Las mujeres en México: batalla constante contra la desigualdad y la violencia

viernes, 8 de marzo de 2019 · 15:31
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Ser mujer en México es seguir luchando para erradicar las desigualdades y afrontar las demandas no resueltas sobre su acceso a la educación, al trabajo igualitario, a derechos sexuales y, sobre todo, al destierro de la violencia en su contra. En el marco de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer 2019, expertas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) consideraron que, aunque hay avances en materia de equidad de género, aún hay tramos desiguales. Por ejemplo, en el mercado laboral, donde la presencia femenina ha crecido, pero la mayoría se ubica en los trabajos de más bajos ingresos, en la economía informal, el comercio y los servicios, o en industrias como la textil y en las maquiladoras. En otro ramo, el tecnológico, las mujeres no están suficientemente representadas en los campos de la ciencia, la ingeniería, las matemáticas y el diseño, por lo que la brecha digital se está ampliando, sostuvo María Luisa González Marín, del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc). Dado que el tema de este año es “Pensemos en igualdad, construyamos con inteligencia, innovemos para el cambio”, ONU Mujeres señaló que la innovación y la tecnología brindan oportunidades sin precedentes. Según la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de las Tecnologías de la Información en los Hogares (2016), de los usuarios de computadoras e Internet en México, los hombres representan la mayor proporción a lo largo del periodo 2001-2015, aunque tiende a incrementarse la participación femenina: de 46.4 a 49.2 en el uso de computadora; y de 45.4 a 49.4%, en la utilización de la red. Ana Buquet, directora del Centro de Investigaciones y Estudios de Género(CIEG), sostuvo que las mujeres deben ser parte de la innovación para contribuir a cambiar su condición de género.
“Si participan en el desarrollo tecnológico pensarán en aspectos que ellos no consideran; por ejemplo, una aplicación sobre la menstruación o un cinturón de seguridad de coche que no aplaste los senos o sea adecuado para una embarazada. Si somos parte de innovar, podremos crear a favor de nosotras”.
Según Buquet, hoy las mujeres tienen presencia en todos los ámbitos y poseen los mismos derechos que los hombres, además pueden desempeñar cualquier cargo y enfrentar todo tipo de reto. Sin embargo, todavía enfrentan obstáculos que les hacen creer que hay ciertas “cosas” que no pueden hacer, o que “está mal” o es “mal visto” que hagan. El valor del trabajo en casa María Luisa González Marín señaló que las labores que realizan las mujeres en sus casas supera el valor económico y es imposible valorizarlo en dinero, “porque no se puede poner precio al cuidado de los hijos, al apoyo emocional, sentimental y de cuidados que brindan”.
“Es una gran aportación de las mujeres, además de su contribución como trabajadoras”, dijo. “En contraste, los hombres no tienen esas obligaciones sociales e históricas. Para ellas, preparar la comida o limpiar la casa, se percibe como un deber, y muchas no sólo no reciben apoyo de sus parejas, sino de la propia sociedad”.
La invisibilidad de la violencia de género Para Abigail Rivera, académica de la UNAM y miembro de los Servicios Especializados para la Prevención y Atención de la Violencia de Género (Sepavige) de la Ciudad de México, es complejo determinar qué tipo de violencia contra la mujer es la más frecuente debido a la normalización e invisibilidad del fenómeno. “Dentro de la sociedad en la que vivimos, la violencia hacia mujeres se encuentra normalizada y justificada (desde los prejuicios y estereotipos de género); minimizada e invisibilizada, por lo tanto, no es reconocida y mucho menos hablada o denunciada”, dijo en entrevista con Apro. De acuerdo con su experiencia en atención a mujeres víctimas, Rivera consideró que la violencia emocional, seguida de la física y la sexual pueden ser las más comunes, aunque acotó que estas formas no aparecen de forma aislada.
“Un golpe (lo físico) por lo general va acompañado de una palabra o gesto (lo emocional); y la violación sexual, en sí misma, implica múltiples tipos de violencia: sexual, física, emocional, contra los derechos sexuales y reproductivos, y en algunas ocasiones también implica la violencia económica y patrimonial y la feminicida”, indicó.
La especialista sostuvo que los hombres cercanos a las mujeres son quienes las están agrediendo, de igual manera en espacios públicos que en privados.
“Sí es importante hacer énfasis en que los agresores son principalmente las parejas hombres, las exparejas, los hombres de la familia (tíos, primos, hermanos, padres, padrastros), amigos o conocidos. Nos han hecho creer que las historias de violencia y amor van tejidas, enlazadas”, dijo.
En este sentido, la académica señaló que, según la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (2016), las razones por las que las mujeres no buscan ayuda, atención o no denuncian, son:
“Porque se trató de algo sin importancia que no le afectó (recordemos que la violencia se encuentra normalizada); el miedo a las consecuencias o amenazas; la vergüenza; no sabía cómo o dónde denunciar, o pensó que no le iban a creer o que le iban a decir que era su culpa”.
De acuerdo con la Ley General de Acceso de las Mujeres a una vida Libre de Violencia, existen cinco tipos de abusos contra las mujeres: la psicológica, física, patrimonial, económica y sexual; así como ámbitos, es decir, los lugares de ocurrencia, como el familiar, laboral, docente, en la comunidad e institucional. Rivera destacó que la violencia obstétrica, desde el ámbito institucional por parte de los servicios de salud, viola los derechos humanos y reproductivos de las mujeres durante el embarazo, el parto y el puerperio.
“Es ejercida por otras personas, pero también por grupos de poder como grupos religiosos o políticos, incluso por parte del Estado, quienes pretenden controlar (o lo controlan) el cuerpo y la sexualidad de las mujeres”, sostuvo.
Estereotipos, la otra violencia Patricia Castañeda Salgado, del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH), indicó que los estereotipos de género son un tipo de violencia, que en general se trata de “una imagen fija y al mismo tiempo prefijada; es una manipulación de la realidad que genera una idea que no se cuestiona”. Explicó que es un ideal aspiracional que, en el caso de las mujeres, consiste en ser delgadas, de cabellos largos y de preferencia blancas o rubias.
“Eso conduce a que, en ocasiones, las personas que no responden a ese modelo sean violentadas o se violenten a sí mismas”, expuso en un comunicado difundido por la UNAM.
Cada sociedad tiene su ideal de belleza. La mexicana, en contextos fundamentalmente urbanos, sigue el modelo global impuesto por las grandes empresas, que dictan la forma de vestir, estilo de vida y apariencia. Las personas que se inscriben en la diversidad sexual responden a otro conjunto de contravenciones a la norma; ahí también se generan estereotipos. La especialista resaltó que los modelos de belleza cambian con el tiempo. Por ejemplo, en las sociedades de principios del siglo XX consistía en ser robustas, y antes, en el XIX, en ser pálidas.
“Hoy tenemos un conjunto de contradicciones: se impone el cuerpo femenino delgado, pero voluptuoso”, dijo.
     

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