Canonización

domingo, 25 de abril de 2010 · 01:00

MÉXICO, D.F., 21 de abril (apro).- Estimados lectores: he aquí, como prometimos, la síntesis de la segunda parte de la larga carta que el Judío Errante envió a este buzón. Esperamos que tenga para ustedes el interés que concedemos a la misma

“Según la sagrada sabiduría de la Santa Madre Iglesia, la libertad de acción y conciencia de obligaciones son indispensables para someter un pecado mortal que puede ser de pensamiento, palabra y obra u omisión, según las varias dimensiones del quehacer y del comportamiento humano. Según la misma Iglesia, el pecado mortal es toda acción consciente y voluntaria del hombre que transgrede o viola cualquiera de sus obligaciones morales, lo que es, primero y ante todo, una ofensa a Dios, y luego una injusticia para el prójimo o la sociedad, y por último un atentado contra la propia dignidad.

“A la luz de esta definición, el estimado lector de la presente juzgue si sí o si no, el papa Juan Pablo II, con su decisión de guardar silencio ante los actos de pederastia de sacerdotes de su Iglesia y la corrupta conducta del fundador de Los Legionarios de Cristo, el cura Marcial Maciel, no tocó puntos clave de estas definiciones de lo que es un pecado mortal según Iglesia católica, de la que él mismo fue Pastor y Maestro.

“No se olvide y téngase en cuenta para ese juzgar que no pocas víctimas de esos nefandos hechos y de la conducta hipócrita de Marcial Maciel alzaron sus voces para acusar y reclamar justicia, voces a las que el papa Juan Pablo II y otros jerarcas de la Iglesia prestaron oídos sordos,  cuando no las ningunearon y las calumniaron diciendo que formaban parte de un impío complot, y amenazaron a los dueños de dichas veces.

“Igualmente hay que tener en cuenta y no olvidar que, hoy, un jerarca de la misma Iglesia de Roma, un cardenal austríaco, ha levantado su voz para dar la razón a esas voces ninguneadas, calumniadas y hasta amenazadas ayer, el cual ha afirmado públicamente que Juan Pablo II fue el promotor, impulsor y mantenedor de esa conspiración de silencio ante esos actos bochornosos.

“Se ha dicho que tal decisión fue motivada por el miedo al escándalo mediático que provocaría el conocimiento de tan ignominiosos hechos… tenía razón, si esa fue la razón de su actuar, pues no hay más que, para comprobarlo, ver y oír lo que se dice hoy sobre los mismos, pero… también es inexplicable a la suspicacia humana que su innegable capacidad, su experiencia, su saber del mundo y de la gente no previera todas las consecuencias de su decisión; que no alcanzara a comprender que la misma daba lugar a que la suspicacia humana llevaría a no pocos a pensar que con su silencio cometió, y más por ser quien era y su persistencia en el mismo y su acoso, ninguneo y críticas a las voces que clamaban por justicia, cometió, repito, en pensamiento, palabra y obra u omisión, un acto de injusticia contra el prójimo, contra la sociedad e incluso atentó contra su propia dignidad y su propia institución, la Santa Madre Iglesia, de la que era Pastor y Maestro.

“Y lo más grave: con su silencio ninguneó críticas y acusaciones a los que demandaban justicia, no fue fiel a Aquel del que era vicario en la Tierra, a Cristo Jesús; no le fue fiel en los seres que prefiere y más ama: los niños, de los que dijo: ‘lo que hiciereis al menor de estos pequeñuelos, a mí mismo me lo hacéis’, y también: ‘Aquel de vosotros que escandalizare a uno de estos pequeñuelos, más le valiera que se atara una piedra de molino al cuello y se arrojara al mar’.

“En este entrevero de evidencia de hechos nefandos, la pederastia de sacerdotes católicos, el silencio de la jerarquía de la Iglesia ante los mismos y su encubrimiento cómplice y las denuncias de esas acciones y los reclamos de justicia; las acusaciones de un complot por una parte y, por la otra, de contra acusaciones de disimulo e hipocresía, el estimado lector de la presente dirá si su servidor tiene o no razón al decir que más que un paquete, es un paquetazo el que tienen en sus manos los que intentan llevar al Papa Juan Pablo II a los altares, para proclamarlo santo.

“Este tema va a tener más tela de donde cortar, porque a pesar de que desde el inicio de su pontificado y en todos los años del mismo hubo denuncias y más denuncias –que muchos millones de dólares costaron a su Iglesia— y no obstante de que por años de su pontificado las voces de las víctimas de tan nefandos actos, sus acusaciones y reclamos de justicia fueron recogidas y dadas a conocer al público por diversos medios de comunicación, es decir, que esos abominables hechos a pesar del silencio y el encubrimiento ya era, como se dice, un secreto a voces, y a pesar de ello no merecieron su atención, todavía hay jerarquías de la Santa Madre Iglesia que insisten en su postura: en negar que el Papa conociera los mismos… ¿Qué pensar de esa persistencia en la ignorancia de hechos evidentes, balconeados y ya del conocimiento público?”.

 

EL JUDIO ERRANTE

 

cvb

--FIN DE NOTA—

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