"Informe" (Segunda parte)

lunes, 15 de marzo de 2010 · 01:00

MÉXICO, D.F., 19 de marzo (apro).- “Insisto, no acabo de entender la fiera y obstinada defensa del matrimonio tradicional –padre, madre e hijos– por parte de las diferentes iglesias cristianas y sus fervorosos y correspondientes seguidores, cuando, al mismo tiempo, en sus creencias siguen considerando a uno de sus indispensables integrantes –a la mujer–, en el mejor de los casos, como una menor mental, en el peor, como una tentadora puerta por la cual entró el demonio en el mundo, y culpable de la muerte del género humano. En todos los casos la ven como un ser inferior necesitado de tutela, necesidad que en no pocos momentos de la historia ha servido --¡y sigue sirviendo!– de máscara y justificación para discriminar, excluir e incluso reprimir a las mujeres.
    “¿Cómo interpretar y entender esos hechos? Bien sé que hay estudiosos del tema –arqueólogos, sociólogos y otros científicos sociales– que dicen que se debe a que Yavé ha sido una divinidad generada por una sociedad patriarcal, esto es, a una organización social caracterizada por la preponderancia de los varones respecto de las mujeres.
    “Bien, esa es una explicación científica e incluso natural, porque el patriarcado se ha dado y sigue ejerciendo su poder en las sociedades humanas. Pero por muy natural que sea, ¿es y será lógico y válido para todo tiempo y lugar? En lo personal pienso que no; es más, considero que, como ya algunos lo han señalado, que el mismo, con su machismo, con misoginia, bien puede ser un signo de enfermedad social: de esquizofrenia, de padecimiento que, según estudiosos del mismo, es un desorden psíquico caracterizado por la incoherencia mental, por la disociación psíquica, la despersonalización, la ambivalencia de los sentimientos y la ruptura del contacto con la realidad, entre otros síntomas.
    “Repito: en lo personal, pienso que así es,  pues de otra manera difícil es explicarse ese sentimiento de atracción-aborrecimiento de tantos hombres hacia las mujeres, y el que no falten y más bien sobren mujeres sumisas que incluso apoyan y defienden tantas medidas de discriminación, exclusión y hasta de represión que les imponen sociedades patriarcales.
    “En lo personal, confieso, mi estupor fue grande cuando en el curso de mi investigación me fui enterando que hubo padres de la Iglesia, como San Agustín, por ejemplo, cuyo influjo llega hasta el presente, que enmendaron la plana del mismo Jesús, que en los evangelios nunca hace mención del pecado original ni identifica al sexo con el pecado ni sentenció que la mujer era pecadora por esencia, pero este santo padre de la Iglesia dio vida de manera rotunda a la sombría creencia del pecado original, por el que cada ser humano es concebido y nace en pecado, y vigorizó la necesidad de la gracia para la salvación y la confesión. Uno de los que se opuso a sus ideas fue Pelagio, que negaba la existencia del pecado original, que afirmaba que sólo los pecadores serían castigados, que aseguraba que tanto las mujeres como los hombres estaban facultados para el bien sin necesidad de la gracia salvadora del bautismo y la confesión, por ser los humanos todos, como obra de un Dios poderoso y de bondad, seres en esencia buenos e inclinados al amor y la caridad.
    “Pues bien, en su lucha contra Pelagio, inquieta y entristece enterarse que el santo varón Agustín se mostró como un obseso sexual y como un hombre astuto y poco escrupuloso, ya que incluso no dudó en recurrir al soborno para conseguir el triunfo de sus creencias sobre las de Pelagio. Repartió 80 magníficos caballos númidas entre las personas que tenían poder para imponer las ideas de él o las de Pelagio… el ganó.
    “Estos hechos y otros parecidos hacen que esté de acuerdo con los que piensan que los santos padres de la Iglesia y los llamados heresiarcas mucho tenían de sofistas, de esos filósofos de la antigua Grecia que de tanto afinar la agudeza de su pensar, dieron en la idea de que como el conocimiento se procesa en la mente del hombre, el hombre lo concibe, lo acomoda y lo expresa según sus necesidades… y así le convenga a sus muy particulares intereses o del grupo al que pertenezca, por lo que la verdad viene a ser una cuestión  de habilidad, de saliva, de bla bla bla, de las fuerzas en que se apoye… y la apoyen.
    “Lo expuesto aquí, considero que da motivo para pensar que toda defensa a ultranza del matrimonio y la familia tradicional es falsa e inoperante si su pensamiento, palabra y obra no conlleva la práctica rigurosa de la libertad e igualdad de todos los miembros que integran a uno y a otra. Si no es así, todo será bla bla bla, por mucha envoltura religiosa y legalidad que la envuelva.
    “Con esto termino la faceta religiosa de mi investigación. Más adelante informaré sobre las paradojas y absurdos que encierra la defensa del matrimonio y la familia tradicional por parte de la iniciativa privada, dueña por lo general de corporaciones, fábricas, talleres y comercios y, en su mayoría, buenos cristianos, pero cuyas decisiones no pocas veces son torpedos contra dichas  instituciones que dicen respetar y amar, como ya lo demostró el caso Birling, en el que J.B. Priestley me hizo intervenir.
    “Sin más por el momento”.

INSPECTOR GOOLE

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