Caso Bayardo: sentencian a sus escoltas

jueves, 2 de junio de 2011 · 01:00

MÉXICO, D. F., 2 de junio (apro).- Un juez federal sentenció a los agentes federales ministeriales Francisco Gutiérrez Estrada y Juan Fabricio Ramírez Espinoza a 14 y dos años de prisión, respectivamente, por los delitos de homicidio y ejercicio indebido del servicio público.

Además, ordenó su destitución e inhabilitación del cargo, puesto o comisión por dos años, y les impuso una multa de 30 días.

Ambos policías estaban encargados de proporcionar seguridad a Edgar Enrique Bayardo del Villar, un testigo protegido que fue ultimado el 1 de diciembre de 2009 en la cafetería Starbucks de la colonia del Valle.

Tras el homicidio de Bayardo, la Procuraduría General de la República (PGR) inició una investigación en torno de la custodia que se le brindaba, a fin de determinar la responsabilidad de algún servidor público.

Bayardo no era un personaje menor: había sido uno de los hombres de confianza del actual secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna. Tras ser detenido por sus nexos con el narcotráfico, en particular con el cártel de Sinaloa, Enrique Bayardo se convirtió en testigo protegido de la PGR y de inmediato comenzó a declarar lo que sabía sobre los nexos de algunos funcionarios con el crimen organizado.

Sus revelaciones robustecieron la indagación que la propia PGR denominó Operación Limpieza, la cual implicó a altos funcionarios de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO), entre ellos a su entonces titular, Noé Ramírez Mandujano –preso ahora junto con otros colaboradores en un penal de Tepic, Nayarit–, a quienes presuntamente el cártel de los hermanos Beltrán Leyva les pagaba medio millón de dólares mensuales a cambio de protección e información sobre operativos y detenciones en contra de sus principales cabecillas.

Según la averiguación previa PGR/SIEDO/UEIDCS/0241/2008, Bayardo del Villar estaba relacionado con el capo Ismael El Mayo Zambada García. Éste, de acuerdo con la indagatoria, entregaba al agente federal “una cantidad millonaria” para que protegiera sus operaciones de narcotráfico.

De esta forma, las redes de El Mayo Zambada pudieron extenderse en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), donde disponía de múltiples contactos que le ayudaban a salvaguardar los cargamentos de droga provenientes de Sudamérica.

Pero el rompecabezas armado por El Mayo se descuadró tras la detención de Bayardo del Villar, quien fue entregado a la PGR en octubre de 2008 por otro ex comisionado de la Policía Federal caído en desgracia: Gerardo Garay, también identificado como hombre de confianza de García Luna y quien, al igual que Bayardo, fue relacionado con el narcotráfico.

Bayardo no dudó en acogerse al Programa de Testigos Protegidos y, como tal, se le asignó la clave Tigre. Meses después, cuando ya se había convertido en testigo estelar, recibió una llamada telefónica, supuestamente de un funcionario de la PGR al que le urgía verlo.

–Necesito verte, es urgente –le dijo el alto funcionario de la PGR, según se asienta en la causa 36/2010 integrada tras el asesinato del colaborador.

Ese encuentro sería en el café Starbucks. Desde que asumió el papel de testigo protegido, era habitual que a Bayardo se le citara para precisar datos sobre la Operación Limpieza y los personajes implicados en las investigaciones.

Por ello acudió al café Starbucks de la calle Pilares –muy cerca de donde había afincado su segundo domicilio en 13 meses de colaboración con la PGR–, y escasos tres minutos después un sujeto vestido de negro abrió fuego contra él con una AR-15. Edgar Bayardo recibió varios impactos en presencia de su ayudante José Solís Castillo, quien nada pudo hacer ante aquella lluvia de balas.

A corta distancia de allí, en el departamento 401 de la calle Heriberto Frías 1515, donde vivía el testigo protegido Francisco Gutiérrez Estrada, el agente federal que debía custodiarlo, descansaba y escuchaba música grabada en su celular.

De acuerdo con los datos contenidos en la causa penal 36/2010, los dos elementos que lo protegían –Francisco Gutiérrez y Juan Fabricio Ramírez– eran agentes “C”, es decir, no tenían la suficiente preparación para desempeñar la tarea que se les encomendó. Ambos cuidaban a Bayardo en turnos de 48 por 48 horas. Se relevaban a las 9:00 horas de cada tercer día.

Con la endeble protección que le asignó la PGR, como si no se tratara de un testigo relevante y, por lo tanto, como si no pudiera ser blanco de un asesinato, el testigo Tigre llevaba una vida agitada e intranquila.

En el primer domicilio que le asignó la PGR en Santa Úrsula Xitle, adonde llegó el 22 de abril de 2009, tenía como resguardo a militares y marinos. Unos cuatro meses después, el 2 de septiembre, lo cambiaron al departamento de Heriberto Frías.

Según afirman testigos que lo conocieron, “salía a comer quesadillas a una cuadra del Metro Zapata”. También se le veía en la panadería El Globo y en el Starbucks, donde fue acribillado.

Su escolta Juan Fabricio Ramírez Espinoza refirió que un día, al verlo tan desesperado por el encierro, tomó la decisión de llevarlo al Starbucks, donde Bayardo compró dos cafés y unos cuernitos con jamón, pero de inmediato se regresaron al departamento.

En otra ocasión, fue conducido de emergencia a las instalaciones de la SIEDO, porque la Coordinación Técnica de la misma detectó a sujetos que rondaban el edificio de Heriberto Frías. En la SIEDO permaneció del 29 de octubre al 9 de noviembre, fecha en que regresó al mismo departamento.

Pese a dicha emergencia y los riesgos que entrañaba, la seguridad de Bayardo no fue reforzada y el 1 de diciembre fue ejecutado.

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