De espaldas al presente

martes, 24 de febrero de 2009 · 01:00
¿Qué dice la fotografía de los presidentes Calderón y Obama ante una litografía del pintor José Clemente Orozco? Supongamos a un granjero de Kansas, inculto en cuanto a México Viendo la fotografía en el diario, dirá: Ah, mira, así que se siguen vistiendo en México con cananas al pecho y calzones de manta
Supongamos a un neoyorquino mucho más culto Dirá: Ah, mira, desde los tiempos de su Revolución armada, nada nuevo han hecho estos mexicanos, por lo menos nada que su presidente pueda exhibir al nuestro como muestra de su cultura actual
Y este último estadunidense tendrá, casi, razón En la exposición de pintura que México presentó en Washington para que la recorrieran los dos presidentes no había algo más cercano a nuestros tiempos que Tamayo
Por supuesto, el presidente no fue el curador de la exhibición Y nadie supone que él debiera haber vigilado su contenido La responsabilidad íntegra es de los funcionarios culturales que la prepararon Uno se pregunta entonces: ¿Cómo es posible, si sabían que las lentes de la prensa estadunidense y de la prensa mexicana difundirían las imágenes a millones, que estos funcionarios hayan asociado al segundo presidente de nuestra democracia con una imagen icónica de la Revolución de la cual emanaron los gobiernos priistas? ¿Cómo entender que no lo hayan mostrado a un lado de una obra del nuevo tiempo democrático?
Algo de preferencia posmoderno, pues posmoderno se llama al arte emanado de la sensibilidad democrática: laxo, experimental, provocativo en lo conceptual, muy individualista, y a un tiempo bello y muy mexicano O bien, por lo menos que se hubiera asociado al presidente con algo moderno, pero contemporáneo
Por desgracia, no se trata de un pequeño error circunstancial Es el error imperdonable y constante de gran parte de nuestros funcionarios culturales actuales: carecen de conciencia histórica e ignoran el poder de las imágenes para cifrarla Un México democrático necesita nuevas imágenes que lo cifren Que lo distingan de otros tiempos Que lo vuelvan reconocible a propios y extranjeros ¿Dónde está la intención de nuestros funcionarios de difundir, en México y fuera, nuestro arte actual?
Hay excepciones Por fortuna las hay Los funcionarios del cine están al margen de lo que acá escribo; los curadores del Museo Nacional de Historia Natural, con sus exposiciones sobre sexualidad humana, sobre el debate acerca del petróleo y otras iniciativas creativas y calientes; los curadores de las exposiciones a menudo espléndidas de Avenida Insurgentes en el Distrito Federal Seguro hay otras excepciones que desconozco 
Pero en su mayoría, nuestros funcionarios culturales viven de espaldas al presente Viven perpetuando la idea de que acá, en México, no ha pasado nada de relevancia las últimas décadas
Ya era esa la actitud de los funcionarios priistas del pasado próximo También ellos, timoratos, desconfiados de su propio talento como jueces de arte, a la hora de elegir imágenes para volverlas emblemáticas, las encontraron siempre en la primera mitad del siglo XX Mucho Orozco, mucho Atl, mucho Rivera, Frida hasta la coronilla  Revolución, volcanes y fruta: las imágenes icónicas del priismo Ah, sí, me olvidaba: también cerámicas y piedras toltecas y aztecas
Un país que ya fue, debió llamarse la muestra exhibida en Washington, pero  también casi todas las exhibiciones internacionales que se han llevado al extranjero desde hace cinco décadas
Es inexcusable, existiendo como existen artistas mexicanos vivos que los mercados mundiales han valorado Quiero decir, si los funcionarios desconfían de su propio gusto estético, o temen la disputa con los artistas excluidos, ahí están las valoraciones de Christie´s y Sotheby´s para indicarles cuáles son considerados mundialmente nuestros maestros vivos: Leonora Carrington, Alfredo Castañeda, Francisco Toledo, Joy Laville, para nombrar a los más cotizados
Y también ahí están nuestros más jóvenes maestros de renombre internacional: Javier Marín, Julio Galán, Gabriel Orozco, Ivonne Domenge, sólo para empezar a desgranar la lista de artistas que están por sí solos encontrando su lugar en la mirada del mundo
Lo que la fotografía dice a los mexicanos es más rudo todavía que lo que dice a los extranjeros Ellos se sonríen con discreción, condescendientes ante nuestro arte pasado de moda, inocuo, desfasado del tiempo histórico: sencillamente les confirma el prejuicio de que somos pintorescos; pero nosotros nos quedamos con esos funcionarios que viven de espaldas al presente, oteando el pasado
Otra la misión del arte: ver el presente con ojos nuevos y sorprendidos; fijar en símbolos inéditos la unicidad de nuestro tiempo
Pero nuestros funcionarios culturales confunden el arte con la historia del arte Detestan el arte caliente, polémico, conflictivo, relevante; y nada que no hayan entibiado 20 años, o un siglo, o dos, o 10 mil kilómetros de distancia geográfica, les da tranquilidad
¿Por qué buscan la tranquilidad? Debe ser un reflejo de los tiempos autoritarios donde la censura silenciaba a quien levantara olas Se trataba entonces, y la práctica sigue hoy, de no incomodar: no desacomodar Todo eso, un contrasentido del arte vivo
Vuelvo a la foto de los presidentes ante el revolucionario de calzón de manta y cananas al pecho de Orozco Qué oportunidad perdida para dar a las lentes de la prensa estadunidense una imagen que abra la curiosidad sobre cómo somos ahora Qué oportunidad perdida para eclipsar con nuestro arte de hoy los prejuicios del pasado
Incluso a nivel de política interna, qué traspié: La fotografía afirma: "De acá no se ha ido el PRI, seguimos fijados a sus formas y sus símbolos" Formas y símbolos de las que de por sí el mismo PRI abusó, reiterándolos en la segunda mitad del siglo XX, hasta volverlas folclor demagógico
¿Qué habría pasado si la entrada a la democracia hubiera sido acompañada de una ebullición de nuevas formas que le dieran identidad propia? Corrijo: ¿Qué habría pasado si nuestros funcionarios hubieran percibido esas nuevas formas que sí afloraron en numerosos talleres y escritorios y laboratorios y salones de ensayo, y las hubieran divulgado con audaz alegría?
¿Y qué pasaría si todavía sucediera una fiesta de la novedad estética?
La posibilidad me roba el sueño  

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