Detecta Coneval las 'carencias” de la Cruzada contra el Hambre

viernes, 4 de marzo de 2016 · 20:38
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- A tres años de su arranque, la Cruzada Nacional contra el Hambre (CNCH) padece de 22 carencias, que el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) enlistó en el Balance 2013-2016, publicado este día. En ese balance también recordó que entre 2012 y 2014 el número de mexicanos que sufrieron hambre se incrementó de 7 a 7.1 millones de personas, “a pesar del trabajo coordinado de las dependencias en el marco de la Cruzada”. Según el Coneval, la estrategia central en la política de desarrollo social de la administración de Enrique Peña Nieto se encuentra “vulnerable a la voluntad y capacidades de los actores encargados de fomentarla”, y hasta la fecha “no ha logrado detonar los procesos necesarios para que cada programa planee en función de la aportación que cada uno puede tener para abatir cierta carencia”. “Las acciones de la Cruzada han focalizado apoyos a hogares en pobreza extrema”, recordó el Coneval, al subrayar que de esta manera la estrategia central de la política social del gobierno, encabezada por la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), José Antonio Meade, dejó de lado a la población pobre del país, cuyo número se eleva a 55 millones de personas. “Será importante que en la segunda mitad del sexenio no sólo se puedan mejorar los elementos de la Cruzada (…) sino que la estrategia se enmarque en otra más amplia de reducción de pobreza, inclusión y acceso efectivo a los derechos humanos”, insistió el órgano. Expectativas frustradas El Coneval reconoció que “la Cruzada ha hecho contribuciones importantes a la política social”, y subrayó como ejemplos el avance en la coordinación entre instituciones o en la reducción del desvío de fondos federales para proyectos urbanos, entre otros. Desde hace tres años, la Sedesol presentó la instalación de comités comunitarios como uno de los mayores logros de la Cruzada. Estos comités tienen la función de recabar las peticiones de la población para adaptar la política social a las necesidades en el campo. Sin embargo, el Coneval observó que “hay expectativas poco claras sobre el objetivo de su funcionamiento”, pues en muchas ocasiones los programas no tuvieron la flexibilidad para satisfacer las demandas comunitarias, y las expectativas se vieron frustradas. Asimismo, los apoyos siguen siendo determinados por la disponibilidad de presupuesto de cada programa, lo que condiciona la oferta de programas, en consecuencia, varios comités se han desintegrado y otros han dejado de reunirse. “Es necesario redefinir el papel de los comités comunitarios para que sirvan como vínculo entre la comunidad y los programas sociales, para que los beneficiarios, los promotores y las autoridades de los tres ámbitos de gobierno tengan certeza sobre para qué sirven y qué se espera de ellos”, planteó el Coneval. Asimismo, si bien el Coneval reconoció que la instalación de comedores comunitarios incrementó el consumo de alimentos, añadió que la calidad y el balance de la comida que ahí se sirve son “deficientes”. La Cruzada no se aplica de manera adecuada en las ciudades, donde resulta difícil “encontrar a la población objetivo”, e implementar los instrumentos que atiendan “las carencias más críticas” –entre ellas la falta de ingresos, el hambre y la falta de acceso a la seguridad social-- porque “el país tiene un vacío de información sobre cómo atender a la población en pobreza en las zonas urbanas”. Avances vulnerables El Coneval insistió en que la Cruzada no es un programa sino una estrategia “poco institucionalizada en la implementación”, la cual “depende mucho de relaciones personales entre funcionarios, de acuerdos informales e incluso de actores clave”, por lo que “los avances que se han tenido en el marco de la Cruzada son vulnerables”, advirtió. E insistió: “Es necesario que la permanencia de la estrategia de coordinación para la atención integral de las carencias no dependa exclusivamente de un decreto presidencial”. En su forma actual, la Cruzada abarca 56 programas de distintas dependencias federales, para algunos de los cuales “no se cuenta con información” ni es posible “identificar directamente a la población beneficiaria”. El órgano evaluador también resaltó que la Cruzada emplea varios de estos programas sin que tengan incidencia en las carencias. El Coneval señaló que las estructuras que nacieron a la par de la estrategia funcionan de manera “desigual”, pues lamentó que los consejos estatales y el comité de expertos “operen de manera marginal”. Aunado a lo anterior, la efectividad de la Cruzada varía mucho según el grado de colaboración con las autoridades estatales. El Coneval resaltó que cuando el gobierno del estado es renuente a la colaboración –como en Baja California Sur o Nayarit-- se reduce la implementación de los programas. Otros estados, como Sonora o el Estado de México, lanzan programas que compiten con la Cruzada a través de estructuras paralelas, lamentó la institución. Y criticó el manejo mediático que realiza el gobierno con la Cruzada, entre otros en materia de cifras oficiales. De hecho, los funcionarios de la Sedesol suelen jactarse de los logros de la Cruzada con discursos como “Más de tres millones de personas están comiendo mejor” –uno de los lemas que repitió el año pasado Rosario Robles, entonces titular de la Sedesol-- durante sus apariciones públicas. Sin embargo, el Coneval urgió a las dependencias a “señalar con claridad la fuente que origina (estas cifras)”, así como a sustentar la información, de manera que “cualquier persona comprenda los resultados de la Cruzada sin necesidad de explicaciones adicionales”. El Coneval observó que de manera general las carencias sociales –a excepción de la carencia por acceso a la alimentación-- disminuyeron entre 2013-2014 y el año 2015, incluso en un panel de cinco municipios que integran la Cruzada, aunque señaló que “no se les puede atribuir estos cambios exclusivamente a la Cruzada”.

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