Adiós a Nacho Duato
MÉXICO, DF, 28 de julio (apro).- “Seguro hay puertas que se abren para mí mucho más importantes que las que se me han abierto en España”, señaló el coreógrafo Nacho Duato hace unos días al hacer pública su renuncia de la Compañía Nacional de Danza (CND) de España, la que encumbró como una de las mejores del mundo.
El artista, nacido en Valencia en 1957, iniciará una nueva etapa a partir del 1 de enero al frente al Teatro Mijálovsky de San Petesburgo, Rusia. Se trata de todo un acontecimiento, dado que desde hace un siglo ningún extranjero ha asumido semejante posición en esta emblemática compañía.
Durante la conferencia de prensa ofrecida en Madrid, sede de la compañía, el artista no soslayó su animadversión por la forma en la que el Ministerio de Cultura de España trata de definir sus políticas culturales, tratando de encajonarlo en un concepto bastante retrógrado --dados los alcances del que ha sido catalogado como uno de los mejores coreógrafos y bailarines de la historia de la danza mundial.
En una entrevista realizada al coreógrafo en el 2001 por Proceso, explicó a profundidad que le había costado gran trabajo convencer al público español con sus propuestas. La gente esperaba un repertorio clásico que él abolió para dar rienda suelta a su propia creatividad.
El hecho de ser bien parecido --se le conoce como “Nacho Guapo”-- había sido un punto que utilizó a su favor para que el grupo lograra salir del escollo en el que se encontraba. Al romper con el esquema tradicional y darle un sello contemporáneo al elenco, Duato se enfrentó de principio a salas vacías y a miradas sospechosas de los funcionarios culturales que buscaban resultados al vapor.
Se dedicó entonces a hacer una campaña publicitaria modelando ropa junto con todos sus bailarines y aparecer en programas y revistas del corazón. Al poco tiempo logró interesar al público, que descubrió un nuevo tipo de danza mucho más vanguardista de lo jamás hecho en España.
Hoy en día, cuando se presenta la CND, se abarrotan los teatros. La gente asiste con gran afán de verlo bailar a él y, por supuesto, a sus compañeros, con creaciones de ballet contemporáneo de gran belleza y enorme complejidad formal. La obra de Duato en un hito en lo que se refiere a la evolución del ballet.
Según deploró la prensa madrileña, la salida del artista se dio de alguna forma tormentosa y forzosa:
“Vaivenes políticos, buena dosis de arrogancia, declaraciones sensatas y malcriadas, no siempre prudentes, rumores que fueron y vinieron por los despachos de nada menos nueve ministros de Cultura, que le hicieron parecer imbatible, y una proyección a veces excesiva, y por momentos equivocada de su imagen pública, convirtieron a Nacho Duato en señalado enfant terrible.
“Con demasiada frecuencia estos periféricos han tenido más eco mediático que los logros artísticos: como la conversión de la CND en embajador cultural español en todo el mundo; su asentamiento como uno de los grandes coreógrafos neoclásicos del siglo XX; su voluntad de montar en España un repertorio de grandes coreógrafos.”
Ya tendrán tiempo de arrepentirse los funcionarios culturales de España de haber hartado y darle la espalda al mayor artista de la danza clásica que han tenido en toda su historia. Si en Frankfurt, Alemania, echaron fuera a William Forsythe, el mejor artista que jamás tuvo esa ciudad, no es raro que los españoles también quieran tener cines y willis nada más en sus foros.
Por otro lado, los rusos se convertirán una vez más en punta de lanza de la danza mundial, porque Duato, a sus 53 años, se encuentra en plena madurez como coreógrafo y tiene muchísimo que dar aún.