Pragmático y no programático, el libro de Peña Nieto
MÉXICO, D.F. (apro).- “Todos sabemos que si Pemex sigue por la ruta en la que transita, no tendrá futuro. Sin temor, hagamos las reformas que necesita: que la hacienda pública dependa menos de esta empresa por medio de una reforma fiscal y que, a su vez, Pemex pueda asociarse con capitales privados. No podemos intimidarnos ante las críticas”.
Con este párrafo, uno de los últimos de su libro México, la gran esperanza, el precandidato priista a la Presidencia de la República, Enrique Peña Nieto, destaca que uno de sus principales objetivos al llegar a Los Pinos será emprender la apertura de la principal paraestatal del país.
Para Peña Nieto este es un asunto de “pragmatismo”.
De hecho, la palabra más escrita en esta obra es “pragmático” y no “programático”.
Junto con la idea de un “Estado eficaz” que se va perfilando a lo largo de las propuestas sintéticas, a la usanza de un spot, el exgobernador mexiquense lo mismo habla de crear un Tratado de Libre Comercio (TLCAN) de la Infraestructura y el Transporte que eliminar la pobreza y “fortalecer y ensanchar la clase media”, pero sin medidas muy claras.
Dividido en ocho capítulos, donde expone sus principales propuestas en el terreno político, económico, social y de seguridad pública, el libro de Peña Nieto no contiene novedades sustanciales a lo que ha venido exponiendo en los últimos meses, pero sí destaca su insistencia en la apertura de Petróleos Mexicanos (Pemex).
También argumenta en la necesidad de revivir la “cláusula de gobernabilidad” para tener gobiernos eficaces y no gobiernos divididos; sostiene que el fracaso de la transición ha sido la incapacidad para realizar reformas, principalmente, en materia fiscal; propone construir una “sociedad del conocimiento”, y toma como modelo a Corea del Sur; promete repartirles a cada niño de primaria una computadora con internet de banda ancha, y considera que para eliminar la pobreza y desigualdad basta con tener un “Estado eficaz”.
Sobre seguridad pública y justicia, Peña Nieto considera que el panorama “es desolador”, porque existen “mayor violencia y más grupos criminales”.
Propone una Estrategia Nacional para Reducir la Violencia con cuatro objetivos: “Disminuir de manera significativa los homicidios, secuestros, extorsiones y la trata de personas”.
Sin embargo, no advierte si continuará la movilización actual de las Fuerzas Armadas, pero sí considera que se requiere una “reforma constitucional en materia de justicia penal y seguridad pública”.
Como principio estratégico, Peña Nieto plantea que “en un contexto de recursos económicos y económicos limitados, la intervención del gobierno federal debe concentrarse en los municipios más violentos y en aquellos con mayor riesgo de detonar espirales de violencia.
“En aquellos lugares donde no hay una crisis de violencia, la estrategia debe tomar como punto de partida esa realidad específica”, abunda.
En la página 68, en el capítulo de “Acelerar el crecimiento económico sustentable”, el exgobernador mexiquense expone en cuatro párrafos su propuesta concreta. En la parte sustancial señala:
“Es necesario tomar medidas mucho más audaces para revigorizar nuestro sector energético; para lograrlo tendremos que despojarnos de las ataduras ideológicas que impiden detonar el potencial de Pemex como gran palanca del desarrollo nacional.
“México deberá examinar los mecanismos utilizados exitosamente en otros países para que, sin renunciar a la propiedad pública de los hidrocarburos ni a la rectoría y conducción del Estado en materia energética, esta empresa se pueda beneficiar de asociaciones con el sector privado para dinamizar su producción, así como aumentar su rentabilidad y transparencia”.
En ninguna de las líneas de la obra de 181 cuartillas, Peña Nieto se pronuncia por la democratización o reforma al régimen de medios de comunicación; evade señalar qué hará en materia de telecomunicaciones y convergencia, y tampoco aporta luces sobre sus futuras relaciones con la prensa.
Revivir el TLCAN
El libro de Peña Nieto sorprende en sus primeras líneas y, sobre todo, en el capítulo 7 “México, actor global”, al revivir el Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLCAN), negociado y firmado durante el sexenio de Carlos Salinas.
Considera que este tratado demostró “liderazgo audaz y responsable”.
A partir de este tratado, México debe recuperar el liderazgo mundial, y Peña Nieto propone siete acciones prioritarias: “1) impulsar una mejor integración de América del Norte; 2) fortalecer la cooperación con Centroamérica y el Caribe; 3) recuperar la interlocución efectiva con América del Sur; 4) consolidarnos como potencia cultural iberoamericana; 5) consolidar una alianza con la región de Asia-Pacífico; 6) impulsar un multilateralismo efectivo; 7) dinamizar la relación con la Unión Europea”.
No oculta su admiración por el TLCAN ya que “México se ha beneficiado en muchos aspectos de la relación política y económica con Estados Unidos y Canadá”.
Para el exgobernador mexiquense, “el TLCAN ha sido uno de los principales factores de transformación de la economía mexicana. Sin embargo, en la última década América del Norte ha perdido dinamismo. La participación de la región en la producción económica mundial y en el comercio internacional, disminuyó, mientras que la de China se incrementó drásticamente, convirtiéndose en el principal competidor de México y Canadá en el mercado estadunidense”.
¿Qué propone Peña Nieto? En primer lugar pensar en una integración regional, “sin intentar copiar modelos como la Unión Europea”, en segundo lugar, impulsar un Plan de Infraestructura y Transporte de América del Norte, “financiado por un fondo de inversión regional”, así como “fortalecer la cooperación y la coordinación en materia de seguridad para combatir de manera efectiva al crimen y al terrorismo internacional”.
En tercer lugar, propone una reforma en materia de mercados laborales.