Premian a estudiante de la UNAM en España por fomentar la artesanía

lunes, 2 de febrero de 2015 · 15:49
MÉXICO, D.F. (apro).- Con su propuesta para recuperar e impulsar la industria de las artesanías elaboradas con izote, una fibra de tradición prehispánica, Ana Celia Martínez, estudiante del posgrado en Estudios Mesoamericanos de la UNAM, obtuvo el Premio Tenerife al Fomento y la Investigación de la Artesanía de España y América 2014. En septiembre del año pasado Ana Celia presentó en la Coordinación de Estudios de Posgrado su tesis Izote, iczotl. Fibra de identidad, tradición y permanencia, para obtener la maestría en Estudios Mesoamericanos. Meses después, el trabajo ganó el Premio Tenerife al Fomento y la Investigación de la Artesanía de España y América 2014. El jurado del galardón decidió por unanimidad conceder el sitio de honor a la mexicana por considerar su propuesta “superior” a las de los otros finalistas: Tras las huellas del diseño, de Colombia, y El timple del olvido, una especie al borde de la desaparición, de Canarias. A diferencia de las otras, la investigación de la mexicana destacó por su planteamiento científico, al combinar líneas históricas, etnográficas y biológicas, así como una exposición del proceso textil, subrayó el comité evaluador. Además, por su trabajo la también diseñadora textil recibió la mención honorífica Premio Proyecta 2010 de la Red Iberoamericana de Investigación Textil, por ejecutar estrategias de rescate, fomento, documentación y difusión de esta tradición ligada a la historia de México. El izote se extrae de la Yucca aff. Jaliscensis (Trel) Trel., planta agavácea endémica de la región de Zumpahuacán, Estado de México. Era tan apreciado en la época prehispánica que llegó a figurar en códices e incluso fray Bernardino de Sahagún lo describió como un insumo “esencial en la elaboración de mantas suaves, tejidas de diferentes maneras”, explica la universitaria. “Este proyecto de investigación permite plantear las bases para demostrar que fibras como la estudiada y los productos elaborados con ellas no son únicamente objetos que responden a la satisfacción de una necesidad, sino que representan la expresión concreta de su ideología, creencias, mitos y la relación con su entorno”, afirma. La tradición del izote y el mundo que lo rodea, añade, son una reserva que contribuye a demostrar la diversidad de la cultura mesoamericana y la versatilidad de las materias primas con las que México cuenta para hacer frente a la situación actual de agotamiento de recursos. Las piezas de izote son elaboradas en telares de cintura y permiten cerrar la tela por los cuatro lados, lo que otorga resistencia y hace innecesario el uso de dobladillos para finalizar el lienzo. Tradicionalmente, el material se ha usado para hacer morrales. Ahora en un curso-taller para jóvenes de esa comunidad, Ana Celia les ha mostrado el camino para diversificar sus diseños y productos como: carteras, portafolios, gorros e incluso piezas artísticas exhibidas en espacios como la Bienal de Arte Textil Contemporáneo Aire 2011. “Se trata de una tradición en vías de conservación, porque quienes se dedican a esta actividad se han esforzado por difundir su saber a jóvenes y mujeres zumpahuaquenses, así como difundirla dentro y fuera de la República, lo que hace factible pensar en un proyecto de recuperación”, dice la investigadora. Con productos derivados del trabajo con esta comunidad mexiquense colindante con Morelos y Guerrero, Ana Celia ha promovido la exposición y venta de izote en sitios como el Centro de Estudios Mayas del Instituto de Investigaciones Filológicas o el Jardín Botánico de la UNAM, así como en la Universidad Iberoamericana, el Museo Textil de Oaxaca o el Centro Cultural de San Agustín Etla (Oaxaca). “El panorama del desarrollo textil es amplio. Los artesanos conservan sus fibras y sus técnicas, así como relatos de tradición oral que permiten que esta fibra tenga en su contexto un acervo de tradición y conocimiento de nuestra historia. Por su parte, diseñadores e ingenieros tienen en el país un vasto campo de experimentación, pero desafortunadamente no lo toman en cuenta, pues optan por materiales y tecnologías extranjeras en vez de considerar las locales”, subraya Ana Celia.

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