El estadio Jesús Martínez 'Palillo” deja de ser albergue y retoma sus actividades deportivas

lunes, 19 de noviembre de 2018 · 20:18
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Tras dos semanas de funcionar como albergue para más de ocho mil migrantes del éxodo centroamericano, el estadio Jesús Martínez “Palillo” retomará sus actividades deportivas, luego de que esta mañana las últimas 650 personas que pernoctaban en el lugar fueron trasladadas a la Casa del Peregrino, dirigida por el padre Alejandro Solalinde. Pasadas las 10 horas de este lunes, apenas terminaron de desayunar, los cerca de 85 niños, 280 mujeres y otro tanto de hombres (80% de El Salvador) que quedaban en el estadio recogieron sus pocas pertenencias y abordaron 20 autobuses de la Red de Transporte de Pasajeros (RTP). En ellos se trasladaron hasta la Casa ubicada a espaldas de la Basílica de Guadalupe, en la alcaldía Gustavo A. Madero. Ahí permanecerán hasta el próximo viernes 23 y después serán distribuidos en albergues menores y parroquias que operan en la ciudad. Nashieli Ramírez, presidenta de la Comisión de Derechos Humanos local (CDHDF), explicó que el cierre del albergue en el estadio y el traslado de los migrantes se debió a dos factores: que ya solo funcionaba para el 10% de la capacidad para la que fue montado, y porque los albergados sufrían las bajas temperaturas de los últimos días. “Por más que estén las carpas, que tengan su tarima, el frío está muy fuerte y necesitábamos un lugar techado, y la Arquidiócesis de México amablemente dijo: pues nosotros acá…”, explicó. Agregó que el organismo a su cargo, así como el gobierno de la ciudad, el de transición, las alcaldías y las organizaciones sociales, continuarán con la ayuda humanitaria brindada desde el pasado domingo 4, cuando llegaron los integrantes de la primera caravana, en su mayoría procedentes de Honduras. La presidenta de la CDHDF recordó que al año unas 500 mil personas de Centroamérica cruzan México rumbo a Estados Unidos, aunque no lo hacen en caravanas masivas como esta vez. Por ello, descartó que en lo que resta de 2018 se presente una emergencia migratoria de tales magnitudes. Por último, comparó la atención que recibieron los migrantes en la Ciudad de México y el rechazo que han padecido en Tijuana en días recientes: “El mensaje sí es muy claro: vean esto y vean a Tijuana y vean lo que es darle rostro humanitario, rostro de derechos humanos a un proceso de movilidad humana. O sea, esa es la diferencia”. Prueba de “Ciudad Santuario” En su edición 2193, Proceso publicó algunas observaciones que hizo la Defensoría de los Derechos Humanos de Oaxaca sobre las condiciones en las que operaba el albergue instalado en el estadio “Palillo” de la alcaldía Iztacalco. Según el reporte, en el lugar se detectaron irregularidades, como sanitarios en condiciones insalubres, contaminación de agua, ausencia de apoyo del Instituto Nacional de Migración y hasta “prostitución” en su interior. También destacó delitos como abuso sexual contra niños y mujeres, violencia intrafamiliar, discriminación a adultos mayores, maltrato físico a integrantes de la comunidad LGBTTTI y “el extravío de al menos tres menores”. En la misma edición se publicó una crónica que resalta cómo los gobiernos actual y de transición de la Ciudad de México, bajo la iniciativa de la CDHDF, anunciaron el “Puente Humanitario” para recibir al éxodo centroamericano. Fue la primera vez en su historia, como “Ciudad Santuario”, que las autoridades pusieron a prueba su capacidad de organización y atención a más de ocho mil personas, en medio de una crisis de falta de agua potable, debido a los trabajos de mantenimiento prolongados del Sistema Cutzamala. El domingo 4, cuando comenzaron a llegar los migrantes, personal del gobierno capitalino apenas empezaba a colocar la primera de varias carpas gigantes que fueron necesarias para albergar a los caminantes. Además, muchos de ellos comentaron que no alcanzaron comida ni había agua para beber. Había pocos sanitarios móviles y solo un comedor comunitario para los miles que llegaban. Durante los primeros días la cantidad de gente rebasó la capacidad de operación de las autoridades. Incluso, la Cruz Roja Internacional criticó que ni siquiera había un mando de control para coordinar en un solo lugar todas las actividades. Al paso de los días, la coordinación mejoró y hubo más orden en los servicios que ahí se brindaban. De hecho, los migrantes tuvieron servicio médico y dental, apoyo psicológico y decenas de actividades recreativas totalmente gratis. Pese al rechazo de cientos de capitalinos en las redes sociales, con expresiones xenófobas, era común ver a quienes llegaban al albergue en sus autos para donar ropa, zapatos, dulces y alimentos a los migrantes, los cuales también recibieron el apoyo para viajar gratis en el Metro y en horarios especiales, y al final el transporte que los llevó a la Casa del Peregrino.

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