La Cumbre en Cancún, en su fase decisiva
CANCUN, Q.Roo, 9 de diciembre (apro).- Las negociaciones para alcanzar acuerdos en la Conferencia de las Partes sobre Cambio Climático (COP-16) entró este jueves en la recta final con la resistencia de Estados Unidos y Japón a ceder en sus respectivas posiciones.
A menos de 24 horas de que concluya la reunión, los gobiernos negociaban en dos grandes pistas: el de la Convención Marco de Naciones Unidas para el Cambio Climático (UNFCCC, por sus siglas en inglés) y el de las Partes del Protocolo de Kyoto. El primero estaba enfocado a trabajar con base en el documento que presentó el Grupo de Cooperación a Largo Plazo (LCA, por sus siglas en inglés); el segundo, a trabajar con base en otro documento previamente elaborado por el Grupo de Trabajo sobre los Compromisos de las Partes del Anexo 1 del Protocolo de Kyoto (KP/AWG).
El documento del LCA tenía avances significativos. Hasta hoy habían circulado tres borradores y en cada uno de ellos había mayores acuerdos respecto de los anteriores. En cambio, el grupo sobre el Protocolo de Kyoto estaba estancado y su borrador de negociación seguía con muchos corchetes, algunos con propuestas y posiciones encontradas.
Pero la negociación implica que no pueda avanzar un documento si no avanza el otro. Están mutuamente condicionados, según explicaron a Apro fuentes que siguen de cerca el proceso de negociación.
Así, señalan las fuentes, los países en desarrollo plantean que pueden destrabar temas del documento del LCA si los países industrializados ceden en al menos una cosa: poner por escrito que se mantendrá la discusión sobre un segundo periodo de compromiso del Periodo de Kyoto (PK) de aquí a la próxima Conferencia de la Partes (COP-17), que se celebrará en Durban, Sudáfrica, en diciembre de 2011.
Para los países en desarrollo, ello es vital: el Protocolo de Kyoto –cuyo primer periodo de compromiso vence el 31 de diciembre de 2012-- es el único instrumento que impone obligaciones de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero a los países que se encuentran en su Anexo 1; es decir, a los industrializados (salvo Estados Unidos, cuyo congreso no ratificó el Protocolo de Kyoto).
Rafael Elvira Quezada, secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales, lo dijo de esta manera a un grupo de reporteros: “Cancún no será donde muera el Protocolo de Kyoto”.
La Unión Europea (UE) (cuyos países toman decisiones como bloque) dijo estar dispuesta a un segundo periodo de compromiso. Este jueves, otros países renuentes, como Australia y Nueva Zelanda, también aceptaron. Hasta el cierre de esta edición, Rusia y Canadá no habían fijado su posición.
Pero aquí hay un escollo: Japón, cuyo gobierno se negaba a ceder en este punto.
--¿Japón va a cargar con la responsabilidad de que no se acepte un segundo periodo de compromiso? ¿Cómo se va zafar de esa responsabilidad? --preguntó un periodista chino a Akira Yamada, jefe de Asuntos Globales de la cancillería nipona.
--Sabemos que los países en desarrollo insisten en ese tema. Pero consideramos que el Protocolo de Kyoto no es justo ni es la mejor manera de atacar el problema, pues apenas cubre el 27% de las emisiones de gases de efecto invernadero --contestó Yamada.
Y reiteró la posición de su país: Japón ya hecho todo para reducir sus emisiones y, en cambio, naciones en desarrollo como China, India o Brasil, que no están en el Anexo 1 (compromisos obligatorios) no realizan reducciones equivalentes.
Utilizó para ello un símil futbolero: “Somos como los futbolistas que son criticados por no meter cuatro goles y por sólo meter uno, mientras los demás están de espectadores. Queremos que todos se bajen de las gradas y también jueguen”.
Algunos delegados analizaban otra posibilidad: que las metas de reducción de emisiones que varios países anotaron en el Acuerdo de Copenhague se debían incluir en el documento del LCA, específicamente en el capítulo sobre “mitigación”, para después incrementarlas.
Consideraban que, si bien ello no tiene carácter “legalmente vinculante”, si implica un fuerte compromiso político debido a que estaría anotado en un documento eventualmente aprobado por la COP-16. Entre esos compromisos estaría el de Estados Unidos, que en Copenhague puso sobre la mesa una meta de reducción del 17% respecto de los niveles de 2005.
Otros, en cambio, ven en ello un riesgo: si esos compromisos de meten en el LCA, se debilitaría aún más al Protocolo de Kyoto.
El grupo de trabajo sobre el protocolo de Kyoto “ha llegado a un punto donde son pocas las posibilidades de seguir avanzando mientras las partes (países) no den una orientación política”, declaró ante la sesión plenaria el representante de Antigua y Barbuda, quien encabezó el jueves 9 este grupo de trabajo.
“Solo unas horas…”
Dentro del documento del LCA existen temas en los que tampoco hay acuerdos y los gobiernos negociaban ceder en unos puntos a cambio de ganar en otros.
Por ejemplo, Estados Unidos condicionaba su aprobación en el tema del financiamiento a largo plazo –el llamado Fondo Verde—a que países como China fueran “transparentes” en sus reportes de reducción de emisiones, así como que otros fueran transparentes en el uso de recursos que se asignan en proyecto de “adaptación” y transferencia de tecnología.
Exigía fortalecer el llamado mecanismo de Monitoreo, Reporte y Verificación (MRV). En principio países como China e India se opusieron a ello. Lo consideraban intrusivo y violatorio de su soberanía, sobre todo porque no utilizan recursos de países donantes o de fondos internacionales.
India puso sobre la mesa una nueva propuesta: que cada país emitiera por cuenta propia dos reportes al año tanto de reducción de emisiones como de uso de recursos. Dichos reportes serían evaluados por un panel de expertos de la Convención Marco de Naciones Unidas para el Cambio Climático.
La mayoría aceptó este mecanismo. China, que estaba renuente, también dio el “si”. Hasta el cierre de esta edición, sólo Estados Unidos no había dado respuesta. De hecho, Washington había condicionado su apoyo al tema del Fondo Verde si se destrababa el tema del MRV.
El tema de financiamiento está dividido en dos partes: un fondo llamado de “arranque rápido” de 30 mil millones de dólares y cuya aplicación se encuentra en curso, y un fondo de largo plazo de hasta 100 mil millones de dólares anuales a partir de 2020.
En principio, existe un acuerdo en que el Banco Mundial participe en este tema, pero la discusión estriba en el grado de su involucramiento: unos países piden que el BM administre los recursos; otros –sobre todo los subdesarrollados—que sólo transfiera los recursos, pero que las decisiones sobre los montos y los destinos del dinero queden a cargo de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático.
Tampoco hay acuerdo sobre cómo se obtendrían cada año esos 100 mil millones de dólares. Los países no desarrollados piden que éstos salgan de los presupuestos nacionales de las naciones industrializados. Estas argumentan que la crisis económica y financiera se los impide, por lo que habría que buscar nuevas fórmulas, en las que se incluyan los fondos privados.
Por la tarde de este jueves, los delegados se dividieron los temas en grupos de trabajo y regresaron por la noche a la sesión plenaria para reportar sus conclusiones. La mayoría coincidió: hay avances, pero falta mucho y se debe seguir trabajando.
La canciller Patricia Espinosa, presidenta de la COP-16, urgió: “Ya no tenemos 24 horas para negociar; tenemos muy poquitas horas para acordar”.
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