Experto critica programa gubernamental contra obesidad infantil

jueves, 23 de septiembre de 2010 · 01:00

MONTERREY, NL, 23 de septiembre (apro).- El gobierno de Felipe Calderón carece de planes para abatir el problema de la obesidad infantil, así como de infraestructura deportiva o programas para activar a los niños en las escuelas, asegura Oscar Salas Fraire, jefe del departamento de Medicina del Deporte y Rehabilitación del Hospital Universitario de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL).
Sostiene que los grandes programas deportivos en México se enfocan a las justas olímpicas, con el entrenamiento de atletas de elite, relegando al resto de la población.
Además, puntualiza, en el seno familiar no hay educación para alimentar bien a los chicos ni conciencia para animarlos a apagar el televisor.
Salas Fraire advierte que, por malos hábitos, los niños comen alimentos con altos contenidos de azucares refinados que rápidamente se asimilan en el cuerpo y se convierten en grasas que se depositan en abdomen, tronco, glúteos y senos.
En entrevista, advierte: “Una golosina produce una satisfacción, quita el hambre y despierta una necesidad de glucosa. La persona con apetito sueña y se ilusiona con un pastelillo, algo dulce, no importando si es obesa o se encuentra en peso normal”.
En el caso de los niños, dice, la necesidad es instintiva, y la comida de bajo valor nutritivo es fácil de adquirir y consumir.
Sin embargo, resalta el especialista, una vez que el problema aparece, es decir, escala la obesidad infantil en el país, se enfrenta otra realidad: la carencia de infraestructura deportiva. No hay canchas para jugar ni maestros para impartir un mínimo programa de ejercicios.
En tanto, el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), dependiente de la Secretaría de Salud (Ssa), informó que hay 70 millones de mexicanos con problemas de obesidad. Más aún, presenta este problema 20% de la población infantil del país y 40% de los adolescentes.

Mal alimentados y sin canchas

El INSP reportó que en México el sobrepeso y obesidad infantil han crecido de 18.4%, en 1999, a 26.2% en 2006, es decir, a razón de 1.1% al año.
También destacó que la diabetes mellitus, asociada a la obesidad y principal causa de muerte en México, cuesta al país unos 80 mil millones de pesos, “más el impacto en la economía familiar y el sufrimiento humano”.
Salas Freire, quien fue jefe del staff médico de la delegación mexicana en las Universiadas de Bangkok 2007 y Serbia 2010, señala que, junto a los malos hábitos alimenticios, los niños en nivel básico carecen de espacios para jugar o de instructores que coordinen sus actividades.
Los apoyos oficiales, agrega, van enfocados a atletas de nivel superior, no para el grueso de la población.
“El sedentarismo es causa importante de la obesidad. La contraparte es la actividad física y el deporte. Esa contraparte requiere que desde la infancia el niño tenga tiempo para el ejercicio, que en las escuelas se dé apropiada educación física en primarias, secundarias, luego en educación media y universidades”.
Sin embargo, añade el especialista, “los grandes proyectos nacionales del deporte están enfocados a las Olimpiadas, en proyectos orientados a competidores de elite.
Egresado de Medicina de la UANL, con doctorado en Medicina del Deporte por la Universidad de Saarlandesen, en Alemania, Salas Freire sostiene que se carece de recurso humano y de áreas deportivas en escuelas, pero también en sus barrios.
“Los municipios proyectan urbanidades pero se les olvidan las áreas deportivas. Porque no es suficiente con hacer deporte en escuelas, sino en el hábitat natural, donde se vive. Pero veamos cuántos lugares habitacionales no tienen reglamentados los espacios deportivos que deben tener”, cuestiona.
Luego destaca la ausencia de espacios para practicar deportes.
“Eso lo vemos en el área metropolitana de Monterrey. Pasó la catástrofe de Alex, que barre con el parque en el río Santa Catarina, donde jugaban los muchachos. Jugaban en el fondo de un río. ¿Por qué tienen qué jugar en ese lugar? Pues porque en el área metropolitana no se reglamentan los espacios deportivos. Por el contrario, los quitan”.
Deplora que “los clubes deportivos de futbol americano, ligas pequeñas de beisbol y futbol soccer deban mendigar espacios al municipio, a los constructores para que les proporcionen un área para la práctica del deporte, cuando el estado debería dar y regular la existencia de esos espacios. Eso lo vemos en Monterrey, pero en realidad es un problema nacional”.
Salas Freire aclara que no es necesario que haya en las escuelas grandes instalaciones para practicar deporte. Los programas se pueden adaptar a las necesidades de cada plantel. Y no es absolutamente necesario que las clases las impartan especialistas. Hay diplomados que pueden tomar profesores y que les pueden servir de guía para las actividades fuera del aula.
Tampoco, añade, se necesitan atuendos deportivos onerosos.
Una gran diferencia en la salud de los niños la puede hacer la práctica diaria de actividad durante 15 o 30 minutos, acota.
Los beneficios son a nivel gastroenergético, de mejoría funcional. “Ahora la gente está consciente de que la capacidad aeróbica representa el buen o mal estado de los sistemas cardiorrespiratorio, musculoesquelético y metabólico”, asegura.
Actual vicepresidente de la Federación Mexicana de Medicina del Deporte, el doctor Salas considera que, desafortunadamente, no hay una conciencia a nivel institucional sobre los beneficios que implica, para la salud pública, hacer deporte.
El problema de la obesidad, aclara, “no es solamente estar gordo. Representa predisposición para otras enfermedades, como diabetes mellitus, hipertensión arterial y cáncer. Esto es una carga tremenda de salud pública y económica para el Estado mexicano y no se diga para la misma familia”.
Al abordar el debate de los alimentos chatarra en las aulas, el exvicepresidente deportivo de Tigres de primera división considera que el problema grave de los pastelillos, frituras y refrescos es su abuso.
Asegura que una golosina esporádica no daña a los menores. Lo malo, dice, es que por hábitos incorrectos los niños se habitúan a satisfacer el hambre con este tipo de alimentos que les proporcionan una satisfacción pasajera.
Así, los niños encarnan una paradoja: no se alimentan bien, pero en lugar de estar delgados por falta de alimentos, como diría la lógica, se ven obesos por una deficiente alimentación.
“Poco veneno no mata. Un panecillo, una fritura no es el problema. El problema es el abuso. Por eso no hablamos de problema de ingesta, sino de cultura. Desafortunadamente en edades infantiles se tiende a lo más fácil, creer que con comer un pastelillo se calmó el apetito o que con eso se puede hacer una alimentación apropiada”.
Y advierte que las campañas para el consumo saludable son excelentes, independientemente de los efectos empresariales que eso implique. “Debe haber una inducción a consumir frutas y verduras, a consumir más proteínas que grasas y carbohidratos. Los esfuerzos que se buscan para esto son buenos y, si esto tiene tintes económicos y políticos, pues ya es otro asunto. El asunto es de abuso”.
Las familias y el gobierno deben saber, agrega Salas Freire, que con el mismo dinero que se gastan los niños en alimentos chatarra, podrían adquirir otros productos saludables y de buen sabor que los nutran.
Mientras, el INSP, que alerta contra un entorno escolar en México de carácter “obesogénico”, promueve en los planteles el uso de agua potable como principal bebida hidratante, así como el consumo de frutas y verduras.
En su página de Internet señala que “de manera complementaria se propone desestimular el consumo de bebidas endulzadas (refrescos, jugos, néctares y otras bebidas que contienen endulzantes calóricos) y alimentos con alta densidad de energía (botanas, galletas, pastelillos industriales, entre otros alimentos).
“Para alcanzar este objetivo es importante que los lineamientos definan ciertas características de los alimentos, entre ellas, señalar los límites del contenido de calorías para los productos de alta densidad de calorías (>275 Kilo calorías/100 gramos) y recomendar la reducción gradual de grasas de riesgo, azúcares añadidos y sodio en los alimentos consumidos por los niños, de acuerdo a las recomendaciones de la Organización Mundial de la Saldu y otros organismos internacionales”.
Salas Freire subraya que el esquema de la nutrición saludable, que se ha buscado imponer desde siempre a escala oficial, debe estar aparejado con un programa serio y permanente de cultura física, aplicado en la escuela y en la casa.
“En la escuela se puede empezar, pero se tiene que reforzar en el entorno familiar para que en la casa se le eduque al niño a comer más frutas, verduras y proteínas, más que grasas y carbohidratos”.
Y luego reflexiona sobre la proliferación de grandes campañas de los gobiernos para todo, menos para la alimentación o para el deporte.
“No hay campañas para conducir bien un auto en la calle. ¿Cuántas campañas de eso hay? Mucha gente ni el examen de manejo hizo. No vemos tampoco campañas para la alimentación. El niño vería eso y aprendería, aunque hay que reconocer que los padres de familia somos también culpables de la mala alimentación. No todo es culpa del gobierno”.
Finalmente, quien fuera tesorero de la Asociación Mundial de Postgrado de Medicina del Deporte (2004-2008) hace un llamado a los funcionarios responsables del tema para que adopten, de inmediato, políticas para activar a los chicos y así disminuir considerablemente los problemas de salud.

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