La música del Centenario 1910

viernes, 17 de septiembre de 2010 · 01:00

MÉXICO D.F., 17 de septiembre (apro).- Cuenta una curiosa anécdota el historiador Alejandro Rosas sucedida hace un siglo en el balcón de Palacio Nacional en los Mitos del Grito (http://bicentenario.com.mx/?p=10675), cuando al cumplirse un siglo del inicio de la independencia nacional, Porfirio Díaz acababa de dar El grito de 1910 en el balcón y...

         "Curiosamente, al momento de tocar la campana, ésta no sonó. Algunos partidarios de Madero --que se encontraba preso luego del fraude electoral de junio de 1910-- lograron ponerle un trapo al badajo de la campana, nada que no pudiera corregirse en el momento y seguir con el festejo."

         A diferencia de las actuales celebraciones del Bicentenario, carentes de memoria patria y visión histórica, aquellas festividades de don Porfirio fueron preparadas con ocho años y seis meses de antelación. Desde el 24 de marzo de 1902 se llevaron a cabo reuniones en la residencia del licenciado Trinidad García, donde participaron personajes como el general Mariano Escobedo y Manuel María de Zamacona, magistrado de la Suprema Corte de Justicia.

         El 28 de agosto de 1910 había sido reinaugurado el Teatro Abreu, sede oficial del Centenario con la ópera Nicolás Bravo, libreto de Ignacio Mariscal y música de Rafael J. Tello, y para la apertura del Congreso de la Unión el 16 de septiembre, la famosa soprano María Conesa (apodada La gatita blanca) entonó el Himno Nacional.

         Las fiestas del Centenario se prolongaron hasta los primeros meses del año siguiente; pero una cena importante de Díaz con los embajadores invitados del extranjero tuvo lugar la noche del 6 de octubre de 1910 en el patio de Palacio Nacional ante el Monumento Efímero Apoteosis a los Héroes de la Independencia, donde 150 músicos interpretaron las Marchas Heroica y Fúnebre del Crepúsculo de los Dioses, obra compuesta por Richard Wagner.

         En su investigación Historia de la Música Popular Mexicana, el locutor y creador musical de Valparaíso, Chile, y radicado en México, Juan S. Garrido, (1902-1994) dedica tres capítulos a narrar los acontecimientos que más sonaron aquella época:

         "Para 1906, el eminente maestro Luis G. Jordá fortaleció la literatura musical escolar con una bonita canción titulada La casita blanca, con versos del ilustre poeta mexicano Manuel Gutiérrez Nájera, que había fallecido en 1895. Ochocientas voces infantiles estrenaron esta canción en la fiesta de las escuelas normales celebrada en el Tívoli del Eliseo.

         "El pianista improvisador Aurelio Villanueva estrenó su vals titulado Crepúsculo. Miguel Lerdo de Tejada publicó tres danzas bajo el título de Caracteres (Bulliciosa, Expresiva y Retobada); Manuel Berrueco y Serna, la danza para piano Recuerdo a Cuautla; Rafael Gascón, el pasodoble Blanquito; Abundio Martínez, los chotises Consuelo y Vivir siempre soñando, y Xavier Dumont, su danza Lupe, opus 107. Éste último fue un fecundo compositor que no vio publicadas todas sus obras, pero insistía en marcarles el número del opus."

Ruta Cien

En el capítulo vigésimo, Garrido se refiere a las composiciones sobresalientes de 1907, cuando destacan las marchas Chapultepec, Cuarto poder (dedicada a la prensa metropolitana), Félix Díaz, Canto al pueblo y 2 de abril del duranguense Velino M. Preza Castro (director de la Banda de Ingenieros y fundador de la Banda de Policía de la ciudad de México), quien vio editado también ese año su Himno a la Patria, con letra del “poeta del hogar mexicano” don Juan de Dios Peza.

         Otro notable compositor duranguense, el pianista Ricardo Castro, publicó en 1907 su Valse Sentimentale y Barcarolle "así, con títulos en francés por recibir beca del porfiriato para completar estudios en Francia, Bélgica y Alemania, habiendo publicado gran parte de sus composiciones en Francia", apunta Juan S. Garrido:

         "Contagiado con la moda francesa, Abundio Martínez publicó su vals Floraison d’Amour ("Florescencia de amor"), dedicado a don Pedro L. Rodríguez, gobernador del Estado de Hidalgo. Miguel Lerdo de Tejada presentó su bonito intermezzo Tlalpam y el vals Souvenir de México, dedicado a la esposa del Secretario de Relaciones de los Estados Unidos, Elihu Root, que acompañado de su familia visitó México desde el 30 de septiembre hasta el 16 de octubre, y fue hospedado en el Castillo de Chapultepec.

         "En agosto de 1907 fue inaugurado el Teatro Lírico, nuevo coliseo en el que se dio cabida a la producción musical de muchos maestros compositores. Cerramos ese año con la triste noticia de la muerte de Ricardo Castro, quien falleció víctima de una pulmonía fulminante el 28 de noviembre de 1907, a la temprana edad de 41 años, pues había nacido en Durango el 7 de febrero de 1866. Castro representó a México en la Exposición Internacional de Nuevo Orleáns, cuando tenía apenas 16 años de edad, y volvió a los Estados Unidos en 1885. En 1902 tomó cursos en París y Amberes tocando sus propias composiciones para piano. Escribió cuatro óperas, siendo la más importante Atzimba, con temas mexicanos. Había sido nombrado director del Conservatorio Nacional de Música desde el 1º de enero de 1907."

 

Cantos populares

 

En el capítulo 22 de su Historia de la Música Popular en México, Juan S. Garrido habla de "la más valiosa colección de cantos populares publicada en el país que editó la Casa Wagner y Levien, por 1909.

         "La despreocupación de los editores en este caso fue tal que el nombre del autor de esta recopilación figura indicado como F. Pichardo... Pero se trata de una soberbia colección de 52 cantos populares, que comprende una importantísima antología de la música que se cantaba en México entre 1860 a 1910, en la que figuran 12 rondas infantiles de uso en el país, pero de procedencia española. Todas las piezas están escritas con guía vocal y acompañamiento de piano y de guitarra, los instrumentos acompañantes más populares en México... Una lástima que esta colección no se haya vuelto a editar ya que se trata de una valiosa contribución a nuestro cancionero popular."

         Asimismo, hace referencia al compositor y pianista Salvador Pérez, quien "ya había escrito música para varias revistas teatrales y vio por fin publicados en 1909 su danza Huyó, letra de Enrique Rodríguez Bucheli y Hondamente, versos de Antonio H. Altamirano, o el vals Ángel de mis amores que gozó de enorme popularidad, letra de José A. González".

         Engrosan el listado de Garrido:

         "José Pérches Enríquez, notable pianista chihuahuense, dio a conocer una danza de tipo oriental, para canto y piano, con letra del poeta Rojas Cantú, Secreto eterno, melodía que ha dado la vuelta al mundo. También estrenó otras dos danzas para piano solo: Preciosa y Rumelia.

         "Don José F. Elizondo, poeta hidrocálido (que en 1904 triunfara con el libreto de la zarzuela Chin chun chan), puso en escena otra obra suya titulada La onda fría en colaboración con Humberto Galindo y música del compositor mexicano Manuel Berrueco y Serna (conocido por El chato, quien escribió para esta zarzuela su bonita Canción del Sarape).

         "El maestro Gastón Giner estrenó en 1909 su pasodoble militar 16 de Septiembre; el inspirado compositor jalisciense Andrés C. Sandoval, autor de Posadas tapatías y el Himno a Juárez, dio a conocer su encantadora danza Soñadora, dedicada al maestro Alfredo Carrasco; Eduardo Díaz figuró con el vals Soñador; Luis G. Jordá presentó un vals lento: Blessée d’amour, el chotis Parisién y la mazurca Elodia; el michoacano Fernando Méndez Velásquez (director musical de la Compañía de Operetas de Esperanza Iris) editó una machicha titulada La gatita de oro; el maestro español Vicente Mañas escribió el vals boston Primavera de amor:

         "Abundio Martínez triunfó con una serie de cinco danzas para piano que llamó Las aventureras, y Miguel Lerdo de Tejada, muy ocupado atendiendo giras artísticas con su orquesta típica, se conformó con presentar su vals Amparo. Rafael Gascón dedicó en 1909 el vals Espiritual a doña Carmen Romero de Díaz, y lo estrenó en un baile que la colonia española ofreció a la primera dama de la nación en el Casino Español."

         Agrega que "también estrenó el pasodoble El verdadero Bell, que dedicó al celebre payaso inglés Ricardo Bell, que gozó de gran popularidad en la ciudad de México y era muy amigo de don Porfirio Díaz, a quien acompañaba en sus cacerías".

 

El mero Centenario

 

A continuación, reproducimos fragmentos del recuento cumbre que hace en su investigación Juan S. Garrido, acerca de la música en México hace justamente un siglo en el tiempo:

         "Existía gran expectación en el país porque en esta año de 1910 debía celebrarse el Primer Centenario de la Proclamación de la Independencia Nacional, y aprovechando estas fiestas se estrenaron en la ciudad de México varias zarzuelas y sainetes musicales, con comentarios de actualidad política; algunos satirizando a don Francisco I. Madero, que era el candidato a la Presidencia de la República por el partido antireeleccionista, y otros criticando al propio don Porfirio, lo que era realmente una audacia increíble. Estas obras llevaron música de compositores mexicanos o extranjeros residentes en el país.

         "Ernesto Elorduy, de distinguida familia de origen vasco, educado musicalmente en París y, y que ya había publicado algunas piezas suyas y una colección de cantos escolares, dio a conocer su Vals de las flores; Ángel J. Garrido, compositor jalapeño, excelente guitarrista y buen pianista, estrenó su danza Luz del alma y el chotis Rosas y Margaritas; Eduardo Díaz, su vals María Teresa; Alberto de la Peña y Gil y Luciano Espinosa publicaron la danza Pérfida, con letra del poeta José del Valle, y el maestro Rafael Gascón, presentó su vals Blanco y Negro, y el intermezzo-twostep Camelias

         "El compositor Aurelio Villanueva, tuvo éxito con su danza Mientes, con letra suya. El concertista de piano Carlos del Castillo, editó su Gavota de amor. Los mejores valses del año fueron Éxtasis, vals lento de Jesús Pulido; Juanita, del regiomontano José Mauro Garza; Judith y Dúo de amor, de Luis G. Sobreira, y Lila, de José Córdova Cantú.

         "Xavier Dumont (el de muchos "opus") publicó su danza Esther; el maestro Rafael Galindo, notable violonchelista y subdirector de la Orquesta Típica de Miguel Lerdo de Tejada, cosechó aplausos con su polka Lolita, y el capitán Alfredo Pacheco con su brillante marcha El Veintitrés de Infantería. El pianista y compositor chiapaneco Fernando Soria publicó un bonito pasodoble titulado Gualda y Rojo, y la gavota La virgen de mis ensueños."

         Por último, Garrido señala que por entonces Manuel M. Ponce "regresaba de Europa donde fue a completar sus estudios, y entregó a las prensas una inspirada melodía con el título de Mayo", amén de un bello vals que llamó Amorosamente".

         Gracias a la ineficaz política cultural del Estado mexicano en difundir por radio, televisión y otros medios electrónicos tiempos a favor de la música extranjera encima de los de la mexicana, hoy todas aquellas melodías cuyas partituras fueron editadas hace un siglo son absolutamente desconocidas para el pueblo.

         Nos queda el recuerdo preciso de lo que gritó el dictador Díaz, antes de que la campana de Dolores no repicara:

         Mexicanos, ¡Viva la república!

         ¡Viva la libertad!

         ¡Viva la independencia!

         ¡Vivan los héroes de la patria!

         ¡Viva el pueblo mexicano!

         Y colorín, colorado. Este canto ya ha rodado.

rm

--FIN DE NOTA-- 

 

 

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