Designa el Papa nuevo obispo en Guadalajara, tras renuncia de Sandoval

miércoles, 7 de diciembre de 2011 · 11:16
GUADALAJARA, Jal. (apro).- El Papa Benedicto XVI designó al cardenal José Francisco Robles Ortega como nuevo arzobispo de Guadalajara, con lo que aceptó la renuncia del cardenal Juan Sandoval Iñiguez, quien desde 1994 venía ocupando ese cargo. A través de Radio Vaticano, la Santa Sede dio a conocer hoy el nombramiento de Robles Ortega, quien se venía desempeñando desde 2003 como titular de la Arquidiócesis de Monterrey, que también es sede cardenalicia, como la de Guadalajara. De esta manera, el cardenal Robles Ortega pasa de una sede cardenalicia a otra de igual rango, por lo que su nombramiento formalmente no representa ningún ascenso dentro de la jerarquía eclesiástica. Respecto a Sandoval Íñiguez, el Vaticano precisó que fue aceptada su renuncia porque rebasó la edad de jubilación, establecida en 75 años de edad por el Código de Derecho Canónico, legislación que norma la vida interna de la Iglesia católica. A través de su cuenta de Twitter, Robles Ortega ya manifestó hoy mismo su determinación de servir a la Iglesia jalisciense: “La obediencia me trajo a servir a la Iglesia de Monterrey, la misma obediencia me lleva a servir ahora a la Iglesia de Guadalajara”. A través de esta vía (@cardenalrobles), el nuevo arzobispo de Guadalajara empieza a mantener contacto con la feligresía de Jalisco, difundiendo algunos mensajes de motivación espiritual, así como de agradecimiento a quienes lo han apoyado en su carrera episcopal. Sin embargo, al clero y a la feligresía de la Arquidiócesis de Guadalajara les sorprendió el nombramiento de Robles Ortega, ya que no se estila cambiar a un jerarca de una sede cardenalicia a otra. Y en este caso, incluso las ciudades de Monterrey y Guadalajara son muy similares en tamaño, aunque la última tenga mayor prestigio eclesiástico. De cualquier modo, en el nombramiento influyó el hecho de que Robles Ortega es oriundo de Mascota, Jalisco, donde nació el 2 de marzo de 1949. Además, gran parte de sus estudios eclesiásticos los realizó también en Jalisco. Estudió en el seminario de la diócesis de Autlán, y posteriormente en los seminarios de Guadalajara y Zamora, Michoacán. Se ordenó sacerdote el 20 de julio de 1976. En Autlán fue vicario general y de ahí nombrado obispo de Toluca. En 2003 fue nombrado arzobispo de Monterrey, con lo que sustituyó en el cargo al cardenal Adolfo Suárez Rivera. Cuatro años después, en 2007, el actual Papa le otorgó el capelo cardenalicio, con lo que quedó incluido en el colegio de cardenales. Robles Ortega llevó amistad con Girolamo Prigione, cuando éste era delegado y luego nuncio apostólico en México. Para algunos observadores, esta amistad fue determinante en su carrera eclesiástica, ya que Prigione tenía muchísima influencia tanto en los círculos vaticanos como en las esferas de gobierno en México. Lo cierto es que, ahora, Robles Ortega dejó en el camino a otros candidatos que eran señalados para ocupar la Arquidiócesis de Guadalajara. Entre ellos figuraban el poderoso Carlos Aguiar Retes, arzobispo de Tlalnepantla y actual presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM); Javier Navarro, obispo de Zamora y de quien se decía que era uno de los más fuertes aspirantes; José Leopoldo González, obispo auxiliar de la arquidiócesis de Guadalajara, y Benjamín Castillo, obispo de Celaya. En una entrevista con Proceso, en mayo pasado, el cardenal Sandoval Iñiguez deslizó que tenía cierto derecho de veto en el nombramiento, al decir que podía dar o no el visto bueno a su sucesor. Robles Ortega tomará posesión de su nuevo cargo el próximo mes de febrero, según anunció el actual vocero de la arquidiócesis de Guadalajara, Antonio Gutiérrez Montaño. Al cardenal Robles se le buscará nueva residencia, pues Sandoval Iñiguez ha dicho que no abandonará la residencia arzobispal situada en Tlaquepaque, que fue acondicionada por su antecesor Juan Jesús Posadas Ocampo. De 78 años, Sandoval Íñiguez presentó su renuncia desde 2008 –al cumplir los 75 años–. Fue polémico su paso por la Arquidiócesis de Guadalajara, a la que llegó en mayo de 1994, tras el asesinato de Posadas Ocampo. Provocó muchas reacciones encontradas su exigencia para que se esclareciera este homicidio, que él consideraba como una ejecución de Estado. Además, eran tronantes sus declaraciones en muchos temas que abordaba. Y en el gobierno del gobernador Emilio González Márquez, al cardenal Sandoval se le consideró el poder tras el trono. La gran polémica fue desatada por los 90 millones de pesos que el mandatario panista ofreció al cardenal para que construyera el Santuario de los Mártires. Ante el escándalo, la Iglesia tapatía tuvo que regresar al gobierno los 30 millones que se le habían dado de adelanto. A partir de entonces empezó a haber un deslinde y cierto distanciamiento entre la Iglesia y el gobierno estatal.

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