La lectura, ¿peligrosa?

lunes, 5 de octubre de 2009 · 01:00
MÉXICO, D F, 30 de septiembre (apro)- Lectores de toda mi consideración: ustedes saben muy bien que se ha hecho, hasta el exceso piensa este servidor de ustedes, el elogio de la lectura
Grandes hombres, de diversas maneras, han dicho que la lectura es un medio excelente, incluso en este tiempo de televisión e internet, para adquirir conocimientos Eso es una gran verdad, como también lo es que la misma, y más la relectura, es una invaluable práctica auxiliar de la memoria Pero también hay que admitir que no todos ni siempre ?y esto es quizá lo general-- se lee para aprender, para instruirse; que hay quien lee simplemente para distraerse, por huir del aburrimiento; otros lo hacen para olvidar, para buscar otros mundos diferentes donde encontrar refugio de la rutinaria grisura en la que viven y no faltan los que lo hacen para encontrarse a sí mismos, para saber quiénes son
Al margen de estas posiciones ante el leer y otras parecidas, no olvidemos que también se ha dicho que la lectura es una actividad difícil de compartir, que en esencia es un hacer solitario por lo general; hacer que en no pocos casos puede tornarse peligroso para el que lo lleva a cabo, para el mismo, sí, y también para los otros y a veces hasta para el mundo Para confirmarlo no hay más que recordar lo que le pasó, según Miguel de Cervantes, a Alonso Quijano, ejemplo de que las lecturas muy bien pueden lleva a una persona a perder el seso, haciendo que germine en él el deseo y conducirlo a creerse lo que no es
Lo anterior no únicamente puede pasar si se leen libros malos o intranscendentes, puede ocurrir si se leen buenos libros, incluso esos que tantos y tantos consideran sagrados, como pueden ser la Biblia y el Corán
Si alguno de los respetables lectores de la presente piensa que lo que acabo de escribir es una exageración o un desatino, no tiene más que recurrir a la historia para comprobar que no estoy equivocado Ella muestra como el Dios de Justicia del Antiguo Testamento ordenaba a sus partidarios pasar a degüello a hombres, mujeres ancianos y niños e, incluso, a los burros y gallinas de sus enemigos, so pena de sufrir el castigo de su terrible ira si le desobedecían; como el Dios de Amor de Nuevo Testamento, de los Evangelios fue motivo de terribles guerras religiosas hasta entre sus mismos creyentes y lo mismo pasó con los prosélitos a Alá el Misericordioso Ejemplos: las Cruzadas, las guerras religiosas entre los de una misma fe; chiitas contra sunnitas entre los islámicos, la denominada guerra de los Treinta Años entre los católicos y protestantes que dio como resultado el desmembramiento de Alemania por más de 200 años
No puede por menos causar escalofrío el saber que esos hechos citados, y otros parecidos igual de salvajes, fueron llevados a cabo por simples intereses materiales, eso sí, muy bien enmascarados no pocas veces por supuestas preferencias, pactos o alianzas entre la divinidad y sus piadosos devotos La atroz paradoja radica en como esas míticas preferencias, alianzas o pactos entre el Dios de Justicia, el Dios de Amor y Alá Compasivo y Misericordioso y sus fervorosos adoradores , fueran utilizados por los mismos para atacar, someter y despojar al que creía en otra divinidad, para llegar incluso a la barbaridad de degollar a inocentes y a sus animales domésticos o a la de quemar vivos en hogueras purificadoras --¡por estar prohibido derramar sangre!-- a todo el que no creía lo mismo que ellos
¿Qué esos fueron errores, crímenes del tiempo y no de las creencias religiosas? ¡Ojalá fuera así! Reflexionen y verán que todavía desgraciadamente hay sujetos que piensan así: los fundamentalistas de esas mismas religiones ¿Pues quién si no es así, son los que tienen al mundo en vilo? Piensen Los terroristas de Al Qaeda y George W Bush, ¿qué libro tienen respectivamente de cabecera y guía sus decisiones?
Tengan en cuenta que el sujeto que armó todo un circo de amenaza de bomba en un avión de una línea aérea mexicana, que felizmente se resolvió en sainete, así como el que asesinó a dos pasajeros en una línea del Metro de la ciudad de México, ambos declararon ser asiduos lectores de la Biblia
Con lo hasta aquí expuesto, creo que es suficiente muestra de que la lectura puede ser peligrosa, incluso si la misma es de sagradas escrituras, de las que contienen las verdades reveladas por la divinidad Ante esta evidencia me pregunto: ¿estará el peligro en los mismos libros? ¿O que hace una mala lectura el que los lee y, por lo tanto, no puede hacer una buena interpretación de lo leído? ¿Qué creen ustedes, estimados lectores?
Con el sincero deseo de que Dios nos guarde de las malas interpretaciones de lo que leemos, de ustedes su seguro servidor
Juan Niporesas

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