Efiteatro

viernes, 13 de mayo de 2011 · 01:00

MÉXICO D.F., 13 de mayo (apro).- El pasado 28 de febrero, en el Diario Oficial de la Federación, se publicaron las reglas de operación del  Estímulo Fiscal al Teatro 226 Bis (Efiteatro), incentivo fiscal que busca incrementar la producción teatral en México, promovido por la senadora perredista María Rojo.

El próximo 31 mayo concluirá el período de recepción de solicitudes de la comunidad teatral para acceder a este estímulo que,  en su primer año, considera la entrega de hasta 50 millones de pesos, con montos de hasta 2 millones de pesos por proyecto que cumpla con los requisitos establecidos.

Hasta el momento continúa siendo una gran incógnita el resultado de este estímulo a través del cual lo que tienen que hacer los creadores es conseguir dinero proporcionado por alguna persona o empresa que quiera hacer esta aportación, que después podrá deducir de su Impuesto Sobre la Renta (ISR), con lo que las instituciones trasladan a los privados la “obligación” de apoyar al teatro.

Una de las grandes dudas es si la gente o grupos que están iniciando en el medio teatral, o creadores independientes cuyo trabajo no es tan conocido como el de compañías ya consolidadas, que de alguna manera son los que más necesitan del apoyo económico para desarrollar sus propuestas y subsistir, sean los que finalmente terminen por no recibir este beneficio.

La presentación realizada por el Conaculta y el INBA habla de que este estímulo busca apoyar principalmente la creación teatral en los estados de la república, operas primas y nuevas compañías independientes, que son precisamente quienes tienen menos elementos y posibilidades para convencer a un empresario para que les brinde el apoyo.

En opinión del escenógrafo Gabriel Pascal, si bien se trata de un proyecto importante, no resuelve la necesidad de apoyo al teatro, “es sólo un paliativo, una medida más. Lo que hace falta en realidad es una política pública muy concreta que sigue sin existir. En ocasiones no es más dinero lo que se necesita sino repartirlo mejor. La pobreza está llegando a nuestro espíritu y eso es muy grave como país”.

Por otra parte, uno de los elementos interesantes de este proyecto es que le permite al contribuyente decidir a qué quiere que se dediquen sus impuestos, por ejemplo, que en lugar de entregárselos al ejército o a la policía, hoy tan de moda, se destinen a la cultura.

La esperanza es que este estímulo fiscal funde las bases de un apoyo amplio para el teatro independiente, por supuesto con cargo a un mayor esfuerzo de los creadores que, a parte de escribir, actuar, dirigir, etc., tendrán que ser promotores de sus proyectos (como muchos ya lo son desde hace tiempo) y, además de tocar la puerta de las instituciones gubernamentales, habrá que tocar también la de las empresas privadas y convencerlas de un mecenazgo a través de un traslado de su ISR.

Esta es una nueva labor que los artistas tendrán que aprender a desarrollar. Lo cierto es que el fantasma de la inequidad entre los competidores por estos recursos está presente, el reto para los menos avezados en la materia es aprender, incluso desde el terreno de la retórica, a competir por estos recursos.

Estaremos en espera de los resultados de las primeras solicitudes de la comunidad teatral para acceder a este estímulo, lo que permitirá hacer una primera evaluación de las posibilidades reales del Efiteatro.

ap/rm

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