Nuevas formas de entrenamiento en la práctica de la danza

lunes, 11 de enero de 2010 · 01:00

MÉXICO, DF, 6 de enero (apro).- Ritmos y prácticas como el hip hop, jazz, yoga, judo, capoeira, pilates, spinning o atletismo son funcionales para los bailarines que, ya formados estrictamente dentro de una técnica como el ballet o el Graham, optan por otra forma de movimiento para mantenerse en forma.

Incluso la mayoría de los bailarines de danza contemporánea se entrenan en clases de ballet especializadas para no profesionales en ese campo: estiramientos, posturas, trabajo fundamental de fuerza en las piernas, abdominales y trabajo de piso son los elementos que se utilizan para ordenar una clase básica.

Muchos otros han optado por el trabajo de la barra, pero ejecutado a nivel de piso, y otros por las diferentes líneas del yoga desde la perspectiva del movimiento, y no necesariamente desde la espiritualidad que rige esta disciplina.

Muchos más han derivado a una especie de “yoga light” a altas temperaturas, que se lleva a cabo en espacios previamente calentados (alrededor de los 40 grados centígrados, donde se busca llevar al cuerpo a una situación de extrema sudoración y esfuerzo físico).

En ciertas compañías independientes alrededor del mundo, los coreógrafos han diseñado estilos diversos para entrenar a sus grupos, y éstos han derivado a formas reiteradas que pasan de uno a otro y que se copian sistemáticamente hasta convertirse en estereotipos dancísticos.

En México, los bailarines independientes son nómadas y se entrenan según la agrupación con la cual trabajan. Generalmente, al quedar en el desempleo, regresan a los estudios tradicionales donde buscan permanecer en su mejor forma para ser seleccionados en ciertos proyectos coreográficos.

En el caso de los bailarines mayores de cuarenta años, la cosa cambia brutalmente: los ritmos naturales son ejecutados de modo más orgánico, pero ya sin el vértigo que les imprimieron durante la juventud.

En esos casos, es la parte artística la que se debe desarrollar profundamente, porque será a través de la interpretación que su trabajo sobresalga sobre el de sus colegas más jóvenes.

Las principales escuelas del país buscan que sus bailarines sean capaces de moverse con gran diversidad y plasticidad. Los mejores de cada generación son aquellos que responden ágilmente ante la propuesta de un coreógrafo de un nuevo vocabulario y un exacto manejo de energía.

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