Lo que hay que saber de Guillermo Arriaga

miércoles, 24 de febrero de 2010 · 01:00

MÉXICO, D.F., 24 de febrero (apro).- El día 24 de febrero se programó que la periodista Adriana Malvido entrevistara en público al coreógrafo Guillermo Arriaga. El hecho no tendría nada en particular excepto que Malvido es sobrina de Arriaga y autora del libro  Zapata sin bigote. Andanzas de Guillermo Arriaga, el bailarín, y lo conoce como la palma de su mano.

         En ese libro, publicado en el 2003, hace un retrato de Arriaga diferente a lo que se esperaría de una típica biografía de un artista de la danza que ha ganado el Premio Nacional de Ciencias y Artes y presidido algunas de las principales áreas del país en su terreno.

         Malvido exhibe a su tío tal cual es: un joven de ochenta años que sigue entusiasmado por la danza y por el arte en general, y por lo cual advierte “Zapata sin bigote no pretende contar una historia exhaustiva de la danza en México ni hacer una cronología exacta de coreografías y autores, sino relatar la vida de un hombre que ha pasado por el cielo y el infierno de la vida artística.”

         Sin embargo, dentro de la biografía del artista aparecen ciertos parajes que deberían de ser claves para entender la formación artística y la estructura danzaria dentro de la que Arriaga se formó, tomando además en cuenta que el artista se dedicó a ejercer su oficio en una época en la cual la danza contemporánea era prácticamente desconocida en México y no existía una escuela definida para entrenar a los bailarines ni para enseñarles los elementos básicos de la creación artística.

         Porque más allá de la anécdota del típico muchacho heterosexual que decide dedicarse a la danza en contra de los deseos de sus padres y lo hace con la fuerza de haber encontrado su verdadera vocación, Arriaga no suele hablar mucho de sus experiencias al lado de las grandes figuras de la danza mundial. Por ejemplo, en el libro de Malvido señala que:

         “En 1952 viví  una experiencia definitiva en mi vida. Y es que tuve el privilegio de ser becario del Jacob´s Pillow Dance Festival. Ted Shawn, Papá Shawn, como todos le decíamos, fue mi maestro y guía durante ese memorable verano.”

         Ted Shawn inicia sus carrera en el mundo de la danza con Hazle Wallack, su primera maestra y compañera de baile. Aunque la pareja llegó hasta el compromiso formal de matrimonio, terminaron por divergencias artísticas. Shawn se casa en 1914 con Ruth St.Denis, quien junto con Isadora Duncan revoluciona los conceptos de lo que fue hasta entonces la danza clásica tradicional en Estados Unidos.

         Arriaga fue a dar al festival en 1952:

         “Fernando Gamboa, en ese entonces subdirector del INBA, me subsidio el pasaje de ida. De regreso, ni hablar, en autobús. Pero eso no es lo importante sino la experiencia allá. Además de sus cursos de técnica Shawn ofrecía pláticas magistrales y lo más profundo, para mí, de sus mensajes consistía en trasmitirnos lo siguiente: El artista debe ser, sobre todas las cosas en la vida, un sujeto útil a la sociedad. Tener la humildad para barrer con gusto un estudio, tender una cama, atender un estacionamiento, cortar el césped, ser generoso con los demás y, con es misma sencillez, plantarse en un foro y proyectar toda la carga emocional que guardamos por dentro.”

         De esta manera, Arriaga da cuenta de una actitud con la que él mismo se ha manejado toda su vida. Porque sin mayores recursos, y habiendo perdido incluso los derechos sobre las tierras que sus padres le heredaron, sigue viviendo modestamente en la colonia Escandón con el ánimo de echar adelante el proyecto de sostener a una compañía que resguarde una buena parte del patrimonio de la danza creada en México en los años cuarenta y cincuenta. Proyecto que aparentemente se iba a consolidar en un grupo que subsidiaría el INBA.

         Después de una serie de escaramuzas con el gremio de la danza contemporánea independiente, la idea ha quedado en puntos suspensivos.

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