Descubrimiento extraordinario de los peones

viernes, 31 de diciembre de 2010 · 01:00

MÉXICO, D.F., 29 de diciembre (apro).- El movimiento de las piezas de ajedrez es realmente interesante. Por una parte, tenemos que, gracias a su movimiento, se dan situaciones geométricas que son curiosas. Veamos: considérese un tablero vacío y póngase una torre (de cualquier color), en el centro del tablero, por ejemplo, la casilla e4. Si usted cuenta las casillas a las que ataca, es decir, las casillas a donde puede moverse la torre, hallará que el número es 14. Ninguna pieza, a todo esto, domina la casilla en la que está. Ahora, ponga esa misma torre en un extremo del tablero (el escaque a1, por ejemplo) y vuelva a contar a cuántas casillas se puede mover la torre. Quizás se sorprenda. ¡Son exactamente 14 también! De hecho, debido a esto, las torres no tienen que ir hacia las casillas centrales del tablero, sino que pueden ejercer su acción desde lejos, digamos los escaques d1 y e1, por citar un caso.

Algo que se enseña casi al principio, es que las piezas valen por las casillas en las que están. Se habla, sin tener que discurrir mucho, que mientras estén más cerca del centro del tablero, mayor es la acción que ejercen. Así, el alfil en una esquina domina 7 casillas, pero en la medida que se acerca al centro, digamos empezando en a1, siguiendo a b2, c3 y d4, encontramos que su acción aumenta a 9, 11 y 13 casillas.

La dama, por ejemplo, en una esquina domina 21 casillas, pero en el centro del tablero llega a dominar hasta 27 casillas, casi la mitad del tablero (32).

El caballo tiene un comportamiento similar. En una esquina domina apenas dos casillas, pero en el centro del tablero llega a su máximo: 8 casillas. Además, el caballo puede brincar por entre las piezas, atributo que ninguna otra figura tiene.

Pues bien, he hecho un descubrimiento sobre los peones del ajedrez que me parece notable. Resulta que estaba trabajando sobre un programa para procesar patrones de ajedrez, es decir, conformaciones típicas de piezas y peones que muestran combinaciones ganadoras para alguno de los bandos, y de pronto me di a la tarea de calcular todas las jugadas posibles que tenía el bando blanco en una determinada posición. Decidí que sería muy fácil si calculaba todos los posibles ataques a piezas enemigas y a casillas. Sumando ambos ataques, según yo, tendría el número de jugadas posible para las blancas en cualquier posición.

Sin embargo, resultó que me equivoqué. No me daba la cantidad correcta y descubrí la razón. Si hablamos de las piezas (no los peones), sea como se muevan estas piezas, siempre atacan a una pieza o una casilla. Por ejemplo, el Rey en la casilla e4, por ejemplo, ataca las 8 casillas alrededor de donde está puesto el monarca. Es decir, ataca hacia donde se mueve.

Lo simpático y curioso es que el peón no trabaja así. Se mueve verticalmente y come lateralmente. Así, no es lo mismo las piezas o casillas que ataca a las casillas hacia donde pueda moverse. Hasta donde sé, esto no lo he visto mencionado en ningún manual de ajedrez, ya sea elemental o avanzado. ¿Alguien se había ya percatado de esto?

Me llama la atención que nunca me haya percatado de esto, a pesar de tener tantos años de ajedrez. De hecho, cuando empecé a jugar en torneos, decidí que mis caballos –al inicio de la partida– se viesen mutuamente. Según yo, en el transcurso de la partida podría saber qué caballo era cual simplemente por la orientación de la cabeza del mismo. Suponía que ese dato serviría de algo. Ahora sé que es totalmente una cuestión de gustos y que, en términos  ajedrecísticos, no sirve para nada esto.

Pero regresando al tema, estoy empezando a sospechar que el peón tiene un comportamiento mucho más extraño del caballo, que habitualmente se considera el más difícil de aprender por parte de los ajedrecistas principiantes. El peón puede, por ejemplo, promoverse (coronar) en cualquier otra pieza. ¡Yo diría que esto es asombroso!

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