¿Quién merece el cetro?

domingo, 20 de junio de 2010 · 01:00

MÉXICO, D.F., 16 de junio (apro).- Arrogantes y risibles humanos: hartos, por tenernos hasta las antenas el oírles decir a todos los niveles que son –ja, ja, ja– los reyes de la creación, que incluso –¡que vanidad!– son imagen y semejanza del supremo creador de todo, por eso y por determinación de asamblea de los de mi especie, es por lo que les escribo la presente.

De entrada, les pregunto: si en verdad son, como presumen, la especie más inteligente y creadora de la Tierra, inventora o descubridora de eso que tanto aprecian, de lo que llaman valores, como por ejemplo eso que denominan verdad, libertad, justicia, amor, ¿por qué viven en permanente crisis, en angustiosa duda de verdad, libertad, justicia, amor? Crisis por dudas que, al igual que el ácido, está corroyendo con humos tóxicos eso que ustedes estiman casi como sagradas y califican de instituciones, tanto a nivel político como social, económico, religioso también… e igualmente también corroe a ustedes, tanto como sujetos y como especie. Niéguenlo… si pueden.

Ante estas evidencias, ustedes dirán si es o no legítimo dudar de su tan cacareada inteligencia, de su sabiduría, ya que sus decisiones, por lo que gusten y manden, son las que precisamente han corroído y siguen corroyendo la infinita fe que despertó en ustedes las posibilidades liberadoras de las que nominan ciencia y técnica, de su fe en el progreso. Díganlo, si no es así, las catástrofes financieras, sociales y ecológicas que han producido y siguen produciendo, provocando, sus llamadas Bolsas, bancos y tantas compañías transnacionales o, mejor dicho, los hombres, las personas que tienen en sus manos el poder de decisión en las mismas y que con esas decisiones están haciendo incierto su futuro y el del planeta mismo… ¿Eso es muestra de inteligencia, de sabiduría o de qué? ¿De qué creen ustedes que sea?

Por nuestra parte, pensamos que en modo alguno esos hechos son ejemplo de inteligencia, de sabiduría, tanto de los que toman esas decisiones que llevan al desastre, como de los que, por lo que gusten y manden, las soportan y son víctimas de las mismas, todo lo cual muestra y confirma que los humanos no pueden ser los reyes de la creación, pues están atentando contra la misma.

Es más, si nos atenemos a eso que ustedes llaman números y democracia, los reyes de la creación más bien somos nosotros, los insectos, ya que somos los seres más numerosos de la creación, pues sumamos el 80% del número total de las especies en existencia.

Cierto, no tenemos individualidad ni tampoco inteligencia como ustedes. No nos hace falta. Tenemos un instinto y organismos tan bien estructurados que son los mejor adaptados para la vida, a tal punto que la vida no se ha molestado en cambiarlo mayormente. ¿Para qué, si como somos nos basta y sobra para conseguir la victoria, la sobrevivencia? Un botón de muestra: en los pantanosos bosques vaporosos del Carbonífero, hace unos 230 millones de años, las de mi especie ya abundábamos casi idénticas en la forma y tamaño que tenemos actualmente. Nosotras vimos desaparecer a los dinosaurios hace unos 60 millones de años. ¿Cómo la ven?

Y hay más: en contraste con ustedes, los humanos, por principio los insectos no atentamos contra la naturaleza, trabajamos con ella. Somos incalculablemente útiles como polinizadores de las plantas y servimos de abundante alimento a numerosos peces y aves.

De acuerdo, hay casos en que podemos serles nocivos, no lo niego, pero tienen que reconocer que también les somos benéficos de diversos modos. Veamos algunos: de nosotros han obtenido y obtienen seda, miel, cera, y hasta hace poco les fuimos indispensables para obtener ciertos tintes, barnices y hasta curtientes, como el tanino, y tengan en cuenta que hay ciertas clases de insectos que constituyen parte de la dieta de varios pueblos.

Tampoco olviden que igualmente colaboramos con su adorada ciencia, pues a ciertas moscas del género Drosophila las han empleado y siguen empleándolas extensamente en sus investigaciones de eso que llaman genética.

Ante estos irrefutables ejemplos y otros parecidos, que por demasiados prolongarían en exceso la presente, aquí termino con ellos.

Como despedida les hago la siguiente pregunta. Arrogantes y risibles humanos, teniendo en cuenta el contenido de la presente, entre ustedes y nosotros, los insectos, ¿quiénes creen que son los que más merecen el cetro de reyes de la creación?

Espero que su arrogancia y prepotencia no los lleve a mentir.

Sin más, en nombre de los insectos,

LA CUCARACHA

 

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