Enfermos mentales: Melodía del abandono

sábado, 7 de noviembre de 2009 · 01:00
Mientras que el gobierno federal "no se quiere responsabilizar de los enfermos mentales", el Centro de Asistencia e Integración Social Cuemanco del Distrito Federal alberga entre sus 334 usuarios a alrededor de 200 personas con "problemas mentales severos" Además de que el 80% de sus ocupantes son víctimas del abandono de sus familiares, todos experimentan diversas formas de abandono oficial: falta de atención psiquiátrica adecuada, de medicamentos y condiciones mínimas de salubridad e higiene? 
Primer compás
El agua de la tubería tintinea en el piso de los baños Uno de los pacientes hace las veces de equilibrista para no pisar los charcos En el cuarto contiguo una mancha de humedad apaga el fuego pintado en la pared Por el boquete de las ventanas se cuela un viento eléctrico que eriza los pelos y entume los dedos
A falta de toallas, un enfermo jala una sábana que reposa sobre un cuerpo descompuesto En esa cama las chinches le pellizcan el sueño a uno de los 334 usuarios del Centro de Asistencia e Integración Social (CAIS) Cuemanco Algunos duermen sobre unas colchonetas largas, con la tela  sucia de orines, saliva y sangre
Varios pacientes de cabello apelmazado hacen fila para darse un baño con agua tibia Los ríos de secreciones se extienden hasta los pasillos Además de su mente, su sentido del olfato se volvió inmune a los fermentos estomacales y a los esfínteres descontrolados, aunque las moscas tesoneras sobrevuelen las sábanas inmundas
Los dormitorios se ubican a los extremos de un corredor con una fila casi infinita de focos apagados Las aves aletean con el mismo intervalo del agua en las regaderas Las marcas de una silla de ruedas llegan hasta la enfermería, donde Alejandro Pineda inventa una melodía con el crepitar de su quijada
?Tengo un dragón de 7 mil millones de cabezas, 'amos a verlo, 'tá en mi casa, allá en Tepito, 'amosss ?dice Alejandro, quien con sus dos manos toma su pierna inmóvil y la sube a su silla de ruedas como si de un bulto se tratara
?¡Tú me atropellaste, te fuiste, me mataste! ?reclama con violencia
De pronto lanza carcajadas espasmódicamente con su pierna en las manos
?¿Qué haces?
?Circulo y navajeo
?¿Te atropellaron?
?Fue un sueño
?¿Qué sueñas?
?Yo no sueño, duermo como Dios manda
Sus respuestas son rápidas, atropelladas
?¿Qué es la vida?
?El humo y el esmog
?¿Qué es la muerte?
?La muerte viene después
?Tienes tiempo?
?El tiempo es libre, es una luna que explotaron
Como si arrullara la sinrazón con sus ruedas, Alejandro reclama que hay mujeres muertas en la comida, que en el desayuno no comen como Dios manda Como un personaje de su propio teatro, Alejandro sale rampante en su silla buscando algo, no sin antes confesar que él es un muerto
Este es un extracto del reportaje que se publica en la edición 1723 de la revista Proceso que empezó a circular el domingo 8 de noviembre

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