En la guerra contra el narco "olvidan que la vida es sagrada"

sábado, 20 de noviembre de 2010 · 01:00

Cuando se habla de la colombianización de México suele olvidarse la experiencia de Antanas Mockus, dos veces alcalde de Bogotá y candidato derrotado a la Presidencia de Colombia  hace unos meses,  que en sus dos periodos de administración  logró abatir los índices de criminalidad fomentando una cultura ciudadana de rechazo a la violencia y revaloración de la vida. Justamente lo contrario a la confrontación del crimen en sus propios términos y al margen de cualquier valor social.

 

MÉXICO, D.F., 20 de noviembre (Proceso).- La violencia y la criminalidad hay que combatirlas “hasta por amor a la vida del asaltante o del narcotraficante”, dice Antanas Mockus, el dos veces alcalde de la capital colombiana que logró reducir de 11 a siete el número de muertes violentas diarias y disminuir en 10% anual el número de delitos de mayor impacto.

         El político, que fue candidato a la vicepresidencia (1998) y a la presidencia de su país (2006 y 2010), visitó México a comienzos de octubre pasado para impartir una conferencia sobre transporte urbano sustentable y cultura ciudadana. En entrevista con Proceso plantea que, de acuerdo con estudios que ha realizado en el Distrito Federal y en Monterrey, “la causa más frecuente para justificar la ilegalidad es la familia”.

Explica: “Cerca de la mitad de los ciudadanos de estas ciudades dice estar de acuerdo con la motivación familiar para violar la ley; algunos científicos sociales denominan a esta disposición ‘familismo amoral’.

“La idea más común es preocuparse sólo por los más cercanos para desatender globalmente la noción de comunidad, despreocupándonos por los derechos y la integridad de los desconocidos. También hay una disposición alta a usar la violencia por cuestiones de honor y esto puede ser un insumo sensible para riñas y conflictos entre ciudadanos”, explica el también filósofo y matemático, exrector general de la Universidad Nacional de Colombia.

–Usted plantea que muchos cambios en la percepción ciudadana se logran mediante el discurso, al darle un nuevo enfoque al combate contra el crimen organizado. Ciudad Juárez y Tijuana han sido muy castigadas recientemente por masacres en apariencia irracionales. Frente a esto, el silencio o la incapacidad de las autoridades municipales ha sido una constante. ¿Qué haría usted si fuera alcalde de estas ciudades? –se le pregunta.

–El discurso es central, sobre todo cuando se viven momentos de deterioro de la vida humana. Un buen ejemplo fue cuando en Bogotá, durante la primera alcaldía, dijimos que la muerte de toda persona era grave. No sólo debe dolernos la vida de los “buenos”.

“Una de las evidencias de que tenemos problemas graves es cuando observamos que cunden argumentos como ‘los criminales se matan entre ellos’. En el primer Consejo de Seguridad, cuando pregunté cuántas personas habían muerto en Bogotá el año pasado, una persona se levantó y dijo: ‘3 mil 600, alcalde’. Hice cara de preocupado y alguien dijo: ‘Tranquilo, que más de la mitad de las muertes son de criminales matando a criminales’. Le respondí: ‘Las autoridades estamos para proteger la vida de todo ciudadano’.

Extracto de la entrevista que se publica en la edición 1777 de la revista Proceso, ya en circulación.

 

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