¿Cuba de leche?

viernes, 4 de febrero de 2011 · 01:00

MÉXICO, D.F., 2 de febrero (apro).- Patéticos humanos: me van a perdonar que así los califique, pero creo tener razones suficientes para hacerlo, pues teniendo en cuenta que es moneda corriente y moliente el saber –por visto, comprobado y sufrido por tantos de ustedes— que el poder corrompe, no puedo explicarme que a esta altura del partido que se está jugando entre Julian Assange con su portal de internet Wikileaks y el poder político, el de varios gobiernos con el de los USA a la cabeza y el poder del gran capital en sus facetas financiera, industrial, mercantil, y de los medios, todavía haya tantos de ustedes que les importe un pito el resultado de dicho encuentro que tanto les ha afectado, afecta y seguirá afectando, para bien o para mal; que otros más sean partidarios acérrimos del equipo de los poderes y que entre ellos no falten intelectuales, politólogos y analistas de lo social.

La postura de estas últimas personas es la que más me sorprende y me llena de estupor, sobre todo cuando han declarado ser liberales, progresistas o han confesado, incluso, ser de izquierda, pero eso sí, como gente de razón, como seres bien pensantes, partidarios de la política conocida como de la tercera vía, esto es, de la política de práctica centrista, tan de moda en estos últimos tiempos.

La tercera vía es una política arriesgada y difícil, ya que, en esencia, trata de mantener un vacilante equilibrio equidistante en la cuerda floja que va del extremismo de las derechas al extremismo de las izquierdas.

Gente honesta, estos intelectuales, pensadores y politólogos, pues la mayoría de ellos, con excepciones que confirman la regla, han visto con inquietud y alarma, y han denunciado con valentía que la llamada tercera vía se va convirtiendo en vía muerta, pues, no ha podido, o no ha sabido --¿o será que no ha querido?, lectores de la presente, ¿qué opinan ustedes?— mantener el vacilante equilibrio, y más bien ha servido y sigue sirviendo para ir extendiendo los derechos de la propiedad privada en perjuicio de los mecanismos de protección social por medio de recortes, por lo que, más bien, las llamadas democracias capitalistas van teniendo más de capitalistas que de demócratas.

Por estas actitudes de los respetables mentados, digo que me sorprende y me tiene sobre ascuas el silencio de los mismos; y me extraña y me llenan de estupor cuando declaran que las revelaciones de Wikileaks no tienen la menor importancia por irrelevantes y sabidas, o las denuncian como inmorales por ser debidas a espionaje y me dejan boquiabierto cuando dicen que Julian Assange es un peligro, un enemigo público, con lo que me emplean los mismos argumentos que esgrimen en su defensa los fanáticos partidarios exhibidos en cueros ante el público por las revelaciones de Wikileaks.

¿Lo habrán hecho por no salirse de la línea de lo que es políticamente correcto? o ¿por qué?, ¿qué pensar al respecto?

Ante estos hechos, su servidora considera que todos los humanos, los partidarios de los poderes políticos y del capital, los que les importa un pito, por más que les afecte, el resultado del enfrentamiento entre los anteriores y los que jalean y aplauden a J. Assange, sin importarles que otros lo tengan por rebelde, por un provocador o agitador de aguas tranquilas que para nada deben ser revueltas, digo y sostengo, repito, que considero que todos ellos se parecen a nosotros cuando caímos en una cuba de leche, según relató el futurólogo K. F. Weizsäcker.

Resulta que al vernos en dicha cuba, las pesimistas, por convencidas de que nada vale la pena intentar, pues por más que se haga todo va a dar en “mas de lo mismo”, nada hicieron y murieron, ya que la leche obstruyó sus órganos respiratorios, lo que les produjo la muerte. Otras, optimistas, bien porque creyeran que vivían en el mejor de los mundos posibles o bien por creer que todo ocurre para mejor, tampoco hicieron nada, y también murieron. Otras más inquietas ante tan anómala situación, se dijeron que lo más acertado era hacer algo, aunque no fuera más que patalear, y así lo hicieron, y patalea que pataleara durante unas horas, notaron que algo sólido había bajo sus patas. Sus pataleos habían formado en la leche una capa de mantequilla, en la que apoyándose pudieron saltar fuera de la cuba.

Respetados humanos, lectores de la presente: si su especie no entiende el mensaje de nuestra historia en la cuba de leche, seguiré viéndolos como unos seres conmovedores que únicamente comunican dolor, tristeza o melancolía, es decir, como seres patéticos.

Recuerden al respecto lo que le está pasando a la Iglesia católica a causa de su inmovilismo, a resolver sus problemas en lo oscurito y su miedo a la transparencia, al escándalo.

Con el debido respeto que merecen.

RANA PATEADORA

 

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