Se usan en México 29 agroquímicos prohibidos en otros países

miércoles, 29 de abril de 2015 · 22:36
MÉXICO, D.F. (apro).- Al arrancar su campaña Comida Sana, Tierra Sana, la organización ambientalista Greenpeace denunció que sobre el campo mexicano se expanden sin regulación 29 productos agroquímicos que están restringidos o prohibidos en otros países, por sus afectaciones a la salud o al ambiente. Gran consumidora de estos productos, la agricultura mexicana a gran escala utiliza en promedio 3 mil 307 toneladas de plaguicidas por cada mil hectáreas, la mayor parte de los cuales está elaborados con glifosato. En marzo pasado la Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó que el glifosato podría ser cancerígeno para el ser humano. Y sin embargo, muchos productos que lo contienen terminan de alguna forma en los platos de los mexicanos. De acuerdo con Greenpeace, pese a empobrecer los suelos, contaminar los ríos, dañar la salud de los obreros agrícolas y utilizar cantidades excesivas de agua –las tres cuartas partes del líquido extraído en el país–, el modelo de la agroindustria a gran escala recibe 90% de los apoyos gubernamentales en México, aunque produzca solamente 71% de los alimentos. En cambio, 10% de los apoyos institucionales se destina a la agricultura de pequeña escala, muchas veces basada en el sistema de la milpa. Según integrantes de Greenpeace entrevistados por Apro, la lista de plaguicidas que mantiene la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) no ha cambiado en una década, pese a que nuevos informes científicos resaltaron el peligro para la salud en varios de ellos. En Jalisco, por ejemplo, se utiliza la Atrazina, prohibida en la Unión Europea en 2004, luego de descubrirse que la sustancia tóxica –catalogada como perturbador endocrino– se infiltra en el suelo y llega hasta los depósitos subterráneos de agua. Los insecticidas derivados del azinfos-metil, que se utilizan en los campos manzaneros en México, también están prohibidos en la Unión Europea y clasificados por la OMS como “altamente peligrosos”, ya que impactan al sistema nervioso en caos de exposiciones prolongadas.  

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