Hijas de Ettore Scola estrenan documental sobre su padre
MÉXICO, DF (apro).- En el otoño de 2015, la X Fiesta del Cine de Roma le rindió homenaje a Ettore Scola, quien acudió al estreno de la versión restaurada por Cineteca de Italia de su cinta La terraza (1980), además de presentar con sus hijas Silvia y Paola Riendo y jugando. Retrato de un cineasta a la italiana, el documental de 82 minutos que ellas elaboraron en tres años de investigaciones sobre su vida y trayectoria fílmica.
Scola improvisó entonces ante la televisión italiana las reflexiones de esperanza hacia el séptimo arte, mismas que después acompañarían los obituarios noticiosos de su muerte acaecida en el Policlínico Romano el pasado martes 19, a los 84 años de edad:
“En el cine se trabaja duro, con horarios tremendos. Pero uno puede, riendo y jugando, transmitir algún mensaje, una tarjeta postal con ciertas observaciones propias acerca del mundo. El cine es como un farito donde se deja transitar a los argumentos que iluminan las cosas de nuestras vidas.”
Fruto de un arduo proceso de rescate, análisis y selección de vastos materiales depurados por las pacientes hermanas Paola y Silvia, Riendo y jugando… (en italiano Ridendo e scherzando…) finalmente se exhibirá al público europeo el próximo 1 de febrero. Acerca del documental a su padre, apuntaron al diario La Reppublica en octubre de 2015:
“Fuimos cambiando la estructura cual individuación de temáticas vitales de Scola: es nuestro padre, pero también el dibujante, escenógrafo, director y militante político, en pos de retratarlo en la particularidad de Scola con su voz fílmica, él siempre nos hablaba de los asuntos más serios y profundos aunque lo hacía de un modo ligero, a través de la ironía y alcanzando tintes de comedia, debido a sus orígenes de caricaturista humorístico en la revista Marc’Aurelio, por los años cuarenta. Nuestro deber era crear un documental para hacer reír y el resultado nos satisfizo a los tres.”
Lograron culminar su largo proyecto sólo gracias a que después de mucho insistir, lo convencieron de filmar para ellas una entrevista final.
“Había rechazado varias cuestiones de nuestra película que le parecieron triunfalistas, pero luego de que llamamos a Pif (Pierfrancesco Diliberto) para conducir la entrevista, papá se mostró complacido con el filme. Se reunieron los dos en el Cinema dei Piccoli y ahí filmamos esta charla.”
Vidas ejemplares
La noche del 18 de octubre de 2015 fue engalanada por la presencia de su madre, la también cineasta Gigliola Fantoni, quien se unió al desfile previo del estreno documental de Riendo y jugando… por la carpeta roja de la X Fiesta del Cine en Roma.
Casada con Ettore Scola 59 años atrás, la hoy viuda recordaría con emoción y alegría sus años estudiantiles de finales de la década de los cuarenta, cuando siendo conocida como “la hija del director del Policlínico de Roma”, Gigliola flechó al futuro director de cine y comenzó su noviazgo.
Su primogénita nació el 28 de junio de 1957, y la segunda hija, un 26 de agosto de 1962: Paola y Silvia Scola, dos mujeres cuyo talento sería aclamado internacionalmente hace un par de años al ser quienes escribieron con su padre el guión de la última película dirigida por Scola ¡Qué extraño llamarse Federico! (2013), en honor a su maestro y amigo de juventud Federico Fellini.
La décima edición del festejo cinematográfico en Roma fue particularmente inolvidable para las herederas del cineasta nacido en la población de Trevico, Avellino, el 10 de mayo de 1931. Gustosas, reiteraban a la prensa su “participación longeva” en las cintas paternas, pues desde chiquillas él siempre procuraba estar cerca del hogar con la finalidad de leerles lo que escribía y pedir sus opiniones.
Una broma de Scola frenó que se desbordase el sentimentalismo:
“…Y como siempre habitábamos en casas chicas de dos recámaras y un baño, me era imposible mantener lejos a mis dos amadas pequeñitas…”
De 15 años de edad Silvia empezó a trabajar con él, supervisando el guión de Una jornada particular, enorme cinta donde Scola dirigió a Marcello Mastroianni y Sofía Loren. Posteriormente, ella colaboró en las escenografías de ¿Qué hora es? (1989); Mario, María y Mario (1993); Romance de un joven pobre (1995), La cena (1998) o Competencia desleal (2001), y redactó el argumento de El viaje del capitán Fracassa (1990), una adaptación al cine de la novela homónima del francés Teófilo Gautier.
Cuando El clarín de Argentina le cuestionó cómo confluyeron las ideas de Silvia y Paola con las suyas, en Gente de Roma (2003), Scola afirmó:
“No es el primer filme que escribo con Silvia y con Paola. Es como con otros colaboradores. No hay diferencia. Nos conocemos, nos entendemos. Cada quien escribe una parte que después es revisada por los otros.
“Por ejemplo, la Roma nocturna que yo conozco un poco menos, la de los night clubs o los gay, ellas la conocían, y entonces escribieron esa parte. Hay muchas discusiones, peleas. Cada cual defiende su punto de vista. Por eso digo que es como con los colaboradores habituales, la gente con la cual trabajé: Ruggero, Maccari, Furio, Scarpelli… En la escritura no hay ninguna autoridad y ninguna jerarquía.”
Riendo y jugando… se proyectó en la X Fiesta de Roma a pocos días de cumplirse, el 2 de noviembre de 1975, los 40 años del asesinato del poeta e intelectual marxista Pier Paolo Pasolini, cuya carrera fílmica había arrancado con Accattonne en 1961.
Las autoras no olvidaron recoger en su documental Riendo y jugando… “el acercamiento apenas conocido por el público que tuvo Scola con Pasolini”, según la reseña periodística de María Pía Fusco en La Reppublica, para un proyecto fílmico conjunto con la actuación estelar de Nino Manfredi.
No obstante haber ya avanzado bastante en el desarrollo de ideas para la película, e incluso en el rodaje de algunas escenas preliminares, la cinta quedó trunca al producirse el crimen de Pasolini, “uno de los más espeluznantes en la historia”, a decir de Ettore Scola.
El filme que Pasolini ya no pudo dirigir en 1975 se llamaría Brutos, sucios y malvados (Brutti, sporchi e cattivi), guión original de Scola que éste trabajó con Ruggero Maccari al año siguiente, llevándose la Palma de Oro en el Festival de Cannes 1976 como mejor director.