Masacre en bar: olvido le cuesta la vida a una madre de familia

domingo, 31 de marzo de 2013 · 13:07
CHIHUAHUA, Chih. (proceso.com.mx).- Norma Lorena de Santiago González, una madre de familia de 41 años, nunca imaginó que olvidar su celular en un bar del que era clienta pudiera costarle la vida. Ella fue una de las siete víctimas de la masacre en el bar Mogavi, ocurrida el jueves pasado. Esa noche Norma Lorena le dijo a su mamá que no tardaba pues sólo recogería el teléfono y regresaría a casa, donde vivía con dos de sus tres hijos. Sin embargo, ya no volvió. La mujer dejó desamparados a sus hijos, uno de 10 años y otro de 19 que es estudiante universitario. El cuerpo de Norma Lorena fue velado en su domicilio, una casa humilde ubicada en la colonia San Rafael, al sur de esta capital. En este sector popular se ha celebrado durante 31 años el viacrucis más antiguo de la ciudad. El viernes, al terminar el viacrucis al que asistieron más de 3 mil fieles, el cuerpo de Norma fue llevado a la calle 35. La pequeña vivienda color verde lució abarrotada por decenas de personas que acudieron a despedirla. Norma Lorena se dedicó a trabajar como empleada en diferentes empresas y así sacó adelante a sus tres hijos, uno de los cuales es casado. “Le salieron muy buenos hijos, muy estudiosos”, dijo una vecina de la familia De Santiago. “Ella era el sostén de la familia”, afirmó una amiga cercana que manifestó su incredulidad por la forma en que Norma falleció. En el Mogavi, ubicado en una zona de bares y cantinas en el Centro, ya se habían registrado riñas y balaceras. En enero del año pasado un hombre fue asesinado en ese establecimiento durante un tiroteo; en junio, se reportó otro en el que no hubo muertos ni lesionados. De los siete muertos que dejó el ataque del jueves, la Unidad de Atención a Víctimas del Delito dio a conocer la identidad de seis: Alma Aracely Miguel Quiroga, de 37 años, empleada del bar. Tayde Frías Muñoz, de 37 años, también empleada. Norma Lorena de Santiago González, de 41 años, cliente del local. Sergio Daniel López Montes, de 38 años, también cliente. Tomas Casillas Tarín, de 44 años, cliente. Óscar Guillermo Payán Rodríguez, cliente. De manera extraoficial, la otra víctima es Óscar Tarín Estrada. Un hombre más se encuentra en un hospital porque resultó lesionado durante el ataque. Luto en dos familias Se conocieron cuando eran niñas en la colonia Independencia de la ciudad de Chihuahua. Compartieron escuela, sueños, anhelos y desafíos. Se decían comadres. El jueves pasado murieron juntas en la masacre del bar Mogavi. Ambas tenían 37 años. Laboraban en el establecimiento cuando un hombre enmascarado les disparó con un “cuerno de chivo”. Alma Aracely Miguel Quiroga y Tayde Frías Muñoz dejaron tres y cuatro hijos, respectivamente. Aracely tenía sólo un mes y medio trabajando en el bar. Durante años laboró como operadora en la maquiladora Zodiac. En diciembre pasado, su hija mayor Viviana, de 19 años, enfermó. El asma que sufre se le complicó y ella tenía que llevarla al hospital todos los días. El jefe de Aracely no reportó las faltas justificadas. Sumaron tres consecutivas. Le pidieron su renuncia para no boletinarla y evitar que la contrataran en otras empresas. Ella renunció pero tardó casi dos meses en conseguir un nuevo empleo. Aracely decidió entrar a trabajar porque debía mantener a sus hijos. Los más pequeños son Dania Sugey, de 17 años y Javier, de 14. Se casó cuando tenía 18 años. Después de unos años de matrimonio, se separó. Desde entonces se convirtió en el sostén económico de su casa. Actualmente vivía con sus hijos en una vivienda prestada. “Fue una mujer muy luchona, amigable, social, con todo mundo se llevaba bien”, dijo su sobrina y compañera de vida quien pidió omitir su identidad. La mamá de Aracely cuenta orgullosa e incrédula que su hija se dedicó a sus hijos: “Siempre iba de su casa al trabajo y del trabajo a su casa, fue una excelente madre, ¿qué le voy a decir? Iba un día sí y un día no al bar”. El jueves pasado, Aracely salió a las 10:00 horas de su casa para ir a trabajar. Ella y Tayde llegaban temprano para hacer la limpieza y salían a las 21:30 horas. “A las 10 de la noche ella ya estaba en su casa”, asegura la mujer. Recordó que esa noche, a las 21:15 horas, su nieta Viviana le llamó a su casa: “Gritó: ‘¡mi mami, mi mami!’. Vine a su casa y me enteré de todo”, relata. La mamá de Aracely camina intranquila por la casa de su hija para platicar breves episodios. Se sienta en el sillón y atrás de ella está el cuadro de un paisaje con el que su nieta Viviana ganó el primer lugar en un concurso de Bachilleres. “Heredó el talento de su mamá, ella dibujaba de todo”, expresa y no puede seguir. La sobrina de Aracely continúa: “Aracely dibujaba muy bien, se lo heredó a su hija. Sólo dibujaba para amigos y familia, también le gustaba hacer manualidades. Aprovechaba para hacerse de un poco de dinero cuando le pedían arreglos para fiestas, por ejemplo”. Viviana interrumpió sus estudios por cuestiones de salud y precisamente el próximo año escolar pensaba continuar. Su deseo es ser arquitecta. Con el fallecimiento de su mamá, la situación se complica. La esperanza es que los tres hijos de Aracely puedan ingresar al Fondo de Atención a Niños y Niñas Víctimas de la Lucha Contra el Crimen (Fanvi). A partir de mañana, las familias de ambas víctimas tendrán que reacomodar su vida. Javier, el hijo menor de Aracely, no ha podido llorar. “Su mamá siempre le decía que cuando ella muriera no quería que llorara, pero necesitamos que alguien le ayude a entender lo que sucede. No es lo mismo que muriera por una causa normal que por la forma como murió”, dice su sobrina y agregó  que la Unidad de Atención a Víctimas de la Fiscalía ya se acercó para ofrecerles apoyo. Las circunstancias de Tayde eran similares. Sus hijos están jóvenes. La más grande la hizo abuela. Eran mujeres de lucha. Así las definen. Por lo que ahora la prioridad para sus familias son los hijos. Sobre el móvil del multihomicidio no saben nada porque no hay ni sospechosos, según les informaron las autoridades. El dueño del bar ya les ofreció apoyo a los hijos de las dos mujeres y prometió estar pendiente del caso para conocer la situación de las familias. Hasta ahora no hay detenidos por los siete asesinatos que causaron fuertes daños morales, emocionales y económicos a igual número de familias.

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