Niños que trabajan en México lo hacen en 'peligro” y 'para sobrevivir”: especialistas

lunes, 12 de junio de 2017 · 21:57
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- En México existen alrededor de 3.6 millones de niños –entre cinco y 17 años– que trabajan, cantidad que representa 12% de la población total de niños del país, según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef). De ese total, 8% lo hace en “condiciones peligrosas”, sufre violación de sus derechos humanos por causa de su vulnerabilidad y lo hace porque “hay que sobrevivir”, aseguró Rosaura Galeana, investigadora de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), durante su participación en el Foro “Pasado, Presente y Futuro del Trabajo Infantil en México”. En la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF) y a propósito del Día Mundial contra el Trabajo Infantil, académicos y miembros de organizaciones como Save the Children o Ririki presentaron propuestas para atender el problema del trabajo infantil en el país, a 10 años de la Mesa Social contra la Explotación de Niños Niñas y Adolescentes. Los especialistas detallaron que, de acuerdo con una encuesta de la Unicef, 22% de los niños del quintil más pobre trabajan, pero esa cifra baja a 6% para el quintil más rico. Además, 21% de los menores indígenas laboran, mientras el número para los no indígenas es de solo 12%. Según el organismo internacional, de los 40 millones de niños mexicanos, 21 millones viven en condiciones de pobreza y 1.5 millones padece desnutrición crónica, lo que explica el hecho de que necesiten trabajar. Para Rosaura Galeana, hay que “actualizar el diseño y la operación del Sistema Escolarizado de Primaria 9-14 (SEAP 9-14) como una atención educativa destinada principalmente a la población infantil y adolescente trabajadora”. Según Alfonso Poiré, asesor de Save the Children México, “en los programas de los políticos no hay referencia a los niños y niñas de México. Culturalmente, tenemos que regresar a una visión que pone en el centro de la sociedad a los niños y a los adolescentes”. Calificó de “escandaloso” y “ridículo” el presupuesto atribuido a políticas públicas para tratar el trabajo infantil. “Hay que terminar con una intervención asistencialista que coincide en dar una solución instantánea que no tiene alcance en el largo plazo”, añadió. Según dijo, “esos niños no viven en un estado de bienestar. Necesitamos un Estado de Derecho, un estado social. Abandonamos como país el objetivo de desarrollar un estado de bienestar”, denunció Poiré. “¿Qué se puede hacer?”, preguntó y ofreció una respuesta: Modelos de prevención y políticas públicas. Nashieli Ramírez, coordinadora general de la organización Ririki, añadió otro factor de riesgo a la situación de los menores que no van a la escuela y que tienen que trabajar: “En México es cada vez más intensa la incorporación de adolescentes y hasta preadolescentes a las mafias y a las organizaciones del crimen organizado… No se invierten los recursos necesarios para aprobar un programa nacional. Estamos en una sociedad que esconde, minimiza el trabajo infantil y que lo justifica”. Para resolver el problema del trabajo infantil “no basta removerlos de la calle o del trabajo”, según Giovanna Battaglia, representante del Centro de Desarrollo Indígena Loyola. “Se requiere abordaje crítico e integral a este fenómeno que vaya más allá de la erradicación como sinónimo de limpieza social.” Añadió: “Hay que considerar a las niñas y los niños como sujetos plenos de derechos y de participación en las decisiones que les competen, promoviendo su organización y reconociéndolos como actores claves en la revisión de sus propios condiciones sociales y familiares”. Norma del Rio, del Programa Infancia de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) sugirió activar el Sistema de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes en Trabajo Infantil. Entre los asistentes al foro, un trabajador social intervino para culpar “al sistema capitalista” que prevalece en México. “Hay que criminalizar a las empresas que contratan niños. Nos oponemos a este sistema que usa la explotación del ser humano para producir más”, sentenció.

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