Los tramposos en el ajedrez

viernes, 25 de marzo de 2011 · 01:00

MÉXICO, D.F., 23 de marzo (apro).-Ningún juego o deporte de competencia se libra de los tramposos. La historia consigna continuamente atletas o deportistas en diversas ramas haciendo trampa. Un caso muy conocido es el de doping, mecanismo por el cual el atleta tramposo consume sustancias que le dan de manera artificial más fuerza, o simplemente una ventaja sobre los demás, de modo que se hace de los triunfos y honores de forma ilegal, pues eso es equivalente a hacer trampa.

En las competencias deportivas como las Olimpiadas, los atletas han buscado por todos los medios evitar ser descubiertos en sus trampas, utilizando para ello todo género de recursos. Algunos usan sustancias que no son detectadas por los sistemas de control actuales. Otros usan técnicas más complejas; por ejemplo, la oxigenación de su propia sangre a través de transfusiones, con la que supuestamente obtendrán una ventaja sobre los demás competidores. Las artimañas son infinitas, como los esfuerzos del Comité Olímpico por evitarlas.

Por suerte, en el ajedrez el dopaje no puede existir. La razón: no existe ninguna droga que haga a un jugador más inteligente frente al tablero. Los ajedrecistas tienen que estar en sus cinco sentidos, por muchas horas, cuando compiten, y evidentemente no existen drogas para ayudarlos a superar al rival. Sin embargo, eso no significa que no puedan existir los tramposos.

Por ejemplo, hace unos años un alemán, un jugador de segunda fuerza, ganó un torneo de primera categoría frente a consagrados grandes maestros. Hubo sospechas de inmediato. De pronto, un desconocido daba cuenta de jugadores muy fuertes, e incluso se daba el lujo de anunciar mate en cinco jugadas, cosa que –por un lado– no se hace habitualmente y, por otro, no resulta fácil ver un mate en 5 jugadas (10 movimientos).

Las sospechas fueron de tal magnitud que el personaje en cuestión fue interrogado. A fin de cuentas se pudo descubrir que usaba una computadora y un programa de ajedrez muy fuerte que, de alguna manera, le transmitía las jugadas correctas en sus partidas. Quizá el alemán usaba un sistema de cómputo inalámbrico, con ayuda de un amigo que le dictaba de alguna manera las jugadas que la computadora hacía.

Por esto mismo, la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE, por sus siglas en francés) toma muy en serio a estos tramposos, porque suelen devaluar el juego-ciencia, y unos pocos tramposos dejan a todos los demás ajedrecistas mal parados. De hecho, por ejemplo, el excampeón mundial Topalov, que perdiera el título ante Vladimir Kramnik, sugirió que su rival usaba algún tipo de computadora para hacer las jugadas, amén de que iba al baño con demasiada frecuencia, es decir, prácticamente –de acuerdo con Topalov– el hombre se pasaba la mayor parte del tiempo en el retrete. Las investigaciones del caso jamás pudieron demostrar nada, pero eso sí, se encontró en el baño que usaba Kramnik un cable coaxial, con el que pudo haberse conectado alguna computadora quizás a Intenet.

Curiosamente, el propio Topalov fue acusado en San Luis, Argentina, de hacer trampa. El ganador del campeonato mundial logró siete triunfos y no tuvo una sola derrota, cosa que en un torneo de ese nivel no parece ser algo cotidiano. El GM Nigel Short comentó al respecto, dejando un dejo de sospecha sobre la actuación de Vesselín Topalov, aunque tampoco pudo probársele nada.

En los dos últimos casos es evidente que ni Kramnik ni Topalov son personajes que harían trampa. Son grandes maestros de primerísimo nivel y no se arriesgarían a estas prácticas porque, de entrada, no lo necesitan.

Sin embargo, en un último caso, que acaba de ocurrir, un tribunal francés condenó a cinco años de suspensión al gran maestro francés Sebastian Feller, de 20 años de edad y quien ganara la medalla de oro individual en la última Olimpiada de ajedrez, así como a quien le soplaba las jugadas con la ayuda de programas informáticos, Cyril Marzolo; y a 3 años de inhabilitación al capitán de la selección, Arnaud Hauchard, intermediario entre ambos.

El jurado considera probado que Marzolo enviaba desde Francia mensajes en clave numérica al móvil de Hauchard, y éste, por un código de gestos, se los transmitía a Feller durante las partidas. Así ganaron algunos encuentros claves en la justa por equipos más importante del mundo del ajedrez. Un hecho lamentable por el cual, en mi opinión, deberían ser vetados estos jugadores de por vida, amén de quitarles el título de gran maestro obtenido. Sólo con acciones de rajatabla, pienso, se puede combatir la incidencia de esta nociva práctica que, repito, deja muy mal parados a todos los ajedrecistas, aunque sean una minoría los que así actúan.

Comentarios