"Sabor amargo"

domingo, 29 de agosto de 2010 · 01:00

MÉXICO, D.F., 25 de agosto (apro).- Después de una breve y exitosa temporada en el Foro Shakespeare, Estela Leñero presenta una de sus obras más recientes, ahora en el Teatro Sergio Magaña: Sabor amargo, tragedia contemporánea dirigida por Claudia Ríos, en la que se abordan algunas formas de la violencia intrafamiliar y sus consecuencias.

Sabor amargo cuenta una historia que puede ser la de muchas familias mexicanas: una madre viuda (podría ser divorciada o madre soltera) que tiene a su amante en casa, quien abusa sexualmente de su hija adolescente.

Como también suele suceder en muchos casos como éste, la madre no cree a la hija cuando denuncia el acoso, solapado además por el hermano desempleado y drogadicto que se hace de la vista gorda para recibir dinero del padrastro y poder financiar su vicio.

Mientras tanto, a la manera del Hamlet de Shakespeare, el padre muerto ronda por la casa y pide a su hijo venganza en contra del usurpador. Se trata de un padre macho y golpeador que, por estas causas, fue asesinado por la madre, pero sigue apareciendo fantasmalmente en los sueños de opio de su vástago.

En el prólogo de Sabor amargo, editada por El Milagro, Víctor Hugo Rascón Banda señala: “Estamos frente a un infierno interior de los personajes y un infierno exterior de una ciudad inhóspita que se cuela por las ventanas y puertas, en donde la meta es sobrevivir.

“Microhistoria de una familia disfuncional en una macrociudad de tianguis, microbuses y desalojos policíacos, Sabor amargo --obra redonda, eficaz, construida con inteligencia-- desnuda el tejido enfermo de la familia, expone pero no condena, indaga pero no castiga”, agrega el dramaturgo.

Estela Leñero ofrece diálogos claros, directos, sencillos, para plantearnos situaciones que son mucho más comunes de lo que pudiéramos creer: padres golpeadores, abusadores sexuales al interior de la familia, madres que prefieren a su amante en detrimento de sus hijos, discriminación sexual a favor de los hijos varones y, finalmente, autodestrucción.

En escena vemos una serie de juegos de poder que inicia con el padre, quien aun después de muerto sigue violentando la dinámica de esta familia disfuncional y que se prolonga ahora en la figura del padrastro, que ejerce su poder a través del dinero.

Pareciera una típica historia de víctimas y victimarios, pero el asunto es más complejo, porque la víctima termina por acceder a los deseos de su victimario a cambio de ciertos favores: dinero, sexo, silencio, compañía, etc.

Destaca el trabajo de una de las directoras más solventes del teatro mexicano actual, Claudia Ríos, quien sin mayor parafernalia escénica fundamenta su propuesta principalmente en el trabajo actoral, a través de un elenco en el que, desafortunadamente, hay desniveles, sobre todo en la interpretación del hijo, personaje que requiere de un histrión con mayor solvencia.

Las funciones se realizan viernes a las 20:00 horas, sábados a las 19:00 y domingos a las 18:00 horas.

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