"Alto a la guerra", exige Sicilia a Calderón
DURANGO, Dgo., 6 de junio (apro).- Al término de una larga jornada por los estados de San Luis Potosí, Zacatecas y Durango, el poeta Javier Sicilia dijo que después de muchos kilómetros hay muchos dolores y, ante los deudos de las víctimas, lanzo un mensaje al presidente Felipe Calderón y a la clase política: "Estas son las bajas colaterales, ¿son ustedes dignos de servir al país?".
Enseguida pidió a Calderón que recorra el territorio nacional para que descubra los dolores que hay en cada región. Que haga justicia a los más 40 mil muertos y que se investigue el paradero de los desaparecidos.
"Esa es la demanda", sostuvo al hacer un llamado, si es necesario, a la desobediencia civil para cambiar a México.
También exigió a Calderón detenga esta guerra y se ponga fin al derramamiento de tanta sangre, así como que su gobierno cumpla con los seis puntos del pacto de paz que la Caravana por la Paz busca firmar en Juárez, Chihuahua.
En su peregrinar, la Caravana de la Esperanza recogió testimonios de familias con muertos y desaparecidos que, por temor, no habían dado a conocer sus casos y que hoy decidieron romper el silencio.
En Zacatecas, dos familias denunciaron casos en los que policías ministeriales y municipales desaparecieron a manos del crimen organizado que domina la región, Los Zetas.
En la plaza de armas de Zacatecas, Enriqueta Trejo denunció que su hijo Dagoberto Esparza, quien trabajaba como agente ministerial, fue desaparecido el 24 de septiembre del 2010, después de que la policía detuvo a un grupo de hombres armados, presuntamente de Los Zetas.
Dagoberto no había participado en el operativo, pero salió en una foto cuando presentaron a los presuntos delincuentes.
De acuerdo con Enriqueta, su hijo Dagoberto le habló para contarle que unos hombres llamaron para decirles que liberaran a los detenidos, amenazando que si no lo hacían, habría consecuencias.
"Salió a comprar unas hamburguesas con una compañera que se llama Verónica y se los llevaron. En la Procuraduría nos dijeron que no sabían nada, y el gobernador (Miguel Alonso Reyes) no ha querido recibirnos", contó en entrevista.
Otro caso fue el de Edgar Heriberto Quezada Castillo, quien desapareció el 13 de julio del 2010 cuando trabajaba como policía de barandilla en el municipio de Calera.
Según el testimonio de su madre Ofelia Castillo, su hijo se comunicó con ella y le dijo que tenía miedo porque un grupo de hombres, que dijeron que eran de Los Zetas, lo habían amenazado.
Antes de ser policía, Heriberto fue soldado, donde alcanzó el grado de sargento primero. Tenía dos años como agente policiaco y, de acuerdo con Ofelia, hacía tiempo que recibía amenazas y era perseguido por hombres armados a bordo de una camioneta.
La familia presentó la denuncia en la que señaló que fue la propia corporación del municipio quien entregó a Heriberto a Los Zetas.
Un caso más fue el del maestro del municipio mexiquense de Ecatepec, Edmundo Nava Mota, asesinado el 28 mayo del 2007 a balazos cuando se dirigía a la preparatoria que encabezaba.
De acuerdo con el testimonio de su hermana América, Edmundo había sido amenazado porque, al participar en el programa gubernamental Escuela Segura, había denunciado a vendedores de drogas, razón por la que ya había sufrido un atentado en 2006.
En entrevista contó que ni el gobernador Enrique Peña Nieto ni el procurador los quisieron recibir. Edmundo "sólo quiso hacer bien su trabajo", manifestó América.
En el transcurso a Durango, la caravana encabezada por Sicilia conoció de más denuncias de muertos y desaparecidos en esta región, que en los últimos años ha registrado casi 20 mil muertos.
Al llegar a la capital duranguense, cerca de las diez de la noche, cientos de personas que aguardaron el paso de la caravana por más de cuatro horas se sumaron a la protesta y marcharon por las calles del centro gritando "¡Basta ya de guerra, queremos la paz! ¡Durango no está solo, los venimos a apoyar!".
Los duranguenses salieron a gritar un "¡ya basta!" por los más de 200 de muertos encontrados en fosas comunes, en los pueblos, comunidades y en las calles.
"¡No queremos pan y circo, exigimos seguridad!", gritaron al gobernador priista Jorge Herrera Caldera.
"Durango no podía quedarse en silencio, con los brazos cruzados. ¡Somos ninis: ni nos callamos ni nos rendimos!", gritaron en la plaza de armas.
Ahí, diversas organizaciones sociales como el Movimiento de Liberación Nacional, demandaron un alto a la violencia y al derramamiento de sangre.
"No queremos más sangre derramada de nuestros seres más queridos. Cada día que pasa nos dejan en el dolor sin límite y nos vamos quedando más solos”, dijo la poetisa Socorro Soto.
En la plaza también se encontraba la familia de don Polo Valenzuela, cuyo testimonio del secuestro de su hijo, denunciado en todas las instancias, incluida la Presidencia de la Republica, derivó en el asesinato del anciano de 80 años, hechos que publicó Proceso.
Noemí Fabela, nuera de Polo Valenzuela, demandó justicia. "Don Polo estaría aquí, pero no está porque nadie lo escuchó, ni el gobernador, ni la SIEDO, ni el presidente de la Republica. ¡No queremos que nadie más muera!", exclamó en medio de aplausos.
"¿Qué haría, señor presidente, si le mataran a su hijo?", cuestionó otra mujer que subió al templete.
"No me importa si mañana me matan por denunciar", dijo luego de recordar que su hermano y su sobrino desaparecieron en Juárez, Chihuahua, el año pasado.
Salvador, representante de Cherán, Michoacán, también participó en el acto y habló de los 56 días de lucha y resistencia de su comunidad, de la marcha a Morelia para exigir resultados y justicia.
"Es tiempo para decir ¡ya basta!, de juntar nuestro dolor y nuestra lucha para vivir con paz y justicia para todos, incluidos los pueblos indígenas. ¡Estamos hasta la madre!", clamó.
"Señor presidente, usted tiene hijos, pero a los nuestros los sacrificaron. Si un día amanezco muerta, gracias, pues estaré con mis hijos Luis Fernando y Hugo Miguel”, soltó.
“Señor presidente, si no puede, ¡renuncie!”, exigió otra asistente.
Susana Gómez, viuda de un policía, también participó en el mitin, en que denunció las condiciones de abandono en que quedan los deudos de los abatidos, con pensiones ridículas, sin poder trabajar, sin seguro, endeudadas.
José Rayas, de Chihuahua, denunció el asesinato de su hija Bibiana hace ocho años, homicidio que aún no ha sido resuelto.
Luego leyó un poema:
“Se fue mi golondrina, no sé por dónde, por eso no puedo despedirme", lo que provocó las lagrimas de los cientos de asistentes a la plaza.
Beatriz Ríos también ofreció el testimonio de la desaparición de su hijo el 21 de marzo de este año; también Ángeles Díaz dio su testimonio sobre la muerte de su hija Leticia, en diciembre de 2009.
“Ciudad del miedo”
La profesora Mar Grecia denunció la situación en el estado:
"Bienvenidos a la ciudad colonial donde las ráfagas de los cuernos de chivo despiertan a la gente metida debajo de las mesas; la ciudad del miedo, de las narcofosas, de la violación de la autonomía de la universidad. Si no haces conciencia hoy, mañana será una patria abandonada, secuestrada, si no haces conciencia, mañana serás tú”, instó.
El doctor Marco Antonio Terrones hablé en memoria de los médicos asesinados en el estado. Mientras que el joven Cruz Castro Valle denunció el homicidio de su prima, sin dar el nombre, en medio de lágrimas y gritos de "¡Ni un muerto más!".