Becas 2009 del Sistema Nacional de Creadores

martes, 10 de agosto de 2010 · 01:00

MÉXICO, D.F., 10 de agosto (Proceso).- Convertidas en un sistema de dádivas intergremial en el que los artistas de diferentes clanes se apoyan mutuamente, las becas del Sistema Nacional de Creadores (SNCA) se encuentran en una dinámica negativa que requiere una urgente solución política.

Creadas en 1993 como apoyo a la creación artística, las becas de 15 salarios mínimos –aproximadamente 26 mil pesos– que se otorgan mensualmente durante períodos de tres años, se han convertido en subsidios, pensiones y seguros de desempleo. Una transformación que no debe ignorarse, ya que evidencia la carencia de políticas culturales destinadas al bien social. Una transformación que no se soluciona reestructurando los procesos de selección sino, por el contrario, diseñando programas y estrategias que generen tanto un sistema de seguridad social para los artistas como, también, la creación de industrias, empleos y consumos culturales. 

En lo que respecta a las artes visuales, la impertinencia de las becas ha sido una constante en todas sus ediciones y reingresos –estos últimos ya pueden consultarse en la página web del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes–, y la edición 2009 que se dio a conocer el pasado viernes 31 de julio no es la excepción: los estímulos son insuficientes en relación con las postulaciones, se repiten becarios, los criterios de calificación son imprecisos y existen selecciones que requieren una explicación pública.

De 226 solicitudes, se otorgaron sólo 30 becas, de las cuales 15 correspondieron a primeros ingresos y 15 a repeticiones: Saúl Villa y Perla Krauze recibieron su cuarta beca de tres años; Alfonso Mena, Antonio Turok, Ignacio Salazar, Mario Núñez, Javier Hinojosa, Miguel Castro Leñero, Roberto Rébora y Tomás Parra, la tercera; Gabriela Gutiérrez, Emilio Said, Gerardo Montiel Klimt, Arturo Elizondo y Mariano Villalobos, la segunda.

En lo que se refiere a los primeros ingresos, es importante que se aclare el vínculo que existe entre el becario Ilán Lieberman y la directora del Museo Carrillo Gil, Itala Schmelz; si la relación es familiar, es indispensable que se diseñe un nuevo código ético.

Y por último, uno de los aspectos más importantes de la edición 2009: el otorgamiento de un “apoyo especial vitalicio, sujeto a la suficiencia presupuestal”, para los coreógrafos y bailarines Michel Descombey, Cora Flores y Gladiola Orozco. Su derecho a una asistencia social digna y eficiente no compete a las becas, no es una limosna y no debe ser una alteración a la normativa. Es una responsabilidad gubernamental que Consuelo Sáizar, en su carácter de presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, debe enfrentar y solucionar.

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