Celebra arzobispo de León valentía del Papa por admitir "deficiencias" de la Iglesia

jueves, 14 de febrero de 2013 · 19:31
LEÓN, Gto. (apro).- El arzobispo emérito de esta ciudad, José Guadalupe Martín Rábago, destacó este jueves la valentía del papa Benedicto XVI al reconocer públicamente “las deficiencias” de la jerarquía católica. Luego de admitir que la Iglesia es santa, pero también “pecadora”, dijo que en México los casos de abuso sexual y pederastia de sacerdotes han sido sujetos a las leyes sin privilegios ni excepciones, “cuando han sido conocidos”. En conferencia de prensa, en la que habló sobre la posibilidad de que el gobierno de Guanajuato haga un reconocimiento al máximo líder de la Iglesia católica, resaltó el coraje y humildad de Benedicto XVI de pedir perdón. El Papa, subrayó, “pidió perdón muchas veces” y reconoció los abusos con gran dolor, siendo solidario con las personas afectadas por el comportamiento indebido de los miembros de la Iglesia, no sólo de los sacerdotes, aclaró. Martín Rábago sostuvo que la jerarquía católica también es tocada por el maligno y pueden darse “actitudes” que no son acordes a su vocación de seguir a Cristo. En ese sentido, dijo, los tribunales de la Iglesia católica “han impuesto penas muy severas” a aquellos sacerdotes “que cometen este tipo de delitos”, y cuando han sido sujetos a las leyes civiles y penales, añadió, no se han pedido excepciones ni privilegios para que reciban el castigo que ameritan. “Cuando ha habido casos, sobre todo ahora que la ley se ha modificado, los sacerdotes han tenido que sujetarse a lo que marcan las leyes”, manifestó el prelado, luego de aseverar que eso mismo ha ocurrido en la diócesis de León, donde “hubo un caso lamentable y este sacerdote tuvo que ir como cualquier ciudadano a pagar su pena a una cárcel”. Se refirió al cura José Luis de María y Campos, quien, como párroco de la iglesia de Santa María de Cementos de esta ciudad, abusó de varios menores y fue denunciado penalmente. Sobre ese asunto, el arzobispo se negó a apoyar a las madres de las víctimas cuando acudieron a él para informarle de la conducta del sacerdote y, contrario a ello, permitió que aquel huyera, hasta que fue detenido en 2005 y sentenciado a seis años de prisión. De María y Campos, a quien el arzobispo defendió todo el tiempo e incluso acusó a las víctimas de mentir, quedó en libertad cuatro años antes de cumplir su sentencia, debido a un beneficio que le concedió el gobernador Juan Manuel Oliva, en 2009, “por buena conducta”.

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