Esther Seligson

lunes, 15 de febrero de 2010 · 01:00

MÉXICO, D.F., 10 de febrero (apro).- Entre las múltiples pasiones que Esther Seligson tuvo en su vida, sin lugar a dudas estuvo el teatro. Como ella misma lo declarara en algún momento, quienes siempre la acompañaban en sus viajes eran los personajes del teatro.

“Son --decía-- los locos más reales que tienes enfrente.”

La escritora, traductora, poeta, quien mantuvo la columna de crítica teatral en la revista Proceso en dos tiempos, entre 1976 y 1991, falleció el pasado lunes a los 69 años de edad, a consecuencia de un infarto.

De su larga relación con la teatralidad mexicana, mencionaremos que fue maestra del Centro Universitario de Teatro por más de 25 años. En 1990 publicó El teatro, festín efímero, libro que reúne reflexiones y testimonios sobre directores de teatro, actores y dramaturgos, a través de críticas, entrevistas y reseñas; y en 2009 Para vivir el teatro, editado por la UNAM en la colección Al Margen, compilación de sus reseñas publicadas en Proceso.

Múltiples páginas se escribirán durante estos días para hablar de su prosa poética, sus ensayos literarios, sus muchos premios literarios como el Xavier Villaurrutia, otorgado por su novela Otros son los sueños, así como de sus principales pasiones: el estudio, la docencia, viajar, escribir y, por supuesto, el teatro.

Por mi parte me limitaré a consignar una entrañable anécdota entre esta mujer que se propuso hacer del español un lenguaje sagrado y la dramaturga Sabina Berman, que nos habla, entre otras cosas, de su gran calidad humana.

“Yo --recuerda Berman-- estaba en la preparatoria, convenciéndome a mí misma de que iba a ser escritora, y mi papá estaba muy alarmado porque me proponía dedicarme a la profesión más difícil del planeta y más competida.

“Entonces trajo a Esther Seligson a mi dormitorio y cerró la puerta con llave. Ella me dijo: ‘Tú papá es un cabrón. Quiere que te convenza de que no seas escritora. A ver, déjame ver algo que hayas escrito’.

“Saqué muy apenada --más por mi papá que por mis escritos-- mis cuadernos y empecé a leer. Entonces Esther me dijo: ‘Te voy a publicar’.  Fue la primera vez que vi publicado algo en un lugar más público que el periódico de mi escuela. Y me marcó. Allí supe que sí quería ser escritora, que quería eso: quería escribir y publicar en lugares en donde me iba a leer gente que yo no conocía. Así que lejos de coadyuvar en el intento de mi papá, hizo totalmente lo contrario. Nunca podré dejar de agradecérselo.”

Entre sus libros destacan las novelas Tras la ventana un árbol (1969), Otros son los sueños (1973), La morada del tiempo (1981) y Sed de mar (1986); los cuentos Luz de dos (Premio Magda Donato), Indicios y quimeras e isomorfismos (1991), así como sus poemarios Diálogos con el cuerpo (1981), Tránsito del cuerpo (1977), De sueños, presagios y otras voces (1978).

Sus ensayos más relevantes fueron: Las figuraciones como método de escritura (1981), La fugacidad como método de escritura (1989) y El teatro, festín efímero (1990). Descanse en paz Esther Seligson.

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