¡Sí!... Pero...
MÉXICO, D.F., 17 de marzo (apro).- Muy señor mío, don Juan Romo: leída su carta a este buzón, en la que manifiesta su entusiasta adhesión a los que gritan “¡viva el desmadre!”, o el pitorreo, el relajo, la ironía, el choteo y otras formas de expresión burlona sobre este nuestro mundo y sus alrededores, le informo que, en principio, estoy de acuerdo con la misma, aunque tengo mis asegunes para disentir de ella.
Veo como cosa natural que tantos estén hasta la coronilla de tantas ideas, costumbres, reglamentos, ordenanzas y leyes, y como usted indica, miedos que norman nuestras vidas hoy en este mundo al punto tal que, bien a bien, no se sepa si venimos al mismo a vivir nuestra vida o a desempeñar papeles de un guión escrito de antemano, en el que unos pocos interpretan personajes protagónicos y la mayoría somos simples comparsas, actores anónimos, intercambiables e incluso sustituibles, papeles que sumen por lo general a los que su circunstancia obliga a desempeñarlos en una angustiosa e insoportable levedad del ser, detectada y tan bien expresada por el checo Milan Kundera.
Luego está, como dijo Nietzsche, que hay dos maneras de entender y vivir la vida: la apolínea y la donisíaca, siendo los atributos de la apolínea la razón, la seriedad, la mesura, la armonía, el equilibrio, mientras la donisiaca está caracterizada por el instinto, la irracionalidad, la exhuberancia, el desbordamiento, la pasionalidad y el placer. Estas dos tendencias hacia la vida, latentes en cada individuo, la una o la otra pueden ser detonadas por los sentires de cada quien, de que el yo de cada uno vea a su yo y su circunstancia, es decir, las ideas, costumbres, reglamentos, leyes y miedos que rigen nuestra vida no como corazas que ayudan a vivirla, sino como camisas de fuerza que nos sujetan, oprimen hasta la asfixia y nos inmovilizan, impidiéndonos satisfacer las necesidades que hacen posible que vivamos de manera digna.
Lo expuesto hasta aquí, considero que explica de manera suficiente que en el mundo en que vivimos hoy, tan difuso, contradictorio, confuso y desigual en tantos aspectos, no falten los dispuestos a gritar “¡viva el desmadre!” o cualquier otro pensar, decir y obrar que haga burla del mismo y de cuanto hay en él. Burla que tiene antecedente, que ya ha existido, existe y siempre existirá, ya que esa burla no es más que reacción del humano sentir, pensar y accionar ante tantos pensares, disciplinas, filosofías e incluso leyes que de inicio se ocupan del hombre real, pero que pueden llegar --¡y vaya si no pocas de esas ideas no han llegado no pocas veces!-- a ocuparse ante todo y sobre todo de la idea hombre, del hombre en abstracto, y no del hombre común y corriente y la realidad en que vive.
Sí, estoy de acuerdo con usted: el desmadre, el relajo, el pitorreo pueden ser ejemplos de valentía individual y paradigmáticas expresiones de libertad en un mundo excesivamente organizado, racionalizado, pero se extraña, mi estimado don Juan Romo, que su lectura de FENOMENOLOGÍA DEL RELAJO, de Jorge Portilla, no le haya hecho recapacitar en lo que ya el autor del libro señaló con tanta razón: que el relajo, el desmadre, el pitorreo pueden ser tan peligrosos o más para la sociedad como la excesiva racionalización y la imposición del orden en la misma; peligrosos, si se limitan a ser una festiva huida hacia la nada; peligrosos, cuando en vez de ser una demostración de valentía y una práctica de libertad, se les convierte en máscaras que justifican el no compromiso; peligrosos, si no van más allá de ser una alegre burla de los llamados valores, ya que esa burla sólo contribuirá a debilitarlos y llegar hasta destruirlos, lo que puede llevar al nihilismo y éste a la desintegración de la sociedad.
Ante estos mis pensamientos, mi estimado, bien puede tacharme de pesimista y con toda razón, pues soy un convencido de que los pensares, disciplinas, filosofías, políticas, religiones y hasta las burlas a las mismas no tengan en cuenta, como dijo Jesús, que el hombre no ha sido hecho en función del sábado, sino que el sábado hecho fue en función del hombre; seguiremos viviendo en un mundo tan difuso, contradictorio y tan desigual en tantos aspectos como el que nos vemos obligados a vivir en estos días.
Tengo un pesar. Dije que me extrañaba que no recapacitara en lo peligrosos que pueden ser el desmadre, el relajo, el pitorreo, las burlas en general. Lo siento. Debí de tener en cuenta que cada cabeza es un mundo, a lo que hay que añadir que no vemos las cosas como son, sino como lo que somos… o lo que han hecho o hacen de nosotros.
Quedo a sus órdenes con el debido respeto que me merece.
LIGORIO D’REVUELTAS
cvb
--FIN DE NOTA—