Académica liga degradación forestal a la pobreza

jueves, 4 de septiembre de 2014 · 13:00
MÉXICO, D.F., apro).- La pobreza es la principal causa de la agricultura itinerante o migratoria que si bien provee sustento a muchos campesinos también deteriora el ambiente, provoca gases de efecto invernadero, pérdida de la biodiversidad y erosión del suelo, afirma Armonía Borrego, académica de la Facultad de Economía (FE) de la UNAM. Según la especialista, la agricultura itinerante es una práctica rudimentaria basada en el esfuerzo físico y la experiencia y los beneficios que se obtienen a través de ella no resuelven las carencias de las comunidades locales. En México, aclara, los agricultores más pobres recurren a este sistema para sembrar maíz, calabaza y frijol en áreas de uso común, conocidas como coamiles. Rebeca Hernández, investigadora en la Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo Territorial (Semadet) llevó a cabo el trabajo Desarrollo de comunidades rurales y degradación de recursos forestales en la región Occidente de México, en 10 municipios de la Cuenca de Ayuquila, Jalisco, e identificó que los campesinos sin acceso a sistemas de riego recurren a la agricultura migratoria. El uso de coamiles, explica el estudio, depende de la lluvia e implica la tala de superficies arboladas en áreas inclinadas o con pendientes y los terrenos son abandonados después de trabajarlos por dos o tres años consecutivos. Posteriormente, los agricultores dejan crecer la vegetación por cinco años. El procedimiento tiene la finalidad de ayudar a la tierra a recuperar sus nutrientes, sin permitir que los árboles cubran totalmente el espacio. En este caso, no se permite cortarlos o incurrirían en delito de hacerlo. La académica de la Faculta de Economía afirma que la extensión de recursos forestales —una de las medidas más aceptadas para afrontar el calentamiento global— a menudo implica limitaciones sobre el uso de recursos naturales que a su vez es el único medio de subsistencia para las poblaciones rurales. Por ello, afirma que ante la instrumentación de programas de conservación para limitar las actividades que degradan el ambiente, es necesario definir lineamientos a seguir en conjunto con la población afectada. El conocimiento de las preferencias sociales y condiciones económicas podrían asegurar la participación de las comunidades locales, dice.

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