Las repeticiones de Cai Guo-Qiang
MÉXICO, D.F., 8 de marzo (Proceso).- Con una obra menor que abiertamente remite a otra realizada en junio de 2010 en el Museo de Arte Moderno y Arte Contemporáneo de Niza en Francia, el internacionalmente exitoso artista Cai Guo-Qiang (China, 1957) se presenta (desde diciembre y hasta finales de marzo) en el Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC) de la Universidad Nacional Autónoma de México.
La pieza consiste en una ambientación de gran escala en la que intervienen sus típicos dibujos de pólvora, piedra volcánica y muchísimos litros de mezcal. Concebida, como todas sus obras, a partir de la fusión de estéticas tradicionales chinas –paisajes caligráficos, uso artístico de la pólvora–, referencias míticas o históricas, reflexiones filosóficas orientales –entre las que se incluyen los emplazamientos energéticos del feng-shui–, objetos o materiales con significados simbólicos, lenguajes postconceptuales y expansiones tridimensionales de exagerada teatralidad, la pieza Resplandor y soledad aborda una interpretación libre de los mitos fundacionales de la Ciudad de México.
Diseñada museográficamente a partir de un dramático contraste entre la luz y la oscuridad, la ambientación consiste en un paisaje ficticio que recorre la historia de la ciudad a partir de 14 dibujos –paisajes, personajes, flora y fauna– de gran formato realizados con igniciones de pólvora, los cuales se encuentran colocados alrededor de un paisaje artificial de piedras volcánicas que rodean un enorme hueco relleno de mezcal que significa al Lago de Texcoco. Interesado en materializar tanto la transformación del devenir de la vida y el universo, como la dualidad de la creación-destrucción, Guo-Qiang utiliza el mezcal como símbolo de la convivencia, la hospitalidad y la soledad.
Pionero en la construcción de esculturas colgantes monumentales y magistral en la creación de escenografías de fuerte impacto estético, el artista ha destacado en la escena del mainstream institucional –bienales, museos– por sus inteligentes y eficaces vínculos entre la teatralidad, la tradición artística oriental y la sutileza –o frivolidad– de su crítica política y social. Impulsado por el prestigiado curador suizo Harald Szeeman (1933-2005), Guo-Qiang inició una exitosa carrera a partir de su participación en la famosa edición 1999 de la Bienal de Venecia. Audaz en la creación de intervenciones paisajísticas con explosiones cromáticas de pólvora –en el MUAC se muestra un conjunto de videos que sintetiza este tipo de obras–, el artista ha creado una iconografía en la que se repiten animales que se estrellan en una pared de vidrio –pájaros, lobos– y objetos flechados –barcas y coches con cuchillos o con lanzas de leds– provenientes de imaginarios tradicionales e industriales.
Presente en México con una de sus espléndidas barcas colgantes en 1999 –Inside out: new Chinese Art, Museo Marco de Monterrey–, Cai Guo-Qiang desilusiona con esta nueva ambientación que no sólo remite al estereotipo del “mexicano alcohólico”, sino que también repite el concepto de la propuesta histórica-paisajística que desarrolló en Francia bajo el título de Viajes en el Mediterráneo (www.caiguoqiang.com/shell.php?sid=2). Una repetición que no remite nada más a su débil compromiso con México, sino también al profesionalismo de un museo que, hasta ahora, no merece el título de “universitario”. l