Episcopado llama a poner fin a la inseguridad
MÉXICO, DF, 12 de febrero (apro).- La máxima instancia de la Iglesia católica en México hizo un llamado a los tres poderes de la Unión a tomar medidas que pongan fin a la inseguridad y la violencia.
El documento intitulado “Que en Cristo nuestra paz México tenga vida digna”, conmina a la redención a los productores de droga, consumidores, sicarios y a todos los implicados en el “nefasto negocio”.
“¡Arrepiéntanse y cambien de vida! Busquen la vida y no la muerte”, advierte el informe.
Según el documento, vivimos en una época donde la violencia se caracteriza por “la crueldad, por la venganza, por la exhibición de poder y por la intención de intimidar a quienes son considerados rivales y a toda la sociedad”
En reiteradas ocasiones condena “el perverso oficio de los sicarios que, organizados, se contratan para asesinar, tanto para mantener el control del territorio como para ajustes de cuentas.”
En un texto plagado de referencia bíblicas, la CEM reconoce la insuficiencia de su misión evangelizadora en México que deriva en “distintas formas de una violencia que llega a ser homicida” y que son opuestas a los valores cristianos.
En un contexto escueto y sin tomar en cuenta las implicaciones globales del narcotráfico, resalta que “México, además de ser país productor y de trasiego de la droga, se convirtió ya en un país consumidor, cerrándose así el ciclo de producción, distribución, venta y consumo”.
Evitando dar propuestas específicas, sólo la esperanza en Cristo, atribuye a la tecnología la “deshumanización” de los jóvenes que caen en “actos violentos, síntomas de otra lucha más radical en la que nos jugamos el futuro de la patria y de la humanidad”.
El pronunciamiento advierte que la violencia desembocada por la guerra contra el crimen organizado es una pelea de “buenos contra malos”, como lo ha hecho ver el gobierno federal, y finalmente hace un llamado a las Fuerzas Armadas a defender a “los débiles” y a “favorecer la convivencia pacífica de los ciudadanos”.
En sentido contrario al espíritu laico del Estado mexicano, exhorta a una “incidencia significativa de los cristianos en la política y en los medios de comunicación”.
Y arenga: “En su condición de ciudadanos, pueden incidir en las políticas públicas del Estado”.