, 21 de octubre (apro) - Sr Don Tío Lolo: lo siento, pero usted es el culpable de que mi razón sea jaloneada, por una parte, por la admiración y el optimismo alimentados por las ganas de creer, y por otra por la incertidumbre, el escepticismo y el desencanto generados por el conocimiento de hechos ¿Por qué yo?, se preguntará usted quizás ¡Pues sí! Por su carta en defensa de los políticos a este buzón
De inicio, ¡aleluya!, sus rotundas afirmaciones de que los que se dedican a la política no son en modo alguno cínicos, mentirosos, convenencieros, chaqueteros, piratas, fraudes en dos patas o ignorantes en el mejor de los casos, que los que así piensan no los comprenden ya que los políticos, si algo son y por algo se distinguen es por ser buena gente, sinceros, sabios, avisados y hasta ejemplo de lo humano según el dicho de Aristóteles, precisamente por dedicarse a la política e incuso filósofos a su manera, me hizo creer entusiastamente que vivimos en el mejor de los mundos posibles, ya que estamos gobernados por la gente más idónea para ello Recordemos que Platón escribió: "Hasta que los filósofos se encarguen del gobierno o los que lo gobiernan se conviertan en filósofos, de modo que el gobierno y la filosofía estén unidos, no podrá ponerse fin a las miserias de los Estados" ¡Ah! ¡Qué bellas coincidencias de sus afirmaciones con las sentencias de tan altos pensadores! ¿Pero qué cree, mi estimado? ¡Es como para llorar! Resulta que sus afirmaciones y mis ganas o necesidad de creerlas, al parecer, son difíciles de realizarse ¡Ay, manes de la historia! Ellos nos recuerdan que el emperador romano Marco Aurelio, hombre de bien, magnánimo y generoso incuso con sus enemigos políticos, filósofo por añadidura que, en su obra Pensamientos  o Los Doce Libros  nos legó el más alto código de moral del mundo antiguo, con todo ello, no se puede decir de él que fuese un gran hombre de Estado, ni un buen administrador del mismo, ya que no entendía nada de economía y, por si fuera poco, en nombre del orden público no dudó en reprimir duramente a los cristianos y no tuvo tino en eso de elegir a su sucesor, pues nombró a Cómodo, al que las malas lenguas decían que no era su hijo, sino de un gladiador y de su libertina esposa Faustina
¡Ay de nosotros, mi estimado! Este ejemplo histórico de un hombre, de un gobernante tan pleno de virtudes e incluso filósofo, nos muestra y nos demuestra, contradiciendo a Platón, que todas ellas no son suficientes ni garantizan que pueda ser un gran hombre de Estado ni un buen administrador del mismo ¿O no es así?
No sé si usted, pero a este su servidor, cuando considera que eso pasó con un gobernante tan docto y tan dotado de calidades, le gana la angustia, tiembla y suda frío nada más pensar en lo que puede pasar cuando llegan al poder políticos menos doctos y menos dotados de virtudes
Se me hace difícil que puedan tener mejor tino que Marco Aurelio, no para designar a su sucesor en el mando, pues vivimos en democracia, sino para la selección de sus colaboradores, o que tengan una mayor contención, que no se desmanden, que no abusen al ejercer su poder al mantener el orden público
¡Ay! Y sería cuestión de que Dios nos cogiera confesados si se llegara al caso que arribaran al gobierno políticos nada más dominados, más que de otra cosa, por el ansia del poder, de mandar, o movidos simplemente por la ambición de beneficiar sus muy particulares intereses personales o de enriquecer a sus familiares y amigos Usted, mi estimado, que es mayor que este su servidor, ¿ha tenido la desgracia de padecer en su larga vida esta negra suposición de este su servidor?
Si así fuera, reciba usted mis más sinceras condolencias Pero si por el contrario, ha tenido la fortuna de que así no ha sido felicitémonos, pues ese hecho puede ser señal de que mi temor no tiene mayor fundamento,  distinguido Tío Lolo De todos modos creo que lo mejor es que recemos con fervor para que Dios nos proteja de tan negra posibilidad
Para terminar la presente, le informo que lo que he escrito sobre los políticos, muy bien puede aplicarse a todos los hombres con poder, a los dueños, gerentes o ejecutivos de los poderes fácticos, a los que manejan las finanzas, la industria, los mercados, los medios de comunicación por ejemplo, cuyas decisiones afectan las vidas de tantos y tantos hombres para bien y para mal
Cordialmente de usted
JUAN D'UDAKIS
 

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