CIUDAD DE MÉXICO (proceso.com.mx).- Con el control total del Partido Acción Nacional (PAN) y sus candidaturas para sus amigos, así como con las de sus aliados en los partidos de la Revolución Democrática (PRD) y Movimiento Ciudadano (MC), Ricardo Anaya rindió protesta hoy como candidato presidencial de la coalición Por México al Frente con la consigna de rechazar el continuismo.
“Yo no quiero ser presidente de México para más de lo mismo”, ofreció Anaya, quien respaldó como diputado y dirigente del PAN todas las reformas del gobierno de Enrique Peña Nieto y la única que rechazó, la forma fiscal que aumentó los impuestos, fue autoría del PRD, su ahora aliado.
Seis días antes de cumplir 39 años, la misma edad de Carlos Salinas cuando fue ungido como candidato en 1988, y acompañado de las cúpulas de los tres partidos que lo respaldan y su familia, Anaya fue el único orador en la ceremonia de protesta celebrada en el Auditorio Nacional, donde pronunció un discurso de una hora exacta, que a menudo hizo bostezar a la concurrencia.
“Estoy listo para ser presidente”, exclamó el panista, quien hace apenas tres años era un político como tantos y ahora es el candidato presidencial de tres partidos y del sector de la sociedad que repudia al PRI y dice temer a Andrés Manuel López Obrador.
Con un discurso sin novedad, sin mencionar a Enrique Peña Nieto –como no lo hace nunca, porque no ha descartado pactar con él–, Anaya inició su mensaje refiriendo la crítica que el gobernador Javier Corral le hizo anoche sobre el control de las candidaturas de su grupo y que terminaron en un intercambio de elogios.
“Aquellos que se estaban frotando las manos por un supuesto pleito entre Corral y yo se van a quedar con las ganas”, dijo y enseguida, envalentonado, aseguró que el “dinosaurio moribundo” lo ha intentado destruir sin lograrlo. “A mí no me podrán doblar”.
Ante los gobernadores del PAN, del PRD y aliancistas, así como por personajes como Diego Fernández de Cevallos –candidato presidencial en 1994–, y Josefina Vázquez Mota, dos veces derrotada, Anaya ofreció que no habrá venganza en su gobierno, pero sí justicia.
“A mí no me va a temblar la mano para acabar con el pacto de impunidad”, prometió el panista, quien dejó impune la corrupción en el PAN en el caso de los “moches”, y dijo que también enfrentará al crimen organizado.
A las 13:30 horas, Anaya se presentó en el escenario del Auditorio Nacional vestido con saco y sin corbata, como lo hace Emmanuel Macron, el presidente de Francia, y se dejó apapachar con ovaciones que agradeció repetidamente.
Como lo ha hecho en toda la precampaña, Anaya aseguró que el candidato priista, José Antonio Meade, ya está fuera de la contienda y que en México habrá un cambio, pero no el que ofrece López Obrador, a quien nunca mencionó por su nombre y lo refirió como “ya saben quién”.
“La corrupción no se combate con voluntarismos personalistas”, expresó en referencia a López Obrador. “Lo que México necesita no es un mesías con ínfulas de perdonavidas”, reiteró.
Sólo él, dijo, es capaz de acabar con los tres cánceres de México: La corrupción, la violencia y la desigualdad, y que el gobierno recupere la vergüenza en “un país a punto de quebrarse”.
Sin tanto énfasis tras las críticas que ha recibido, Anaya ofreció un ingreso básico universal y aumento progresivo del salario mínimo, y reiteró sus críticas a Donald Trump, a quien dijo que le dirá en su cara y en inglés que México no pagará el muro que construye en la frontera.
“Cuando ganemos la presidencia la relación con Estados Unidos será relación de respeto. Nosotros sí vamos a defender la soberanía de nuestro país. Nunca más México se volverá a poner de tapete, como en este gobierno emanado del PRI.”
Al final de su discurso, aseguró que ya dejó al PRI en muy lejano tercer lugar y que le ganará a López Obrador. “Él no va a ser presidente de México”.