El rock de la cárcel

lunes, 30 de mayo de 2011 · 01:00
Un grupo de prisioneros reta los barrotes silenciosos de las sombras donde purgan sus sentencias, al oriente de la Ciudad de México, para estallar conjuntamente bajo el nombre de Segregados con una liberación musical a través de canciones propias, un primer álbum y la importante labor didáctica que realizan dentro del penal. MÉXICO, D.F., 30 de may6o (Proceso).- Segregados es un grupo musical compuesto por 10 internos del Reclusorio Oriente de la Ciudad de México, quienes grabaron y mezclaron en un estudio improvisado dentro de esa cárcel el disco compacto Todo es playa, con melodías de su autoría a ritmo de funk, raggae y ska que la disquera Intolerancia lanza al mercado. Un guitarrista de reggae (Jonathan Álvarez), un baterista de rock (Antonio Garza), un bajista de metal (Fabián Monzón), un rapero (Antonio Álvarez) y un violinista de mariachi (José Flores) se encontraron en la prisión y formaron el conjunto musical “para demostrar la posibilidad de readaptación a través de la música”, independientemente de la culpabilidad o inocencia de los delitos por los cuales se les acusa. Agrupación creada en 2008, las canciones de Segregados reflejan el proceso de aprendizaje para vivir en condiciones de encierro, encontrando en la música nuevas formas de libertad.   Una jornada particular   Parece un día normal en el penal. La mañana es muy calurosa. Al llegar a su auditorio, se observa un gran mural de revolucionarios zapatistas en un tren. Tras cruzar el escenario, en la parte trasera hay un cuarto pequeño. Ahí, una consola de grabación recibe a todo aquel que pasa. Es el estudio, acondicionado por los internos, donde los Segregados grabaron su CD. Al fondo, los músicos de uniforme beige tocan una rola con mucha emoción: El penal, sobre las dificultades que enfrenta un reo al pasar al área de población: las pequeñas celdas, las fajinas y el contacto con las mamás (presos líderes del reclusorio). Jonathan es quien primero habla: “Empezamos Antonio Garza, Fabián y yo ensayando en unos cuartitos aquí, así empezó todo. Después llegó Sergio Corona (trombón), el mariachi José Flores, Antonio Álvarez (voz y coro), Francisco Ramírez (percusión), Luis Morales (guitarra), y hace poco se integraron Carlos Albarrán (saxofón), quien afuera era baterista de un grupo norteño, y Ángel González (teclados).  El grupo es una fusión de géneros. Los tres tocábamos covers de rock; después que entraron los demás, ya interpretamos ska.” No ha sido complicado reunirse para Segregados; “lo difícil es la constancia”, asegura Antonio Garza: “Crear un concepto como éste es complejo porque la gente se va. Por fortuna, un interno sale y hay que suplirlo: Antonio Álvarez el vocalista ya salió, pero viene a tocar con nosotros; además, hay que sumar todo lo que nos sucede aquí. Los problemas no llegan solos, que la familia, en fin...” Algunos de sus instrumentos los compraron y otros les han sido donados. Fabián pide la palabra: “No teníamos nada. Empezamos con un bafle y una bocina. Mucha gente que ya se fue nos ha ayudado con los instrumentos.” Él mismo narra cómo surgió el nombre del grupo. Recuerda que en el reclusorio existen otras agrupaciones musicales, “y algunos de nosotros pasamos por ellas, pero por equis o ye no pudimos continuar, y en forma irónica como es el mexicano, por la burla de los compañeros, nos empezaron a decir que éramos ‘los segregados’ porque no nos querían los grupos”. Se presentó la ocasión “de un toquín para la familia que los visitaba”, explica, y como no tenían definido el nombre, entonces su amigo Daniel empezó a gritar: “¡Pues llámense Los segregados, si nadie los quiere, ni aquí ni allá…!” Todos ríen. Pero añade Fabián: “Si se analiza la palabra, pues significa mucho aquí porque todos estamos realmente segregados de la sociedad y luego nos empezaron a segregar los grupos de música, entonces fue lo que nos identificó como tales.” A la pregunta por qué tocar reggae, ska y funk, Jonathan responde que “por haber fuerte influencia de esos géneros” en ellos.   Toque musical   Desde hace seis meses ensayan ocho horas diarias. La prueba de fuego ya pasó: el lunes 23 de mayo presentaron en el auditorio del reclusorio su disco Todo es playa (frase utilizada en la prisión con frecuencia, alusiva del sueño que mantienen los internos y que esperan cumplir al salir). Dos integrantes de La Maldita Vecindad, Pato y Sax, los acompañaron. Además del sencillo Todo es playa, el CD también contiene canciones como Segregados, ¿Dónde estás tú?, El penal, Nunca más, Secretonz, El atorón, Bicentenario, Sueño y Fang-fong. “De la nada” surgió la idea de realizar un disco, sigue Jonathan, “sólo empezamos a crear rolas. Algunas las escribo yo y otras son colaboraciones de otros compañeros. Se quedaron dos del señor Pascasio Torres González, y también escribe Antonio Álvarez.” Interviene Antonio Garza: “Pero la música la elaboramos todos. Esa fusión de músicos diferentes a la hora de componer se nota porque se crean mezclas distintas, géneros que no tienen que ver con lo que hay en el medio musical, porque de pronto las trompetas son muy de mariachi y ese es su toque.” Surge un grito: “¡Aquí el toque es musical!”. –¿Qué les transmite ese toque musical? Fabián, con su bajo en mano, explica que “liberar energía”: “Es como un desestrés. Uno puede estar en nuestra estancia y quizá no hacer nada, andar de ocioso. Realmente lo que hacemos es aprovechar nuestro tiempo. Empezamos tocando para la banda de aquí y vimos que les gustaba y fuimos creciendo. También desestresamos a los internos. Empezamos con covers y les gustaban, y ahora que ya contamos con nuestras propias canciones también les gusta. Se identifican.” Jonathan expresa, mirando a sus compañeros: “Hay que sumarse a este tipo de cosas positivas, ¡está cabrón estar aquí!” Francisco aclara que no hay celos de los otros grupos de música (“no veo ninguna preferencia por alguno de nosotros o por algún grupo para realizar un proyecto, en realidad todos nos ayudamos”). Los Segregados cuentan entre 20 y 45 años de edad, aunque se niegan a hablar de por qué fueron encarcelados. Francisco explica: “Ese asunto en realidad no es relevante… Sin importar si somos culpables o inocentes, pero sin evadir tampoco que tenemos un compromiso de cuestiones penales, nos interesa mucho la música, nos interesa el proyecto; esperamos no sólo desarrollarlo aquí, también sacarlo a un foro allá afuera.” A decir de Antonio Garza, “lo importante para nosotros los internos es crear proyectos como éste, donde interviene no sólo gente de aquí, sino también de afuera, porque tenemos apoyo de compañías de sonorización y una productora que está haciendo un documental de nosotros. Y de las autoridades. Queremos que se junten todas esas áreas para seguir creando ideas como éstas”. La empresa discográfica que grabó Todo es playa cuenta con 15 años de experiencia en la industria musical mexicana y más de 100 artistas en su catálogo. –¿Contactaron ustedes a la disquera Intolerancia para el álbum? –El proyecto empezó a crecer –responde Garza–. Se empezó a grabar el disco con el apoyo de unos amigos y luego surgió la posibilidad de crear un documental que mostrara todo: desde el momento en el que se creó este cuarto de grabación a cómo se hizo el disco. Originalmente se iba a grabar aquí y se mezclaría en Intolerancia, pero nos dijeron que ya lo mezcláramos aquí. Por lo mismo, “resultó ser un disco totalmente hecho en el bote. Terminamos, grabando, mezclando, produciendo, componiendo, musicalizando, arreglando metales, todo aquí, eso es lo interesante. La disquera estaba encantada… entonces, dan el sello, ¡y a sacar el disco!”. Aún no cree que Todo es playa ya esté a la venta para todo el público desde el pasado 23 de mayo. Fabián se halla ansioso de saber qué comentarios harán las personas de afuera, “su opinión vale, es lo importante”, afirma. Antes del CD habían alternado con Tex Tex y Botellita de Jerez, entre otros conjuntos. Sobre ello, Jonathan expresa “que estuvo chido el contacto con ellos y con los demás también, que hayan querido conocernos es padre porque allá afuera nos tienen un karma tremendo”. Amor al sax   Algunos Segregados también dan clases de música como José Flores, quien hace año y medio en el reclusorio conformó el Mariachi Tlapala y Sus Amigos (“les enseño desde bajo y guitarra, tengo mucha gente inteligente, han aprendido mucho”). –¿Es posible la readaptación a través de la música? –Yo digo que sí porque todo el tiempo los tengo acá. Son gentes de trabajo que ya no piensan más que en música todo el día. Desde las siete y media de la mañana hasta que anochece, y toda la noche seguimos escuchando radio. A mí la música me ha ayudado mucho y doy gracias a las autoridades del penal por permitirnos tener estos juguetitos (su trompeta y violín). La verdad a mí se me ha hecho muy fácil esto de la cárcel, porque tengo a “mi ratita” (una bella trompeta pequeñita). ¡La verdad, me siento contento! Algunos también estudian secundaria, preparatoria o la universidad en la cárcel y, mientras, Segregados termina otras seis melodías nuevas. Fabián comenta que les ha ayudado bastante un valor: la paciencia (“cuando uno está caneado, deprimido, nos ayudamos mucho. Aquí cambia mucho tu estado de ánimo, aquí aprendí a tocar la guitarra y me ha alivianado mucho”). A Carlos Albarrán se le inquiere cómo es que le dio por tocar el saxofón si tocaba en una banda norteña, y platica: “Fue para no quedarme con lo que ya sé y aprovechar el tiempo en algo productivo. Hacer cosas nuevas me orilló a esto, busqué la forma de que se me trajera un saxo y se me donó uno, llevo seis meses tocándolo, con el maestro José Flores he aprendido rápido y se me dio la oportunidad de estar con Segregados, creo que lo que se toca es algo nuevo.” Todos (incluso su representante Eduardo Sánchez Pedraza) coinciden en la intención de crear un “concepto de readaptación social”. Creen que “la gente bajo las circunstancias que llegue a estar, se beneficia del arte y la cultura porque de entrada, se le quitan los malos pensamientos”. Piden abrir más espacios fuera de prisión para que se presenten otras agrupaciones musicales independientemente del género (“el mensaje es: si se puede aquí, ¿por qué no en otro lado?”). El dinero que recaude su disco, lo reinvertirán en su próxima grabación (“ojalá este CD sea la punta de lanza y en otros reclusorios se fomente más la música y crezcan los grupos”). Al final, interpretan Sueño y Todo es playa, “dedicadas a Proceso”.  

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