Tiempo de complacencias: AMLO y sus relaciones "de ida y vuelta" con las televisoras

martes, 27 de noviembre de 2018 · 10:22
Bastaron 12 años para que los barones de los medios audiovisuales superaran su animosidad hacia Andrés Manuel López Obrador y, tras su arrollador triunfo, se acercaran a él para ofrecerle sus buenos oficios. Y el tabasqueño aceptó que se constituyeran en su “consejo asesor empresarial”. Esos que lo vituperaron largo tiempo y que antes de la campaña electoral no le veían posibilidades de triunfo, hoy le abren sus espacios para que explique sus propósitos de gobierno y sus controvertidas consultas públicas. En suma, les da entrevistas que niega a otros medios, como Proceso.  CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- En enero pasado, antes del inicio formal de la campaña presidencial, siete altos ejecutivos de Grupo Televisa, incluidos los dos copresidentes Bernardo Gómez y Alfonso de Angoitia, se reunieron para analizar cuál de los candidatos presidenciales tenía más posibilidades de ganar las elecciones del 1 de julio.  Seis expresaron su apoyo a José Antonio Meade, el abanderado priista, quien, dijeron, “seguro ganará con el apoyo del aparato” oficial, y uno pronosticó el triunfo del panista Ricardo Anaya. Ninguno se inclinó por Andrés Manuel López Obrador. Por su parte, Ricardo Salinas Pliego, presidente de Grupo Salinas y concesionario de la segunda televisora más grande del país, colocó a sus operadores y aliados políticos en Morena y en el PRI. El presidente de la Fundación Azteca, Esteban Moctezuma, se incorporó al Proyecto Alternativo de Nación como coordinador del área de Desarrollo Social, mientras que el priista regiomontano Jorge Mendoza Garza fue candidato al Senado por el tricolor, en fórmula con Martha de los Santos.  A Mendoza Garza se le recuerda como uno de los protagonistas del enfrentamiento en el cerro del Chiquihuite a finales de 2002, durante el conflicto entre TV Azteca y Canal 40. A su vez, la exconductora de TV Azteca Lilly Téllez fue candidata a senadora por Morena en Sonora. Grupo Imagen, de la familia Vázquez Raña, apoyó a Meade, y antes de la contienda sus integrantes expresaron su respaldo a la eventual candidatura presidencial del exgobernador de Puebla Rafael Moreno Valle por el PAN. La nominación de Anaya no los dejó contentos. Pese a la distancia histórica de los principales dueños y accionistas de las televisoras con López Obrador, la noche del 1 de julio el tres veces candidato presidencial celebró su victoria a las 12:30 de la noche con un “pequeñísimo grupo” convocado a su casa. Ahí estuvieron Ricardo Salinas Pliego, de TV Azteca; Olegario Vázquez Aldir, de Grupo Imagen; Bernardo Gómez, copresidente ejecutivo de Televisa; Alfonso Romo, jefe del gabinete, y Julio Scherer Ibarra, futuro consejero jurídico de la Presidencia. Según el relato de la periodista Martha Anaya, publicado el 8 de agosto en su columna de El Heraldo, “brindaron con whisky­ y a cada uno de ellos agradeció Andrés Manuel su apoyo”. Horas antes, en el templete colocado frente al parque de la Alameda, López Obrador celebró el anuncio de su victoria y destacó que gracias a “las benditas redes sociales” pudo remontar el cerco mediático y la guerra sucia en su contra a lo largo de la campaña. Distante y cercano siempre a los barones de las televisoras, el miércoles 14 decidió revelar que se reunió en privado “con unos empresarios”. “De ellos salió que quieren ser consejeros –dijo– y les tomé la palabra. Me quieren dar sus puntos de vista, sus visiones, y quieren ayudarnos”. Coordinados por Alfonso Romo, futuro jefe de la Oficina de la Presidencia, en este primer grupo de asesores empresariales están los mismos que celebraron con López Obrador su victoria la madrugada del 2 de julio: Ricardo Salinas Pliego, Bernardo Gómez y Olegario Vázquez Aldir. A ellos se sumaron Carlos Hank González, nieto y homónimo del legendario personaje que fue gobernador del Estado de México, regente de la Ciudad de México, secretario de Estado y poderoso contratista que hizo suya la máxima de “un político pobre es un pobre político”; Miguel Alemán Magnani, nieto del expresidente del mismo nombre, hijo de quien fue el segundo accionista más importante de Grupo Televisa hasta finales de los noventa y propietario de Interjet; Daniel Chávez, de Grupo Vidanta, desarrollador de resorts y clubes de golf en México, y Sergio Gutiérrez, empresario acerero de Nuevo León –“gente extraordinaria”, dijo el presidente electo al elogiarlo públicamente. “Voy a invitar a otros empresarios para que este consejo se vaya fortaleciendo y se convierta en una institución de la sociedad civil que ayude al gobierno”, argumentó López Obrador, quien apenas hace menos de 15 días advirtió que su gobierno va a separar al poder político del poder económico, tras la ola de críticas por la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México en Texcoco, expresadas precisamente en los medios que encabezan el primer grupo de empresarios asesores. La reacción de simpatizantes y adversarios de López Obrador ante el anuncio fue entre sorpresa y franca crítica porque el mismo presidente electo ya había señalado que no le debía su triunfo a las televisoras y que iba a marcar una diferencia con el presidente saliente Enrique Peña Nieto, cercano a los grupos mediáticos y, en especial, a las televisoras, a las que destinó más de 40% de los 60 mil millones de pesos en comunicación social. Ronda de entrevistas Días después de este anuncio, los micrófonos de Grupo Televisa, TV Azteca, Imagen Televisión, Milenio Televisión y Grupo Radio Centro –en el espacio matutino de Aristegui Noticias– se abrieron para una larga ronda de entrevistas con López Obrador.  El objetivo principal del futuro presidente fue promover la segunda consulta ciudadana que organizó antes de tomar posesión, para el sábado 24 y el domingo 25, con el objetivo de preguntar sobre sus principales proyectos de infraestructura para el sur-sureste, como el Tren Maya, y sus programas sociales. En realidad, las entrevistas se convirtieron en una amplia explicación de López Obrador sobre sus proyectos más polémicos en vísperas de tomar posesión, como son la creación de la Guardia Nacional, la “amnistía política” o el “punto final” a los expedientes de corrupción de los expresidentes de la República, entre otros, como su propia relación con el mandatario saliente, Enrique Peña Nieto. Carmen Aristegui lo cuestionó sobre la formación de este “consejo de asesores empresariales” encabezado por magnates de la televisión. En la entrevista del miércoles 21 en Radio Centro, López Obrador admitió por primera vez que estaría dispuesto a celebrar una consulta para preguntar si los ciudadanos están de acuerdo o no con este consejo. Al día siguiente, con Azucena Uresti en Milenio Televisión, López Obrador matizó la posibilidad de ese ejercicio. Anunció que para marzo de 2019 realizará una consulta popular, de acuerdo con nuevos requisitos que se establecerán en el artículo­ 35 constitucional, para preguntar sobre dos temas fundamentales: la Guardia Nacional, el perdón político a los expresidentes y “quizá” sobre la asesoría de los empresarios televisivos. Horas antes firmó un pacto con Televisión Azteca para ofrecer capacitación a 100 mil jóvenes. Se reunieron con él 150 integrantes del consejo consultivo de Grupo Salinas, encabezado por el propio Salinas Pliego. El empresario regiomontano, acusado de haber recibido un préstamo de Raúl Salinas de Gortari para adquirir los canales 7 y 13 que formaban parte de Imevisión, afirmó que se unía “con mucho gusto a la iniciativa de construir un nuevo país” con el líder de Morena. A su vez, AMLO afirmó: “desde luego que queremos una alianza con el sector empresarial… ¡Cómo no voy a estar recogiendo puntos de vista de empresarios! ¡Es mi trabajo! Como presidente tengo que consultar y recoger los sentimientos de todos, de los indígenas, los campesinos, los artistas y los empresarios”. Relató también que en 1996, cuando era dirigente nacional del PRD, la única televisora que abrió los espacios “cuando enfrentábamos, como es del dominio público, mucha cerrazón en los medios de comunicación, fue TV Azteca”. Y añadió que con el apoyo de TV Azteca y de Televisa, en el sexe­nio zedillista, logró que se transmitieran los mensajes de los partidos mediante el pago con las prerrogativas. No mencionó el episodio del asesinato del conductor Francisco Stanley, ocurrido en junio de 1999, cuando TV Azteca y el propio Salinas Pliego emprendieron una campaña de más de 10 horas en la pantalla contra el gobierno de Cuauhtémoc Cárdenas, al que responsabilizaron de ese crimen por la inseguridad en la Ciudad de México. Ni tan lejos ni tan cerca La historia de las relaciones entre López Obrador y los principales dueños y ejecutivos de las televisoras mexicanas ha sido tormentosa. A veces de cercanía, pero en la mayoría de los casos de confrontación por la cobertura informativa, por las críticas de los principales conductores de los noticiarios a las posiciones de AMLO o por la difusión de campañas de “guerra sucia”. En su libro La mafia nos robó la Presidencia, López Obrador relató cómo Televisa formó parte de la conspiración derivada de los videoescándalos de 2004; incluso relató su encuentro en Valle de Bravo, en febrero de 2006, en vísperas de la aprobación de la Ley Televisa, con el Consejo de Administración de la empresa. Ahí estuvo el banquero Roberto Hernández, accionista de Televisa en aquel tiempo, con quien el entonces candidato presidencial discutió por la venta de Banamex. “A mediados de agosto de 2005 –escribió AMLO– Televisa auspició una campaña contra la inseguridad en la cual aparecían personas que, lamentablemente, habían sufrido secuestros… de manera subliminal nos cargaban a nosotros la culpa… “Me enteré que esa campaña había sido financiada por Claudio X. González, un exasesor de Salinas y adversario nuestro. Vale la pena añadir que, cuando dejé el gobierno y me sustituyó Alejandro Encinas, se retiró toda esa propaganda y en televisión dejaron de tocar el tema de la inseguridad, como si, de repente, hubiera desaparecido el problema”, relató el exjefe de Gobierno capitalino. En el mismo libro se quejó de la cobertura mañosa de Televisa en la campaña. “Una vez dije: ‘¡Al diablo con esas encuestas!’. En Televisa le cambiaron lo de ‘esas’ y lo leyeron como: ‘¡Al diablo con las encuestas!’. Y, en el caso de ‘¡Al diablo con sus instituciones!’, lo leyeron como ‘¡Al diablo con las instituciones!’. Tengo que ser muy cuidadoso. No me ven con lupa, sino con microscopio, y eso es parte del quehacer de un dirigente de izquierda”, remató. López Obrador reflexionó acerca de que en Televisa hubo “un gran viraje” en 1997, cuando llegó Emilio Azcárraga Jean a la dirección de la empresa: hubo “una especie de apertura”, “hubo más pluralidad en los programas de comentarios y noticias”, pero “todo eso se terminó cuando Fox y Calderón impulsaron la aprobación de la llamada Ley Televisa, a finales de marzo de 2006. Hubo un retroceso, se cerraron porque creyeron que corrían riesgo sus intereses”. A la periodista Carmen Aristegui le relató en el libro de entrevistas Transición que al final de 2006 los empresarios “doblaron” a Emilio Azcárraga Jean y “a partir de ahí Televisa se convierte de manera abierta en vocera de la oligarquía que manda y decide en el país. Ese grupo impuso a Calderón”. “–¿Tú dejaste pasar la Ley Televisa, le diste tu anuencia?” –le preguntó Aristegui para ese libro. “–No. Ese es un asunto de los hipócritas del PAN, de Javier Corral y otros, que quieren ocultar la negociación que tuvieron con Televisa en 2006, diciendo que todos estábamos de acuerdo. Me quieren meter en el mismo costal, pero yo no tuve absolutamente nada que ver, y no sólo eso, yo me opuse… Fue un acuerdo Calderón-Televisa”, reviró AMLO. Doce años después, los dueños de las televisoras ya no son adversarios púbicamente del presidente electo, pero buscan una cercanía a toda costa porque saben que López Obrador no les debe el triunfo, y porque pretenden que el futuro gobierno los salve con recursos publicitarios de la grave situación financiera por la que atraviesan no sólo las televisoras, sino la mayoría de los medios. Por lo pronto, ya se blindaron ante cualquier posibilidad de modificar sus concesiones. A un mes de que terminara el sexenio, el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) renovó por 20 años más las 557 señales de Televisa, que pagará 3 mil 340 millones de pesos para sus dos canales de cobertura nacional, el 2 y el 5, ahorrándose 568 millones de pesos, y de TV Azteca, que pagará 3 mil 442 millones de pesos por la renovación de las cadenas 13 y 7, ahorrándose 580 millones de pesos. En esa misma sesión, de inicios de noviembre, se renovaron las concesiones de Grupo Imagen, Grupo Multimedios y otros consorcios radiofónicos, también hasta 2041. El pleno del IFT argumentó que estos “descuentos” y el pago anticipado para renovar las concesiones que vencían hasta 2021 obedecieron a que la televisión abierta está perdiendo audiencias por los nuevos servicios de televisión on line, mejor conocida como OTT (Over The Top), al estilo Netflix, Youtube o Blim. Este texto se publicó el 25 de noviembre de 2018 en la edición 2195 de la revista Proceso.

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