MÉXICO, D.F., 14 de abril (apro).- Chicas sin freno (Whip it, EU, 2010), de Drew Barrymore, falla en su intento por adentrarnos en el drama de una adolescente llamada Bliss Cavendar (Ellen Page) y su lucha por encontrar su identidad, en medio de un ambiente conservador de una pequeña ciudad tejana.

La madre de Bliss, papel interpretado por Marcia Gay Harden, desea que su hija sea la ganadora de un concurso de belleza para señoritas bien portadas.

A regañadientes, Bliss juega el juego de su madre, pues no desea decepcionarla, pero las cosas cambian cuando descubre por casualidad el deporte de chicas patinadoras y temerarias llamado Roller Derby.

Es casi casi amor a primera vista… Y, lo mejor aún, es que Bliss descubrirá que si hay algo en lo que puede sobresalir es precisamente en el Roller Derby, por el que está dispuesta a dejar todo, incluso su trabajo en un mugriento y aburrido restaurante pueblerino.

Más allá de un par de situaciones interesantes en la historia y un par de buenos chistes, Chicas sin freno está lejos de ser conmovedora. Los personajes secundarios no terminan por desarrollarse del todo, mientras que el crecimiento del personaje principal resulta inverosímil, ya que libra los obstáculos que le impone el destino como si nada.

Lo único que queda es un discurso o, más bien, un sermón de superación personal que alecciona a las mujeres que se sienten atadas a tradiciones familiares con las cuales no comulgan.

Lástima. Y es que la resolución de los conflictos del personaje no estaba tan mal, pero el desarrollo fue mal trabajado por la directora y el discurso feminista se nos entregó en bruto.

Ellen Page, bien, a secas, en parte por las circunstancias de su personaje, en parte porque parece que ya se encasilló, desde Juno, en la adolescente alternativa, diferente y empoderada, capaz de transformar los estereotipos femeninos.

Resultan curiosas las pequeñas participaciones de la misma Drew Barrymore, Juliette Lewis, Jimmy Fallon y Kristen Wiig.