'Duda terrible”

lunes, 25 de enero de 2016 · 22:39
MÉXICO, DF (apro).- Estimados lectores: mucho le puso a pensar a servidor la carta a este buzón firmada por George Berkeley, en especial los dos últimos párrafos de la misma, en los que expresa su inquietud e incluso su enojo ante los hechos de que la filosofía de la preeminencia del sujetos (del yo) como origen de todo sea la dominante en su faceta más extrema, el llamado solipsismo, en esta globalidad, dicen que posmoderna, en la cual vivimos. Bueno, puede que tenga razón… pero no tanta… tal vez le asista la misma en eso de que el solipsismo… aquí es bueno recordar que así se denomina a la corriente filosófica idealista que postula que nada existe fuera del pensamiento del individuo, y que toda realidad percibida no es más que el fruto de nuestra imaginación… repito, que el solipsismo sea tan extenso e intenso en los pensares de nuestros días le da razón a su alarma… ¿pero por qué extrañarse que sea así?... el firmante de la citada carta no tuvo en cuenta que, desde que apareció en escena eso es lo que ha perseguido, ya que, estudiosos del teman aseguran que con diferentes nombres, como los de interés por uno mismo, amor propio, cuidado de sí mismo, búsqueda de lo más conveniente, simple egoísmo, narcisismo, egolatría y otros parecidos ya estaba presente en las corrientes filosóficas de la Grecia y de la Roma clásicas. Más cercanos a nosotros y con más argumentos, autores como Maquiavelo, el moralista la Rochefoucauld, Mandeville y Adam Smith fueron sus campeones y publicistas, y ya casi en nuestros días, Max Stirner y Nietzsche han sido los grandes promotores del solipsismo… y del egoísmo como móvil de todo actuar del humano… y del amoralismo, conjunto de la serie de doctrinas que niegan la legitimidad de las normas morales y, en general, de los juicios de valor… de los que encarnan y son representativos el Príncipe de Maquiavelo y el superhombre de Nietzsche. En la actualidad todas estas tendencias filosóficas: idealismo, individualismo, las del yo, egoísmo, amoralismo, etcétera, bien de manera única o bien en curiosas mezclas, tiene también sus seguidores, entre ellos están S. Sabater, con su “Ética como amor propio”; G. Lipovetsky, con sus siguientes obras “La era del vacío”, el “Imperio de lo efímero”; Ignacio Morgado, autor de “La fábrica de las ilusiones”, que con distintos argumentos, siguen y confirman lo esencial de la teoría de Berkeley, la de negar, de una u otra manera a la materia y que el mundo e incluso la humana criatura, no son más que ilusiones creadas por nuestro cerebro. Eso ha llevado a que, por lo general, tales filosofías o mejor dicho a quienes las sostienen, a ser enemigos de una u otra manera, de las ideas revolucionarias, de toda intención de cambiar el mundo, de la moral como obligación, del populismo, de toda actividad y reclamos colectivos y acciones reivindicatorias, como el feminismo… ejemplo de todo ello: G. Lipovetsky, que ha llegado a la osadía de proponer… y defender… a la frivolidad como norma de conducta personal e incluso social. Y aún hay más, pues resulta que hay dos personas, estudiosos del tema que continúan en la misma onda, Ignacio Morgado, catedrático de psicología en la Universidad Autónoma de Barcelona, en su libro “La fábrica de las ilusiones” (Editorial Ariel, 2015), dice que el mundo es una ilusión creada por el cerebro, que todo lo que hay en el mismo no está realmente fuera, ya que todo son ilusiones creadas por el cerebro y que las emociones también lo son y asegura que incluso el amor, por tantos tan deseado, es igualmente una ilusión. Por su parte, Susana Martínez-Conde, nacida en la Coruña, y en la actualidad directora del laboratorio de Neurociencia Integrativa, de Nueva York, junto con su marido, ambos sostienen que, aunque el mundo exterior existe, el concepto que de él tienen los humanos es una ilusión creada por el cerebro… consideran que si el cerebro crea un simulacro de la realidad exterior es por defecto y por necesidad… y que incluso la idea del YO es también una ilusión… que la búsqueda de la verdad es un objetivo noble… pero quizás irrealizable. Todas estas corrientes filosóficas, concebidas y sostenidas generalmente por creyentes, despiertan en servidor una duda terrible… ¿pues cómo dejan a su creencia en Dios?... ¿cómo una ilusión más?... ¿qué me dicen ustedes, estimados lectores de la presente? Siempre a sus órdenes para lo que gusten y manden.   ARMANDO LÍOS

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