'Si el presidente no me apoya, me voy”: titular de la CAAD

domingo, 22 de diciembre de 2019 · 08:11
Juan Bautista Gómez Moreno no está contento con el encargo que le dio su amigo el presidente Andrés Manuel López Obrador. En entrevista con Proceso, el responsable de la Comisión de Apelación y Arbitraje del Deporte habla sobre las carencias del organismo responsable de impartir la justicia deportiva y de una iniciativa de reforma para dotarla de dientes. “La CAAD está paralizada por falta de dinero y de integrantes (…) Si no hay apoyo, no estaría mal que desapareciera y surgiera un juzgado para el deporte que sí sancione”. CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Juan Bautista Gómez Moreno fue nombrado el 1 de octubre último como presidente de la Comisión de Apelación y Arbitraje del Deporte (CAAD), y no lo sabía. De la noticia se enteró unos 15 días después en la oficina de la Consejería Jurídica de la Presidencia de la República. Ahí vio su nombre en un papel después de firmar unos documentos… Cuatro días después asumió el cargo. El abogado en retiro de 75 años, que trabajó durante 50 años en el Poder Judicial de la Ciudad de México, se quedó atónito cuando descubrió que no fueron nombrados los otros cuatro miembros que constituyen el pleno del CAAD que se encarga de tomar las decisiones colegiadas; por ende, hasta hoy, no puede desahogar los cerca de 45 casos que esperan una resolución de la justicia deportiva. También descubrió que, de los 7.5 millones de pesos asignados como presupuesto, necesita más de 6 millones sólo para pagar la nómina. Con el resto del recurso no le alcanza para contratar abogados, proyectistas, notificadores y ejecutores, al menos a un chofer, contar con un vehículo y gasolina. Son los requerimientos mínimos para que la CAAD realice las funciones esenciales que marca la Ley General de Cultura Física y Deporte. Al jurista no le hace mucha gracia que su amigo, el presidente Andrés Manuel López Obrador, le haya dado esta encomienda que ve cuesta arriba, prácticamente imposible si los legisladores no hacen ajustes a la ley para dotar a la CAAD de las medidas coercitivas para que el cumplimiento de sus resoluciones sea obligatorio y no “llamadas a misa”, como históricamente ha ocurrido. Gómez Moreno no tiene empacho en confesar que se sacó la rifa del tigre y que, si no cuenta con las herramientas necesarias, lo mejor será que la CAAD desaparezca y que en el ámbito judicial se cree un tribunal deportivo, así como existen los juzgados familiares o penales, para que ahí los actores del deporte busquen la justicia expedita que este órgano les ha negado. “La CAAD está paralizada por la falta de dinero. He pensado, como está pasando con la materia laboral, que va a ser absorbida por el Poder Judicial (…) En un momento dado, no estaría mal que se nombrara una sala o un juzgado para el deporte. Tenemos que aceptar la cruda realidad: los juicios de amparo se están resolviendo más rápido con los jueces de distrito. Es una amenaza directa”, confiesa. –¿Considera que es una mejor opción? –Sería una posibilidad ante un esfuerzo y una derrota de la CAAD. Me gustaría más tener un tribunal altamente especializado y con facultades coercitivas. Eso sería lo ideal. No me niego a la posibilidad de un tribunal deportivo. La CAAD, órgano desconcentrado de la Secretaría de Educación Pública (SEP), fue creada en diciembre de 1990 con el objetivo de contar con una instancia de justicia especializada en materia de deporte, para que los miembros del Sistema Nacional del Deporte, principalmente los atletas, pudieran dirimir conflictos con las autoridades, mediante un recurso de apelación. La finalidad de la CAAD es fungir como un panel de arbitraje en las controversias de naturaleza jurídica-deportiva que se susciten entre los deportistas, entrenadores, directivos, autoridades, entidades u organismos deportivos. Es un organismo dotado de autonomía para dictar sus acuerdos, laudos y resoluciones, pero que rara vez se respetan. De acuerdo con la ley, la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade) es la autoridad que, una vez emitida una resolución o un laudo, debe velar por su cumplimiento y tiene el poder de sancionar a la parte que caiga en desacato. Pero no ha cumplido. Además, por la falta de recursos humanos y económicos la emisión de las resoluciones puede demorar meses y otros tantos más en realizar las notificaciones; decenas de atletas están en la indefensión. Los presidentes de las federaciones deportivas mexicanas son quienes permanentemente desobedecen las resoluciones de la CAAD, lo mismo para reponer procesos electorales fraudulentos que por abusos contra deportistas a quienes sancionan sin derecho a audiencia o dejan fuera de competencias internacionales porque violan sus propios criterios de selección. “Es una vergüenza”, dice Gómez Moreno. “Estoy tratando de impulsar con el Legislativo las modificaciones. Es un hecho. Ya está la iniciativa. El diputado Érik Morales tiene una propuesta: los famosos ‘dientes’, es decir, la coercibilidad que no tiene ahora. “Pienso como deportista: para qué recurro a un órgano que va a tardar tanto tiempo y me va a dar una recomendación que quizá no tenga repercusiones reales. Hay gente interesada en resolver este problema y ofrecer al deporte una entidad confiable por su fuerza sancionatoria”, explica.

Propuesta legislativa

  La iniciativa que comenzó a trabajar Érik Morales, de Morena, se va a dictaminar en febrero o marzo de 2020 en la Cámara de ­Diputados. De ahí pasará al Senado para su aprobación, si todo sale bien. De acuerdo con la exposición de motivos de la propuesta de reforma, es necesario otorgarle más facultades y atribuciones a la CAAD para que sus resoluciones se cumplan. Se trata de darle más fuerza, de tal manera que tenga poder para sancionar y que sea un árbitro imparcial que no necesite de la Conade para ejecutar las sanciones. Como la CAAD tiene su sede en la Ciudad de México, y eso dificulta el acceso a la justicia deportiva para quienes viven en los estados, en una segunda fase –expone la iniciativa– se instalarán siete salas de justicia regionales y una defensoría de oficio “que permita a los atletas dedicarse a su deporte y no sufrir las consecuencias de un litigio o sanción de parte de sus autoridades, las cuales, en ocasiones, truncan las carreras deportivas (…)”, se lee en la exposición de motivos (Proceso 2218). “Cuando haya dinero y fuerza sancionatoria, vamos a implementar la regionalización, a hacer videoaudiencias y usar internet y echar mano de la tecnología. Pienso apretar mucho en la inmediatez de las resoluciones. Durante 50 años he impartido justica y sé que la justicia tardía no es justicia. Aspiro a poder resolver los casos en una semana”, dice Gómez Moreno. Pero luego se planta en la realidad: “No tenemos autos ni actuarios; no tenemos proyectistas. Es un paquete. Por eso le digo que no estoy muy contento con el nombramiento. Como jurista, como amigo de Andrés, coadyuvo con él por el fin social de ayudar a la gente. No me voy a acostarme en el sillón a no hacer nada”, sostiene. –¿Y mientras? –Hay que dictar resoluciones perfectamente sustentadas en el derecho, para que quien recurra tenga confianza y, a la vez, convenza al derrotado. No puedo hacer otra cosa. –A nadie le da la gana acatar las resoluciones, ¿qué va a hacer cuando esto ocurra? –Andrés tiene otra mentalidad y no va a permitir que esto siga así. –¿Le va a exigir a la Conade que sancione en caso de desacato? Y si no, ¿le dirá al presidente que Ana Guevara tampoco cumple con la ley? –No, no puedo. Tampoco es mi función. En lo que alcanzamos la coercibilidad habrá un hueco. –¿Ha preguntado en Presidencia, o en la Consejería Jurídica, por qué no han nombrado a los miembros para que ya pueda operar? –Me he enterado que diversos grupos de poder han hecho propuestas para la designación de los titulares. Algunas personas me han conminado a que yo haga la lista de propuestas, pero no lo haré. Siento que algún enemigo del presidente, del consejero jurídico (Julio Scherer Ibarra) o del secretario de Educación Pública (Esteban Moctezuma) dirán que influí para traer a mis amistades, lo cual pondría en riesgo mi imparcialidad. –Sería peligroso que el presidente se equivoque y elija nombres de personas no deseables. –Mejor que él se equivoque y no yo. –Pero a usted le va a tocar impartir justica, ¿qué hará si le tocan abogados con intereses en el deporte para favorecer a sus amigos? –Ya veré cómo los meto en cintura. –La gravedad radica en que el deporte arrastra esos vicios, los abogados del deporte suelen ser los amigos de los federativos o dirigentes deportivos. –Conmigo la CAAD no operaría así de ninguna manera. –Pero hay un pleno y votan. Lo pueden mayoritear. –Si me ganan el voto, ya no es culpa mía. –¿Se da cuenta de que los cuatro miembros que lo acompañen no deben tener los vicios históricos? –El presidente y Julio Scherer tendrán la sabiduría para nombrar a las personas que coadyuven conmigo para lograr los fines de la CAAD. –¿Ya enteró al presidente sobre la situación tan compleja de la CAAD? –Me encantaría hacerlo. No he podido verlo. Tenía la esperanza que me invitaran al Premio Nacional del Deporte, pero ya le digo que hay fuerzas que tienen intereses y que están queriendo introducir a sus elementos. –¿Hay que decirle al presidente que no escuche el canto de esas sirenas? –Claro, que mande a juristas que sean honestos, que sepan aplicar la ley.

Requerimientos

  Derivado de un juicio de amparo, se requirió al Ejecutivo y a su Consejería Jurídica a nombrar a los demás miembros del pleno de la CAAD. Los nombres de los propuestos, de acuerdo con la contestación dentro del amparo que hizo el gobierno de México, son: Roxana Elizabeth Velázquez López, Norma Olivia González Guerrero y su esposo, Alejandro Francisco Manzo, y Jesús Chichino Lima. González Guerrero ya ha sido miembro de la CAAD y también fue abogada de la Federación Mexicana de Taekwondo. De acuerdo a la iniciativa del diputado Érik Morales, la CAAD requiere 30 millones de pesos anuales para operar. Juan Bautista Moreno Gómez calcula que necesita unas 10 personas que ganen al menos 20 mil pesos al mes, el chofer y un coche para que los notificadores no usen sus propios vehículos ni paguen la gasolina y, además, precisa personal de su confianza para no sentir que está rodeado por desconocidos. Hasta ahora los empleados que lo acompañan realizan labores meramente administrativas, “pero absolutamente nada de impartición de justicia; cero, está paralizada porque las decisiones son colegiadas y si no hay pleno, el presidente no puede hacer nada”, insiste el abogado.

Manager de AMLO

  Hace 19 años, Juan Bautista Moreno Gómez conoció a Andrés Manuel López Obrador. Ambos coincidieron en las oficinas del Consejo de la Judicatura del entonces Distrito Federal del que Moreno era miembro. En su primer año como jefe de Gobierno, el tabasqueño quiso visitar a los consejeros. A Gómez Moreno le tocó darle la explicación de cómo funciona la Judicatura, y entre la plática se asomó el tema del beisbol. El abogado resultó ser un fanático de este deporte que ha jugado desde los nueve años. “Algo has de saber”, le dijo López Obrador. “No algo; mucho. He jugado desde los nueve años y he sido seleccionado nacional. Además, entre 1983 y 1984 fui coach del infield de los Diablos Rojos del México con Benjamín Cananea Reyes, por recomendación de Alfredo El Zurdo Ortiz”, le reviró Gómez Moreno. Hicieron click, pero no fueron amigos hasta que, ocho años después, ya jubilado del Poder Judicial, por conducto de El Zurdo Ortiz, López Obrador lo invitó a entrenar beisbol a la Liga Tranviaria. Ahí trabaron la amistad. La única condición para unirse a su equipo de entrenamiento fue no hablar de política hasta que el entonces aún militante del PRD rompió el pacto y, un día mientras corrían, le preguntó su opinión sobre Miguel Ángel Mancera, a quien le confesó que había nombrado como consejero en la Judicatura por recomendación de Marcelo Ebrard. Y así desde la primera vez que se vieron, López Obrador le cuestionó a Gómez Moreno que sus 106 mil pesos de salario mensual superaban su sueldo como jefe de Gobierno. Y Gómez Moreno le insistió que a la gente bien preparada hay que pagarle bien. Pero no lo escuchó. También lo ignoró el día que le dijo que convirtiera el Movimiento Regeneración Nacional en un partido político porque en el PRD ya no le iban a hacer caso… Después, el propio López Obrador le pidió asesoría jurídica para fundar Morena. Gómez Moreno no sólo ha compartido el campo de beisbol con el presidente, ha sido su manager en la Liga Amistad en el equipo Amigos que ambos crearon. El director de la CAAD dice que estaba muy tranquilo en el retiro, de jeans y camisa informal en su despacho donde brinda asesorías jurídicas. Cuando Daniel Asaf Manjarrez, jefe de la Ayudantía del presidente, lo buscó a nombre de López Obrador, para que ya tomara posesión del cargo de presidente de la CAAD, ni el mismo Asaf sabía de qué se trataba. A su amigo del beisbol no podía decirle que no, aunque no haya sido él personalmente quien le dio la encomienda. “Si fracaso porque no me apoyan los legisladores ni el Ejecutivo, sí les diré muchas gracias, ahí está su encargo. No nací para venir a sentarme, cobrar y ver cómo no se puede hacer nada”, zanja el jurista. Esta entrevista se publicó el 15 de diciembre de 2019 en la edición 2250 de la revista Proceso

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