AMLO en Juárez: alza una mano, alza las dos y su promesa de desterrar la corrupción (Video)

domingo, 1 de abril de 2018 · 20:51
CIUDAD JUÁREZ, Chih. (proceso.com.mx).- Al pie del pedestal gigante que soporta un Juárez broncíneo, la multitud se concentra desde las 9:00 de la mañana, bajo un sol que aquí es de primavera pero cala estival y quemará aún más dos horas después, cuando Andrés Manuel López Obrador inicie de manera formal su tercer intento por ser presidente. Unas cinco cuadras antes de la Plaza Cívica, que en esta ciudad todo mundo conoce como Monumento a Juárez, la uniformidad se organiza en vehículos-repartidores de camisetas, estacionados en las entrecalles: fondo blanco letras guinda de Morena; amarillo y letras rojas del PT; Morado y emblema del PES cuyos nuevos dueños, en breve, ondearán las banderas correspondientes en un mar de 15 mil personas según la cifra oficial. [video width="848" height="480" mp4="https://cdn.proceso.com.mx/media/2018/04/video-amlo-2.mp4"][/video] Video: Germán Canseco El reparto de playeras, alimentos y botellas de agua es de aspirantes a la discreción, que sin embargo, batallan para la invisibilidad entre los autobuses que suelen transportar personal de maquila dispuestos hoy al acarreo de simpatizantes, pues obreras y obreros, pasan lista más cerca del monumento, en la aledaña Plaza de los Periodistas, reflejo fiel de sus homenajeados, abandonada plancha de cantera, con algunos arbustos proclives a lo marchito. Alguien ha puesto en manos del presidencial una casaca roja, que lleva estampadas blancas sus iniciales y un número uno, que él levanta con amplia sonrisa, alentado por su esposa Beatriz Gutiérrez Müller, más entusiasta que él, instalado en una adustez inescrutable. Juárez, la ciudad; Juárez el monumento; Juárez el homenaje-acto de campaña en la afirmación de López Obrador que sin embargo, momentos después, apenas termine la breve referencia a la Revolución Maderista derivará, menos laico, en la visita del Papa Francisco de hace dos años, como basamento para hablar de la decadencia del país. *** La logística del acto inaugural de campaña no es tan distinta a la de cualquier otro candidato o coalición. Un pasillo formado por cercos metálicos divide la plancha enorme de la Plaza Cívica, por donde desfilará sonriente la comitiva del presidencial. Se adelanta la coordinadora de campaña Tatiana Clouthier, que apenas sonríe y avanza entre las tumultuosas manos que intentan tocarla. Es candidata a diputada plurinominal por esta, la primera circunscripción electoral, que coordina para esta campaña Marcelo Ebrard, quien muy a pesar de las dimensiones de su humanidad, pasa inadvertido. No así el magnate Alfonso Romo que trae paso de celebridad, no rechaza ninguna mano ni brazo tendido para la selfie con teléfono celular… y, naturalmente, López Obrador saluda casi en automático, muchas veces sin voltear la mirada, concentrado en su objetivo al fondo y con él, su esposa Beatriz siempre sonriente. El acto está programado a las 11:00 pero minutos antes el templete estará lleno, con quienes disciplinadamente fueron elegidos para acompañarlo, principalmente dirigentes y candidatos a diputados y senadores de la zona, excepto porque está entre ellos la polémica candidata al Senado, Nestora Salgado. La formación sería insólita en otro contexto. Nestora, líder de una policía comunitaria que para algunos fue presa política y para otros secuestradora impune, viene del Guerrero profundo, pobre y violento, para quedar justo al lado de Alfonso Romo, el magnate que hace unas semanas no tenía ni idea de quién era Nestora, ni si era hombre o mujer. Quizás aún no lo sabe y a través del acto prefiere conversar animadamente, con tres cuartos de espalda a la guerrerense, con Tatiana Clouthier, mientras la candidata al Senado, Bertha Caraveo, cita a López Obrador en su discurso, con aquello de alcanzar un México “en el que sólo se distinga a los ciudadanos por su virtud”. En eso, tarde y a la carrera, la dirigente de Morena, Yeidckol Polevnsky, y el dirigente del PT, Alberto Anaya, llegan presurosos, sonríen y saludan a los del templete --mientras Caraveo se desgañita en la tribuna--, colocándose al centro, al frente. Hoy, cuando López Obrador redujo las referencias bíblicas, destaca que no está presente el líder de su aliado el PES, Hugo Eric Flores Cervantes, que no asistió al acto, renunciando así a hacer la historia de hoy, con Yeidckol y Anaya. Menos en la fe y más en la política, López Obrador diagnostica, desde este lugar en el que dice “empieza la patria”: “Antes había más diferencias entre el norte y el sur de nuestra patria”, pero ya no es así y, como prueba, asegura que desde la crisis de 2008, su anfitriona Ciudad Juárez se convirtió en uno de los centros urbanos con mayor desocupación. La situación de esta ciudad, insiste, es parecida a la que existe en todo el país: a la crisis económica, se suma la crisis de bienestar social; la inseguridad y la violencia; el horror de los feminicidios; la negación del derecho al estudio y el trabajo sostenible y redituable para los jóvenes que viven en pobreza y marginación; corrupción política, impunidad… y según su diagnóstico, todo empezó en la implementación del modelo neoliberal. *** Las sentencias discursivas de López Obrador tienen en el énfasis un llamado al aplauso espontáneo. Hoy el candidato lee un discurso que, solícito, su ayudante personal, César Yáñez, le ha colocado en el podio. Pero la concurrencia advierte rápido que su candidato no está dispuesto a detener su alocución por aplausos, así que empiezan a abstenerse. “Es un honor estar con Andrés Manuel López Obrador”, llama la candidata Caraveo, que parece desconocer el viejo estribillo o a quien los nervios le ganan en el llamado que es respondido por aquellos simpatizantes que sí se lo saben, tímidamente repetido en tres oportunidades. Pero López Obrador luce inmutable. Mira fijo al mar de humanos, esperando que el silencio le permita continuar con su diagnóstico en el que acusa, todo empezó con el gobierno de Carlos Salinas de Gortari y se ha mantenido; ofrece datos y cifras para luego calificar el manejo económico de todos los gobiernos, como “infame”. “La corrupción campea con toda impunidad en la administración pública. Nunca antes había padecido el país tanta corrupción como ahora. Podrán calificarme de exagerado o extremista. Incluso podrán argumentar que siempre ha sucedido lo mismo, pero la descomunal deshonestidad del período neoliberal supera por mucho lo antes visto”. Así que en el liberalismo, PRI y PAN, han operado para la corrupción. Y su propuesta, asegura, tiene como principal propósito desterrar corrupción e impunidad. Vuelve a Juárez: “Así como Juárez separó la Iglesia del Estado, ahora vamos a separar al poder económico del poder político”. Para eso, se propone un gobierno honesto, con colaboradores honestos, con un presidente honesto. Su primera iniciativa será para eliminar el fuero presidencial. … y entonces, prosigue con un listado de promesas: más trabajo y mejor pagado; apoyo al campo; vivienda; obras sociales; energías limpias y respeto al medio ambiente, etcétera. *** El arribo lleva la marca de origen en autobús de transporte de personal: Casas Grandes, Villa Ahumada, Ciudad Juárez. Pero López Obrador no le está hablando sólo a esos simpatizantes. Le está hablando a los grupos de poder de todo el país, a los vecinos del norte y quien necesite escucharlo, porque el acto está atestado de periodistas y será escuchado, se sabe escuchado, aun a través de los ocho drones que se le abalanzan, amenazantes, encima. Eliminará la Reforma Educativa, para que no haya consecuencias laborales para los maestros. Se construirán dos pistas en el aeropuerto militar de Santa Lucía y suspenderá la construcción del Nuevo Aeropuerto. Combatirá la corrupción y la impunidad. A la gente del norte le dice que creará una zona franca en la frontera, recorriendo de 20 a 30 kilómetros las aduanas; ahí, reducirá el Impuesto Sobre la Renta a 20% y el IVA será de 8%; se reducirá el Impuesto Especial a Producción y Servicios; aumentará el salario mínimo… A unas 15 cuadras de Estados Unidos, López Obrador también le habla al norte: “No vamos a descartar la posibilidad de convencer a Donald Trump de su equivocada política exterior y, en particular, de su despectiva actitud contra los mexicanos”. Y añade: “Reiteramos: no es con muros ni con el uso de la fuerza como se resuelven los problemas sociales y los asuntos de seguridad, sino con desarrollo y bienestar”. En el mismo paquete, afirma que no está en desacuerdo con el Tratado de Libre Comercio con América del Norte pero pide que no se firme nada hasta que haya pasado la elección. “Vamos a ser muy respetuosos del gobierno de Estados Unidos, pero vamos a exigir respeto. México ni su pueblo va a ser piñata de ningún gobierno extranjero”. Entonces llegó la hora de los guiños: “Somos millones los que queremos la paz con justicia y dignidad”, consecuente con el coqueteo que desde hace días sostiene con el poeta Javier Sicilia; que quieren “la vida buena”, como dicen los zapatistas y ahora el candidato que ha sido ninguneado por aquellos… “Hace mucho tiempo que no existía un entusiasmo como el actual ante la inminencia de un cambio de régimen, ante la cercanía de una transformación mayor; en muchas décadas no habíamos tenido al alcance de la mano, como ahora, la construcción o la reconstrucción de la patria”. Y el entusiasmo se volcó en aplausos y vivas atronadores como la matraca obstinada. Andrés Manuel se despide, alza una mano, alza las dos, saluda con las palmas como simulando estar crucificado y sale, con su caravana rodeada, que avanza a duras penas, por el gentío arremolinado hasta que finalmente deja atrás la zona que, para entonces, empieza a lucir desierta, con banderas y basura acumulada. Los contingentes se concentran en sus zonas correspondientes, en espera del transporte para regresar y él, López Obrador, inicia su primera gira, a casi 500 kilómetros de Juárez, este lugar.

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