'Juntos haremos historia”, proclama del Ejército en la 'Cuarta Transformación”

domingo, 2 de diciembre de 2018 · 16:10
CIUDAD DE MÉXICO (proceso.com.mx).- La salutación militar, solemnidad que cada inicio de sexenio rinde honores al presidente de México --se subordina a su mando como “Comandante Supremo” y le expresa su lealtad--, transcurrió hoy con pronunciamientos de los nuevos mandos que, sin escatimo discursivo, adoptaron la jerga política del mandatario con expresiones sobre democracia, legalidad, y ya en el tenor, fue el secretario de Defensa, Crescencio Sandoval González, quien de plano asimiló la oferta de la coalición que postuló a Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia, así como el viejo lema del mandatario: “Juntos haremos historia, por el bien de México”. En el segundo día en funciones, López Obrador correspondió a los secretarios asegurando que en sus filas prevalecía la honestidad, los consideró ampliamente populares entre la población, y encomió su institucionalidad histórica a la figura presidencial, para luego convocarlos a trabajar conforme a su plan de seguridad, integrando si se aprueba por el Congreso, la Guardia Nacional. Una vez más fuera del ritual histórico, pues el nuevo presidente solía acudir al “Campo Marte” el mismo día de la toma de posesión, López Obrador decidió programar para su segunda jornada la Ceremonia de Salutación, con el Ejército, Armada y Fuerza Área, por primera vez como presidente de la República y recipiendario de las pompas castrenses. El encuentro rompió con la parquedad de los actos militares que, sin descompostura en la disciplina como ocurrió el domingo previo cuando se reunió con tropas como presidente electo, dio paso a una retórica diferente en la relación de la autoridad civil con la cúpula militar. Un discurso largo –en cuyo desarrollo caerían cinco elementos de las formaciones insolados—abordó ampliamente el involucramiento de las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad pública que el presidente calificó de fundamentales, para luego ofrecer un breve diagnóstico del estado de fuerza en la Policía Federal y su insuficiencia. “Esto no puede continuar así. Por eso, con todo realismo, de manera directa y transparente, estamos planteando que se reforma la Constitución para que Ejército y Marina puedan ayudarnos en labores de seguridad pública”, dijo al convocarlos a dar su apoyo para la creación de la Guardia Nacional”. Dedicó un amplio apartado a encomiar la honestidad de los mandos militares, pues dijo, al revisar sus expedientes notó que ninguno era millonario, que todos venía de clases populares y subrayó que “no forman parte de la oligarquía”, ni se han inmiscuido en negocios al amparo del poder. Pidió que se disipen dudas sobre el carácter de la Gurdia Nacional cuyo objeto no es represivo, e instruyó que en los planteles militares se forme a los cadetes “conforme a las nuevas circunstancias y tiempos”, en derechos humanos. “Es un cambio, una reforma para bien de México y también del Ejército”, añadió. Aunque admitió “ciertos desgastes” por su papel en los “últimos tiempos”, encomió el desempeño de las Fuerzas Armadas en tareas de rescate, entre otras consideraciones elogiosas. *** Un izamiento de la Bandera Monumental, cargada y custodiada por cadetes de los colegios Militar, Naval y del Aire, dio inicio, en punto de las 10:00 de la mañana, al acto que incluyó a 2 mil 200 elementos, representantes de los tres institutos armados en formaciones de cadetes y fuerzas especiales, es decir, lo nuevo y lo más granado de las Fuerzas Armadas permanentes. Cinco estrellas lucían en el vehículo militar descubierto, indicativo de su exclusividad para el Comandante Supremo, que aparece para el pase de revista. Iba de pie, a su diestra, el secretario de Defensa, Luis Crescencio Sandoval; a su siniestra, el de Marina, Rafael Ojeda. Los tres con semblante adusto pasaron al frente de cada contingente que reaccionó al únisono: “buenos días señor presidente”. A un extremo del Campo Marte, rumbo al sitio ignoto que se interna en el Bosque de Chapultepec y comunica, extenso arbolado de por medio, con la exresidencia oficial de Los Pinos, 21 detonaciones honran al nuevo mandatario. Salva de artillería para el ejercicio solemne que envuelve en la humareda a soldados y cañones hasta casi desaparecerlos. Casi todo ocurre antes de dar paso a los discursos, que serán de acatamiento a los designios sexenales y al estilo de decir y gobernar. La totalidad de los divisionarios y almirantes de México, la cúpula de las cúpulas militares, desfilan para cuadrarse al modo castrense y presentarle “su cargo” a Andrés Manuel López Obrador, quien se hizo acompañar por su secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero; por el de Seguridad, Alfonso Durazo y, como consideración especial sin venir mucho al caso, de la jefa de gobierno capitalina electa, Claudia Sheinbaum. Es la plana mayor, Sheinbaum incluída, de la política de seguridad anunciada en el período de transición que López Obrador resume en su mensaje al final. Es su primer acto oficial después de la toma de posesión y el festejo del Zócalo el día uno. La cúpula militar está ahí, subordinada, respetuosa y leal, vocablos empleados para la definición del acto que pronuncia el general secretario, primero en hacer uso de la palabra y, en definitiva, inmerso ya en lo que el presidente ha designado como la “Cuarta Transformación” hasta en su imagen institucional que ya ajustó también la papelería de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena). La defensa de la patria y la soberanía, objeto constitucional del Ejército, se expone en una nueva retórica, expresión directa de involucramiento en las tareas de seguridad pública, que asume como propósito político: “Juntos haremos historia”, dirá. Pero no será todo. Atrás quedaron los llamados de su antecesor, Salvador Cienfuegos, que se comprometía en su apoyo a las “Reformas Estructurales”, y mucho más atrás, los enunciados de autoafirmación para el valor y la disciplina, que abordaba la seguridad pública como asunto de seguridad nacional, en la dureza del secretario calderonista, Guillermo Galván. En el nuevo gobierno de México, han vuelto al ejército los vocablos asociados al pueblo y lo popular, es narrativa de legalidad y respeto a los derechos humanos que acompaña las ofertas de trabajar en la seguridad pública con una Guardia Nacional. Si el nuevo presidente ha dicho que no puede fallar, el general secretario hace eco de la expresión: “no le fallaremos, señor presidente”. Es un ejército con “ánimo renovado” para trabajar por la ciudadanía y el gobierno, dirá en implícita admisión de un desánimo precedente. Aun no hay reforma constitucional, pero el general Sandoval declara: “Trabajaremos incansablemente en el cumplimiento de las misiones que se nos asignen; tenemos la obligación de atender, además, la importante estrategia que en materia de seguridad pública ha emprendido el actual gobierno. Estamos seguros que la Guardia Nacional jugará un papel importante“ Vocablos que resurgen, doctrina castrense en desuso hasta hace dos días, que se adopta, en la oportunidad del secretario de Marina, José Rafael Ojeda, con formulaciones sobre democracia y, en la misma línea de Sandoval, recurre a la expresión de uso cotidiano del presidente: “nadie por encima de la ley”. Y lo dice porque jamás –como instruyó el nuevo mandatario—dará una orden para cometer delito. El almirante Ojeda es conceptual. Su discurso abre con una proclama sobre su convicción democrática. Están ahí, dice, como testigos de la naturaleza democrática en la que la voluntad popular se manifiesta. “México inicia una etapa nueva de cambio. Este nuevo México que hoy renace, se hace acompañar de un presidente que entraña la esperanza de toda una nación, de todo un pueblo”. Para el almirante, que López Obrador sea Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, implica asumir “uno de los ideales que (usted, señor presidente) siempre ha enarbolado: servir a México”. Entonces se declara: “Me comprometo a estar a la altura de los ideales de estos tiempos de cambio y de un pueblo que está dispuesto a exigirle a sus Fuerzas Armadas”. La Secretaría de Marina, promete, será una que “navegue de la mano de su pueblo”, será cercana, honesta y presente. “Los marinos navales estamos listos para emprender una nueva travesía con nuestro Comandante Supremo al timón”. Su llamado es a la sociedad, para trabajar juntos por el cambio; porque “ México se reinventa en cada amanecer”, porque todo el país debe enarbolar las banderas de la honestidad y la justicia; porque “todos debemos respetar las leyes y a la autoridad” y finalmente, “no defraudemos a México”. Al cerrar el acto, habrá expresiones solemnes en su honor y señal de respeto. Los contingentes pasarán en formación impecable con la vista al frente y sólo voltearán cuando lleguen ante López Obrador que observa solemne, el desfile sella la expresión de lealtad castrense.

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